«Retrasos los hay cada día y suelen ser de al menos media o una hora. ¿El corte? Más de lo mismo. A mi pareja y mis amigos siempre les toca esperarme, así que le he puesto remedio: no aviso de que voy hasta que veo que ya estamos en marcha», explicaba el pasajero Kirill Skurlygin, sentado a bordo de un tren Reus-Barcelona, este 2 de octubre, en el segundo día de desvíos por las obras del túnel de Roda de Berà.
Skurlygin es ruso y apenas siete meses viviendo en la ciudad ya le han valido para constatar que el servicio «es así». La solución por Picamoixons y Valls, llamada a ser la más cómoda porque evita los transbordos en autobús, le costó, este pasado martes, «cerca de horas de viaje».
El convoy en el que iba hoy el chico, que debía salir de la estación de la capital del Baix Camp a las 15 horas, seguía allí pasados 30 minutos, parado y con las puertas abiertas. Desde el interior, la gente asomaba la cabeza preguntando. «Pronto llegará el maquinista», especificaba el personal de información en el andén de enfrente. La expedición había desaparecido de las pantallas, la aplicación móvil de Adif no afinaba ni horarios ni vías y un goteo de rezagados aprovechaban para subirse a algún vagón que tenía que haber partido un rato antes.
La sensación general la resumía muy bien otra viajera. «Los trenes me descontrolan la vida. Estoy permanentemente a expensas de lo que pase cuando entro en la estación. A partir de ahí, mi día va de una manera o de otra», apuntaba Irene Galindo, que trataba de ir a Falset sin perder la paciencia.
«Mi tren tenía que haber llegado a las 14.55, pero ya son las 15.05 horas y no aparece. Y el martes, lo cogí a las 18, pero era el de las 17 horas que iba muy tarde. Te plantas aquí y no puedes dar nada por seguro. Ahora, con las obras, peor: el trayecto es más largo, los horarios han cambiado y es complicadísimo saber qué va a pasar», lamentaba.
En su ya larga relación con el transporte ferroviario, Galindo ha puesto «muchas hojas de reclamaciones». Y, pese a que «nada mejora nunca», se quejaba, «el billete sí nos lo cobran sea como sea, y no deberían. Todo mal».
«¿Quién me devuelve las clases perdidas?»
De fondo, una estudiante lanzaba su crítica: «Siempre voy tarde y luego nadie se hace cargo. Por mucho justificante que lleve, ¿quién me devuelve las clases que me pierdo?».
Y es que, para muchos, con corte o sin él, viajar en tren se ha convertido en algo parecido a «una lotería: a veces todo va como esperas y otras se acumulan los problemas y solo te queda tomártelo con filosofía». Hoy, al menos hasta el mediodía, la mayoría de demoras no sobrepasaban los 30 minutos.
«El tren desde Sants ha tardado media hora más. Lo cojo cada semana y habitualmente sale tarde, tanto para ir como para volver», comentaba Gerard Martí, que cursa Ciencia de Datos. «Si tuviese que estar puntual en algún sitio, sería un problema», añadía mientras se apeaba en Reus.
Más de 3 horas de trayecto
En este segundo día de corte ferroviario, los usuarios de Reus que salieron de la estación de Barcelona Sants a las 21:30 tardaron más de tres horas en llegar a casa. El tren llegó a la estación de la capital del Baix Camp sobre las 00:45 horas.
El nostre escalf a tots els usuaris de Reus que han sortit de Barcelona a les 21:30 i arribaran a casa volts de la 1 de la matinada. Més de 3h de trajecte.
— Dignitat a les vies (@dignitatavies) October 2, 2024
Necessitem solucions pels viatgers de Reus. Cal repensar el PAT. O t10/120.@Renfe @rodalies @manelnadal63 @sandrage76 pic.twitter.com/uNmNQgFEMx
Este trayecto ha hecho que los usuarios de este convoy alcen la voz en las redes sociales y piden soluciones como un nuevo Pla Alternatiu de Transport.