El 65% de los alumnos de la Facultat de Medicina de la Universitat Rovira i Virgili (URV) son de fuera de Catalunya. La facultad, con sede en Reus, ha acogido este curso un total de 747 estudiantes, de los cuales solo 240 son catalanes, 483 del resto de España, y 24 extranjeros. La mayoría de ellos son de Valencia, aunque también hay quien viene de Murcia, Madrid, Galicia o Andalucía.
Son datos curiosos teniendo en cuenta que hay muchos tarraconenses aspirantes a médicos –y también catalanes– que han tenido que ir a estudiar Medicina a universidades privadas de otros puntos de España, por no llegar a la nota de corte que se pedía en la URV.
El motivo principal es que en España existe lo que se conoce como distrito único. Eso significa que todos los estudiantes del país pueden optar a todas las universidades españolas. «Vemos como hay alumnos que se preinscriben en muchas facultades para asegurarse la entrada en una de pública», explica Fàtima Sabench, decana de la Facultat de Medicina i Ciències de la Salut de la URV.
Los alumnos españoles están todos en el mismo saco y, dependiendo de la nota de corte de cada facultad y de las preferencias, se van asignando y reasignando las plazas.
El problema llega cuando las reglas del juego para poder acceder a las facultades no son iguales para todas las comunidades autónomas. El criterio de acceso a la universidad no es el mismo en Catalunya que en el resto de España. Los requisitos para entrar en la carrera son distintos.
En el caso de Valencia, por ejemplo, los estudiantes pueden examinarse en selectividad de matemáticas, física, química o biología, como parte específica. De estas cuatro, se cuenta las dos que mejor nota saquen. En cambio, en Catalunya, las matemáticas no entran en este paquete, lo que significa que los alumnos catalanes cuentan con una opción menos para sacar buena nota.
Otro ejemplo es que en Catalunya hay que hacer el Treball de Recerca al terminar segundo de bachillerato. En cambio, en otros puntos de España no, cosa que da más tiempo a los alumnos para poder estudiar bien la selectividad.
«No sabemos si los criterios de acceso y el examen final del resto de España es mejor o peor que el de aquí. Lo que sí tenemos claro es que son distintos. Lo del distrito único tendría sentido si la selectividad y los criterios de acceso fueran los mismos en todas las comunidades autónomas», explica Sabench, quien quiere dejar claro que no se trata de que «unos sean más listos que los otros».
Lo mismo pasa en otras carreras. La diferencia es que hay muy pocas con tanta demanda como Medicina.
El eje ferroviario
De los 483 alumnos del resto de España que estudian Medicina en Reus, el 38% –283 alumnos– son de la Comunitat Valenciana, de Valencia, Alicante o Castellón. Los 200 restantes son de otras comunidades españolas, como Andalucía, Madrid y Murcia.
«Tarragona está muy bien situada geográficamente hablando. Estamos en un punto muy estratégico a nivel de corredor del Mediterráneo y de trenes», dice la decana de la facultad de Medicina de la URV, quien añade que «los valencianos y los andaluces se preinscriben en nuestra universidad porque tienen un tren directo que les lleva hasta aquí».
La carrera de Medicina es muy vocacional, lo que significa que al estudiante no le importa moverse un lado a otro, y así se garantizar poder entrar.
Otro de los factores que tendría algo que ver con la llegada en masa de estudiantes valencianos es que, en Valencia, hay menos universidades públicas y más privadas, lo que implica que la nota de corte es más alta en Valencia que aquí por el hecho de haber más competencia.
Volver al lugar de origen
Por norma general, cuando el alumno de Medicina acaba sus estudios –6 años de carrera, un año estudiando el MIR y 4 o 5 de especialidad. Un total de 11 años–, vuelve a su lugar de origen, cerca de la familia. Otros deciden quedarse.
Las facultades están llenas, pero siguen faltando médicos especialistas en Catalunya. Quizás lo que plantea este artículo podría ser uno de los factores.
La lucha por un sueño
Laura y Carmen, de 19 y 18 años y vecinas de Tarragona, son el ejemplo contrario. Tuvieron que irse a estudiar Medicina a una facultad privada de Castellón porque no les llegaba –por muy poco– la nota de corte. Además, estudiaron bachillerato en un instituto de Tarragona que tiene fama de estricto. Recuerdan el último curso del instituto como una etapa muy dura y con mucho sacrificio para sacar la mejor nota posible.
Laura y Carmen no entraron en la URV, pero sí en una universidad privada de Castellón. El cambio implicaba buscar alojamiento e irse de su ciudad natal. «No es justo que la selectividad sea distinta en cada comunidad, pero luego a la hora de escoger la facultad se haga de forma común», explican las protagonistas.
Las dos jóvenes están a punto de terminar el primer curso de Medicina y su intención es pedir un traslado de expediente a la URV.
Laura y Carmen llevan años luchando para poder cumplir su sueño cerca de su casa. «Dentro de lo que cabe somos privilegiadas. Nuestros padres pueden pagarnos la carrera en una universidad privada y la estancia en otra ciudad. De no ser así, quizás no podríamos cumplir nuestro sueño», cuentan las dos protagonistas.