Y al final, La flaca engordó

Música. Jarabe de Palo cierra su gira prometiendo que volverán en un concierto lleno de nostalgia y buenrollismo

23 diciembre 2018 13:59 | Actualizado a 27 febrero 2019 19:17
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Alsoris Guzmán tiene una mirada profunda, propia de Cuba, de esas que inspiran a los artistas pero que esconde un misterio sin resolver desde hace 22 años. No sabemos en qué momento encandiló a Pau Donés, pero entonces un beso suyo pasó a tener un valor incalculable. Quién lo lograra, sería sin duda un afortunado.

Era el año 1996 cuando La flaca salía por la noche a beber cerveza sin freno y sin engordar. Todos nos enamoramos de aquella chiquita que al año siguiente sería la canción del verano. Algunos les robábamos el casete a nuestro hermano mayor para escucharla hasta que la cinta se salía del walkman.

Los años han pasado, no en vano, y La flaca se ha engordado. Se vendieron más de dos millones de copias de la ópera prima de Jarabe de Palo. Fue un fenómeno mundial con infinitas versiones, salsa, jazz, en acústico, al lado de otros artistas, bajo los acordes de la guitarra de Santana, vamos las que quiera y más, que dan muestra de la huella musical del hit más representativo de la banda. No podía faltar en su concierto de despedida en la Tarraco Arena Plaça (TAP) antes de un parón indefinido. Prometieron que volverán. ¿Quién sabe?

El concierto empezó como el primer disco de la banda hace veinte años, andando por encima del sol sin quemarse los pies. Quiero ser poeta dio el pistoletazo de salida a una actuación que fue un chorro de buenrollismo  con un toque nostálgico. Una hora y media en que lo único importante era disfrutar. Una guitarra, dos bajos, la batería y el saxofón-percusionista, formaban la postal sobre el escenario, donde se alternaban los temas más míticos de Jarabe de Palo. 

Ante la opción de vivir un momento irrepetible, la TAP presentaba un lleno orgulloso. Daba igual que algunos no se supieran letras concretas. Todo fluía. Y lo hizo por canciones como Realidad o sueño, Dueño de mi silencio, El lado oscuro, Grita, Depende, Agua, Yin Yang, Bonito, Agustito con la vida, Ole, Humo, y, como no, La flaca, momento ‘móviles arriba’ de la noche. Pero no fue el último.

No hay nada mejor que despedirse estando cómodo. Y qué a gusto se está sin ropa. Fuera traje y camisa. Pau Donés se quedó en calzoncillos y camiseta de tirantes. Bien descansado para cerrar el concierto recordando que La vida es un carnaval. Homenaje a Celia Cruz y a la felicidad de vivir.

La eterna lucha de Pau Donés con el cáncer es un punto de inflexión. Aunque insistieron que sí, no sabemos si los volveremos a ver juntos encima de un escenario. Lo que está claro es que Donés, instalado en las montañas de la Val d’Aran, es un culo inquieto y no va a parar mientras la enfermedad le dé tregua. «Me quiero ir con ese regusto a bar y sudor», confesaba a Iñako Díaz hace un par de meses en El Mundo.

La flaca le dio un impulso increíble a Jarabe de Palo. Muchos años después presumen de once álbumes de estudio y varios recopilatorios. Una carrera llena de éxitos, ganadores del Grammy Latino, de la que desconocemos su nuevo rumbo. Lo sentimos por Alsoris, no tenemos nada en contra de ella, pero en este tiempo La flaca, por suerte, engordó.  

 

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