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    Comedores sociales en Tarragona para afrontar la Navidad más cara

    El aumento del precio de los alimentos ha hecho incrementar la demanda de estos servicios a la par que han bajado las donaciones

    26 diciembre 2022 19:54 | Actualizado a 27 diciembre 2022 07:00
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    En estos días las conversaciones de muchas familias giran en torno a las comidas festivas. Pero, como explica David Borràs, coordinador del comedor social Taula Amiga en el centro de Tarragona «para las personas que están en la calle o pasan frío lo más importante es la supervivencia diaria, así que les de igual que sea Navidad que San Patricio».

    Con todo, después de este baño de realidad, explica que en los platos que ofrecen estos días (aquí funcionan los 365 días del año) sí que procuran que en las fechas señaladas los usuarios se encuentren con algún producto típico navideño.

    Lo cierto es que este fin de año encuentra a los comedores sociales, como este que gestiona Formació i Treball, en una situación complicada debido al crecimiento de la inflación en general y al aumento de los precios de los alimentos en particular. Esto ha hecho que, por una parte, aumente la demanda de sus servicios y, por otra, que las empresas, entidades y particulares que hacen donaciones entreguen menos alimentos.

    «Llevo cuatro meces con el congelador vacío», ejemplifica Borràs. Es una evidencia palpable de que cada vez aquí llega menos carne de todo tipo porque los supermercados, entre otros, han ajustado muy al detalle su gestión para no tener excedentes. Antes, incluso, si tenían más carne de la que podían cocinar o entregar, la ofrecían a otras entidades sociales. Ahora hace mucho que eso no sucede.

    El comedor social está completo: cada día vienen a comer aquí unas 80 personas. Además, cada semana entregan comida para preparar en casa a 120 familias. Si antes esperaban dos o tres semanas para entrar en el programa, ahora son dos o tres meses. Prácticamente no hay despensa, el alimento que entra sale.

    Los usuarios son derivados por el Institut Municipal de Serveis Socials de Tarragona, IMSST, con quienes tienen una estrecha colaboración. Aquí se conoce a todos los usuarios habituales por su nombre, lo que les ayuda a alertar, por ejemplo, si tienen algún problema importante de salud o hay una situación de alarma.

    Los supermercados han ajustado al máximo para no tener excedentes y se nota en las donaciones

    En cuanto al perfil de los usuarios, una de las peculiaridades que han observado es que al perfil mayoritario del hombre de mediana edad se han sumado también mujeres. Además, hace ya algún tiempo que no solo ofrecen comidas a personas sin hogar, sino también a otras que, aún teniendo donde dormir, se encuentran en una situación muy precaria.

    Se da importancia al ambiente, que sea lo más parecido al de una cafetería «que esta media hora que estén aquí sea cómoda y agradable», cuenta Borràs. Por ello en los últimos meses han aprovechado los recursos provenientes del IRPF para hacer algunas reformas en el local. Y la comida, como no, hace el resto. Aquí huele de maravilla «y mejor sabe», dice un usuario que no ha dejado ni una lenteja en el plato y pregunta si puede repetir.

    Pero, como recuerda Borràs, la acción del comedor no se centra solo en ofrecer comida sino, sobre todo, en dar oportunidades de formación y trabajo, como dice su nombre. De hecho la mayoría de quienes trabajan aquí son personas en riesgo de exclusión, como personas sin recursos, mujeres víctimas de violencia, migrantes que necesitan regularizar su situación... «De hecho algunos fueron usuarios del comedor en otros tiempos. Lo que necesitan es una oportunidad para salir de la pobreza», señala.

    El comedor de los milagros

    Raquel Quílez, al frente del Menjador Social de Bonavista que gestiona Joventut i Vida, describe una situación muy similar: más demanda y menos donaciones. Todo pese a que en Navidad, reconoce, suele haber unos días de recuperación porque distintas empresas e instituciones organizan actividades para recaudar alimentos. Además, hay muchas personas, a título particular, que les donan las cestas de Navidad que les regalan.

    Estos días también procuran hacer platos especiales a partir de los alimentos que tienen para que los usuarios se sientan un poco confortados. A veces, además, las donaciones llegan en el momento preciso, como la semana pasada cuando prepararon una cena especial para 70 personas sin techo. No tenían postre y una hora antes del reparto les llamaron para ir a buscar una donación de polvorones. Algunos les llaman el «comedor milagroso».

    Quílez explica que «las personas que nos apoyan siguen igual de comprometidas, pero la inflación se nota para todos». En su caso también han notado el descenso en los excedentes de los supermercados y tienen escasez de carnes, así que un grupo de entidades y vecinos se unieron para organizar actividades para recaudar fondos para poder comprar.

    La situación de los usuarios, además, ha empeorado, «antes con un poco de dinero ibas al supermercado y comprabas algo, ahora vas con 20 euros y no compras nada, así que a nosotros nos ha tocado esforzarnos más por ellos», explica. La mayoría de quienes aquí trabajan son personas voluntarias de todas las edades; desde jóvenes de instituto hasta personas que cumplen medidas penales alternativas, personas sin hogar o mujeres del barrio. Es una cadena de solidaridad larga y extensa, como comprobamos el día que les visitamos. Una pareja de señores mayores llevaba churros recién hechos en casa para que los voluntarios repusieran fuerzas «hay que ayuda a los que ayudan», decía ella.

    Sirven tanto comida preparada como alimentos para cocinar, no obstante la situación actual les ha obligado a repensar el servicio, así que a partir del mes de enero van aumentar de 80 a 100 las plazas diarias del comedor (hacen turnos) «que es nuestra esencia» y a disminuir los paquetes que entregan «confiamos en que hay otras entidades que también lo hacen». Si ahora reparten 12 al día a partir de enero serán 6. «Lo haremos así hasta abril y entonces haremos balance», señala Quílez.

    Mientras, también hay que alimentar las emociones, así que estos días están atareados con los juguetes que mañana entregarán a 124 niños de las familias que van al comedor y que ha conseguido con sus eventos la asociación Joguines del Rock. El día de reyes, además, contarán con la visita de sus majestades reales que han contado con la colaborción del Mercat Central, la Xaranga Tocabemolls y el Club Maginet para comprar regalos.

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