Laia, antes que nada, acompañarte en el sentimiento en nombre del ‘Diari’. Tu madre combatió al cáncer hasta ver acabado vuestro libro.
Mi madre era una luchadora. Siguió con el tratamiento por nosotros y su familia a pesar del dolor. El libro era un sueño que ella tenía. Sin duda que por sus narices lo tenía que acabar. Si algo se le ponía a mi madre entre ceja y ceja no había quien la parara. Quien puede hablar más del proceso es mi padre, Jesús, que estuvo con mi madre en todo momento cuidándola. Yo, al vivir fuera de casa, no veía todo lo que pasaba. Conmigo intentaba siempre tener una sonrisa. Por suerte llegó a ver el libro acabado.
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Estando hospitalizada.
Sí en la Vall d’Hebron. Le hizo tantísima ilusión, que les enseñaba su libro con mucho orgullo a todas las enfermeras. Uno de los ejemplares se lo dedicó y firmó a su oncólogo, el doctor Javier Ros, como su superhéroe. Fue el único libro firmado por ella. No pudo firmar más.
Jesús, también te acompañamos en el sentimiento. ¿Cómo viviste la situación?
Desde el momento que escuchas la palabra cáncer se te cae el mundo encima. Sabes que todo va a cambiar en tu vida y en la de toda la familia. En nuestro caso se complicó aún más con una mutación que a día de hoy no tiene tratamiento. El día a día se hace muy, muy difícil.
Es muy duro.
Tienes tres días buenos y uno malo pero eso se va reduciendo hasta que todos los días son malos o muy malos, pero la fuerza de Carmen y las ganas de vivir que tenía lo hacían todo más sencillo. Mi mujer ha sido una persona muy unida a su familia y sus amigos y el apoyo de estos ha sido muy importante para ella. Ha sido de mucha ayuda. Desde aquí les doy las gracias.
Tu mujer dibujaba pese a que recibía las sesiones de quimioterapia.
Sí. Recuerdo esos días en que ella se levantaba más o menos bien y enseguida sacaba su Ipad y se ponía a dibujar para poder terminar el cuento a tiempo. Muchas veces me pedía que le atase con una venda el lápiz a la mano para poder seguir dibujando, porque la quimioterapia la dejó sin sensibilidad en las manos y no podía sostener el lápiz.
Como decía Laia, Carmen era una gran luchadora.
Carmen era una luchadora nata y una persona excepcional. Ese es el recuerdo que nos ha quedado a todos de ella. Quiero dar gracias a todo el servicio de oncología del hospital de la Vall d’Hebron y en especial al equipo del doctor Ros.
Se merecen las gracias, desde luego.
Nos trataron con un tacto y una humanidad excepcionales. Me gustaría pedir a las instituciones más esfuerzos para dotar a los equipos médicos de investigación de más recursos para que puedan seguir con su trabajo.
Laia, ¿qué mensaje quieres lanzar en el libro?
Un mensaje ecologista con matices muy actuales como la tecnología. Queremos hacer llegar a los más pequeños la importancia de cuidar los mares, personificando el mar en Carolina, la tortuga.
¿Por qué la tecnología?
Los más pequeños la usan desde temprana edad. Con un buen uso, puede ser una herramienta para ayudar y conectarnos con los demás. Pero, para vivir una gran historia como la de Laura, hay que salir de casa y dejar la tecnología. El mundo está fuera de las pantallas y está lleno de aventuras esperándonos.
Laia y Jesús, en el libro, que está teniendo éxito, colaboráis con el CRAM.
El CRAM, que es la asociación que ayuda y protege a la fauna marina de Catalunya, tiene un Qr en el libro. Estamos muy muy contentos de lo mucho que está gustando el libro.