«Cerrar negocios históricos implica ir perdiendo poco a poco el ADN de Tarragona»

La falta de relevo generacional, el alto precio de los alquileres y las trabas administrativas son las principales causas que llevan a un local emblemático a bajar la persiana en Tarragona

12 agosto 2021 19:00 | Actualizado a 13 agosto 2021 06:06
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El cierre inminente del mítico quiosco de la Plaça Imperial Tarraco se suma a la larga lista de comercios históricos y emblemáticos de la ciudad que se han visto obligados a bajar la persiana definitivamente en los últimos años. La falta de relevo generacional, el aumento en el precio del alquiler y las trabas burocráticas por parte de la administración, serían las principales causas de la desaparición de estos negocios.

Algunas de las víctimas han sido Casa Cuadras, la Llibreria La Rambla, la mercería Cal Manquet de la calle Sant Francesc, la tienda de regalos El Negrito i la Negrita, la cafetería Leman, la papelería Atlas de la plaza Cronista Sessé, y la zapatería Peccary de la Bocacalle. Todos ellos –y otros– fueron comercios que marcaron un antes y un después en la vida de la ciudad. El destino de estos locales vacíos se reduce ahora a dos opciones: se encuentran cerrados y en estado constante de abandono, o bien han sido ocupados por grandes marcas. En menos de tres meses, el quiosco de la imperial –así es conocido entre los tarraconenses– correrá una suerte parecida.

Representantes del sector en la ciudad llevan años alertando de la grave situación por la que está pasando el comercio de proximidad. «No es que estemos atravesando un mal momento, es que estamos a punto de desaparecer», opina Salvador Minguella, presidente de la Via T, quien añade que «solo el 34% de los comercios cuentan con un relevo generacional. El resto acaban jubilándose y cerrando». Haciendo referencia al quiosco de la Plaça Imperial Tarraco, Minguella lamenta que «en este caso poco habitual, en qué el negocio tiene continuidad, es una pena que la administración no sea más sensible y flexible», y añade que «quizás sería necesario hacer un traje a medida, sin saltarse la ley». Minguella tiene claro que «cerrar negocios históricos implica ir perdiendo poco a poco el ADN de la ciudad».

Los propietarios que todavía aguantan el negocio lo hacen "por amor a la ciudad"

Florenci Nieto, de Pimec Comerç Tarragona, no consigue entender «como la administración no es capaz de valorar negocios que durante tantos años han estado al servicio de la ciudadanía». Nieto explica que «cada vez que cierra un negocio de estas características, primero lloramos porque perdemos calidad comercial, y luego sentimos una impotencia absoluta, por no saber encontrar soluciones».

Muy parecido opinan estas dos auténticas supervivientes: M. Carmen Brey, de la tienda de souvenirs de la Plaça de la Font, Radio Brey, y Raimunda Ollé, de la zapatería del Cós del Bou. Ambas llevan aguantando el negocio muchos años y confiesan que «nos duele en el alma cuando vemos que un comercio histórico cierra sus puertas».

Fue el padre de la actual propietaria quien, en el año 1947, abrió la tienda Radio Brey en la Plaça de la Font. «Aguantamos por los ahorros y porque creemos que, cerrando, pierde más la ciudad que nosotros», explica Brey, quien apunta que «y ahora, con el cierre del quiosco de la imperial, la gente irá a comprar el periódico al Spar. Si eso es lo que quieren, lo van a conseguir».

Raimunda Ollé lleva 40 años vendiendo zapatos. Primero despachaba en la Plaça de la Font, y después, al subirle el precio del alquiler, se mudó al Cós del Bou. «No es nada fácil aguantar, compramos lo mínimo. En mi caso, no cierro porque tengo una edad y no me veo trabajando en otro lado», explica Ollé, quien destaca la labor de los comercios de proximidad: «La gente me dice que no cierre, piensa que somos como una familia aquí... Pero en tres años, me jubilo». Ollé reconoce que la ciudad pierde mucho cuando un negocio cierra. «La tendencia es clara: cierran tiendas emblemáticas, y abren bares y restaurantes», acaba.

La desertización

«Por norma general, en los negocios pequeños, el trato es mucho más personalizado. En cambio, en las grandes superficies todo es mucho más frío», explica Sergi Carrillo, presidente de la Associació de Veïns del Carrer Merceria i Voltants, quien añade que «por suerte, en la Part Alta contamos con muchos comercios de proximidad todavía. Desde la entidad vecinal, queremos dejar claro que lucharemos para no perder ni uno más». A modo de ejemplo, Carrillo explica que en el casco antiguo cuentan con tres carnicerías. «No me quiero imaginar qué pasaría si cerrara una de ellas. Pensar que la gente está acostumbrado a este trato, al embutido al corte. En los supermercados esto no se hace», dice Carrillo.

En esta misma línea, Eulàlia Lozano, portavoz de la Associació de Veïns Tarragona Centre, alerta del fenómeno que está sucediendo en la ciudad durante los últimos años. «El cierre del pequeño comercio ha provocado una desertización dramática de la ciudad», dice Lozano, quien añade que «se trata de un problema grave teniendo en cuenta que, en el centro, la mayoría de vecinos son de edad avanzada, lo que hace difícil que puedan trasladarse a comprar a grandes superficies comerciales, como Les Gavarres o el Parc Central».

Lozano, en representación de los vecinos del centro de la ciudad, hace un llamamiento a la ciudadanía y a las administraciones para trabajar juntos y potenciar el pequeño comercio. Como a la mayoría de los entrevistados en este artículo, el cierre del quiosco de la imperial le parece remar en la dirección equivocada.

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