¿Conseguirá desplazar al coche la bicicleta para ir a la playa?

Los problemas de aparcamiento en las zonas de playa son un clásico del verano. Cuando no son en La Móra, son en la Llarga y sino en Cala Romana, pero al final la gente siempre se las ingenia para encontrar el codiciado hueco, aunque esto implique cruzar la N-340 con la sombrilla y la nevera jugándose la vida.

¿Por qué nos cuesta tanto desengancharnos del coche? Todos los años a partir de Sant Joan se refuerzan las líneas de autobús para ir a la playa. Durante el año pasado 46.855 personas utilizaron las líneas 16, 161 y 162 que son las que enlazan la Imperial Tarraco con Mas Rabassa y la Arrabassada con los barrios de la zona norte, La Canonja y Bonavista. En el contexto prepandemia, el número de viajeros llegó a los 69.512, según datos proporcionados por la Empresa Municipal de Transports (EMT). Unos números que deben ponerse en cuarentena, ya que estos servicios pasaban por el centro y, por tanto, había gente que no los utilizaba para ir a la playa sino para los desplazamientos del día a día.

Este año ha habido cambios en el recorrido y estas líneas actúan como lanzaderas, exclusivamente para ir a ponerse en remojo. Asimismo, se ha incrementado la frecuencia de paso con un total de 45 viajes diarios, en lugar de los 18 del año pasado. Tendremos que esperar a final de temporada para conocer los datos de usuarios y si esta apuesta para fomentar el transporte sostenible acaba generando frutos.

La segunda línea de actuaciones en la que se confía para descongestionar de coches las playas es el futuro carril bici de Llevant. Este es un proyecto que genera grandes expectativas y que todo apunta a que está más cerca que lejos. Está encima de la mesa tanto del Ministerio de Transportes, Movilidad y Agenda Urbana (Mitma) como del Ayuntamiento de Tarragona, ya que es una de las inversiones que va a hacerse para acabar de cerrar el traspaso de carreteras nacionales, todavía pendiente.

Desde el ministerio se está trabajando en la redacción del proyecto y en los Presupuestos Generales del Estado se incluyó una partida de 5,5 millones para llevar a cabo esta transformación. Esta cifra también incluye la ampliación del puente del Francolí, que va en la misma línea. Al final no se pagará con fondos estatales, sino con los Next Generation, aunque al final da igual si el dinero viene de Madrid o de Bruselas, sino que lo más importante es que se está trabajando en la definición de este paseo ciclable que enlazará el tramo final de la Via Augusta con Altafulla, modificando radicalmente todo este entorno.

Sin lugar a dudas, este es uno de los proyectos más transformadores y no tan solo beneficiará la movilidad sostenible de estos municipios y al turismo. Este es un proyecto que suma calidad de vida, la que podríamos ganar todos si finalmente conseguimos que la bicicleta se convierta en el medio de transporte para ir a la playa y disfrutar de este litoral único. Cuando llegue ya nos plantearemos cómo cargamos con la tabla de paddle surf, pero si ahora ya hay quien arriesga su vida pasando por allí con la bicicleta o el patinete, ¿se imaginan qué podría pasar con la infraestructura adecuada?