El fin de la renta antigua amenaza a comercios del centro de TGN

Aunque no se sabe con certeza cuántos establecimientos se verán afectados, se teme que cierre algún negocio histórico

19 mayo 2017 23:59 | Actualizado a 20 mayo 2017 21:37
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Uno de enero, día en el que supuestamente se empiezan a poner en práctica todas aquellas buenas proposiciones hechas fruto del jolgorio de la fiesta, de una copa más de cava o del simple cachondeo entre amigos. Un 2015 cargado de buenas intenciones que contrasta con la entrada en vigor de la nueva ley de Arrendamientos Urbanos. Y es que el próximo 1 de enero, el día en que damos la bienvenida al 2015, puede ser el punto final de algunos comercios históricos de Tarragona. Como consecuencia de la famosa «ley Boyer», estos establecimientos pasarán de pagar una modesta cantidad para su alquiler a tener que hacer frente el precio actual de mercado. En muchos casos, los cálculos no salen y por eso se apresuran a buscar una solución para no tener que bajar la persiana definitivamente. El problema no les viene de nuevo, pero claro, ahora el tiempo realmente apremia, ya que sólo quedan unos días para que termine la prórroga forzosa de veinte años que decretó en 1995. Los negocios que siguen con alquileres de renta antigua han tenido 30 años para planificar su devenir.

Esta nueva ley amenaza el futuro de algunos comercios de la ciudad de Tarragona que todavía no tienen resuelta la renegociación de su alquiler con el propietario del local. Y es que la última palabra la tiene él, y aunque el actual comerciante esté dispuesto a pagar un poco más, quizás al propietario le salga más rentable negociar con otros que se ofrecen a pagar un alquiler más caro. Es un escenario bastante común en diversas ciudades del Estado, propietarios que se niegan a negociar porque esperan sacar mucha más rentabilidad a su local con un nuevo contrato con alguna franquicia que se encuentra al alza. Y es que ya lo dicen, el dinero manda.

Desde la Cambra de Comerç de Tarragona, Albert Abelló comenta que para ellos el tema ha pasado un poco desapercibido y que prácticamente no han recibido ninguna consulta de los comerciantes afectados. Señala que quizás, «como no es un tema nuevo, creo que poco a poco ha habido un proceso de transformación».

Opina que en la zona central de Tarragona casi no hay locales comerciales que aún tengan que cambiar su contrato de alquiler. «Seguro que hay alguno, pero no es significativa la cantidad de negocios que tengan que cerrar porque les afecta esta ley».

Cuenta que los propietarios de los locales hace ya tiempo que solucionaron este problema llegando a un acuerdo con los inquilinos que tenían esta renta antigua.

Añade además que esta ley no es el único factor que provoca que negocios antiguos cierren. «Muchos negocios, aunque tuvieran la ventaja de pagar una renta antigua, están fuera del circuito y la situación económica de los últimos años a nivel comercial y de consumo ha hecho que muchos locales cerraran a causa de los pocos ingresos que tenían». Cuenta que él entiende que 30 años son muchos, «han pasado muchas cosas, sobre todo en los últimos siete u ocho años. Esto ha comportado que una situación que hubiera sido traumática y catastrófica para la ciudad si se hubiera dado un año de margen, haya sido al final un aterrizaje suave». Siguiendo esta línea, insiste en que esta transformación en los comercios se ha visto agravada por la situación de crisis general y de consumo.

Insiste también en que cree que hay pocos casos en la ciudad y que si hay algún negocio que tiene que cerrar y vale la pena «se tendría que hacer un trato extraordinario, siempre y cuando su aportación a la ciudad fuera realmente positiva».

Añade que si realmente estos negocios aportan algo de valor a la ciudad por su antigüedad, «se tendría que buscar algún tipo de fórmula, como se ha hecho en otras ciudades. Quizás el Ayuntamiento deberá colaborar para que se llegara a un acuerdo a tres bandas entre el comerciante, propietario y el banco». Por el atractivo que tienen estos comercios, «aunque sólo sea turístico», valdría la pena mantenerlos abiertos.

Según él, la mayor parte de nuestros comercios no está sujeta a esta nueva ley, sino que son locales que pagan la actual renta de mercado. «También tiene que ser así; si una cafetería tiene una renta de 100 euros al mes y el de al lado tiene que pagar tres veces más, desde un punto de vista de competitividad es injusto. Que se igualen las reglas del juego para todos parece que tiene que ser lo más justo». Añade que si ha quedado alguien que no tiene arreglado su contrato «es raro que se esperen al último momento, porque si el negocio te funciona no te esperas al último día a negociar porque hay la posibilidad de que el propietario te eche a la calle».

 

Menos de los que pensamos

Y es que la cuestión no es un asunto baladí, ya que la diferencia de la renta antigua a la que hay actualmente en el mercado puede suponer que el alquiler de un negocio suba «hasta un 150%», cuenta el Asesor Jurídico del Departamento de Administración de Fincas de la Cambra de Propietat Urbana de Tarragona, Josep Dalmau. Añade que es difícil generalizar, ya que depende de la situación inicial de los negocios y de las diferentes actualizaciones y repercusiones que se hayan llevado a cabo a lo largo de la vigencia de los contratos.

Confiesa que a lo largo de estos años han recibido bastantes consultas por parte de los comerciantes y propietarios de los locales, aunque no se tienen datos de cuántos comercios están afectados en la ciudad. «No hay ningún registro donde obtener esta información, al tratarse de negocios totalmente privados. Probablemente sean menos de los que pensamos, aunque en algún caso puede tener alguna repercusión especial al tratarse de locales emblemáticos de la ciudad», añade Dalmau.

 

De la calle Unió a la Major

En Tarragona los comercios que pueden ver peligrar su continuidad están situados en la calle Unió, la Rambla Nova o en la Part Alta. Ninguno se atreve a contar su peculiar calvario después de estar muchos años de cara al público. La mayoría son historia viva de Tarragona pero están frente un aumento significativo en sus facturas.

Entre los afectados nos encontramos a dos comercios en la Part Alta de la ciudad, uno se dedica al comercio textil y el otro, al de electrodomésticos. Este último, según algunas fuentes, se trasladará a finales de año. Otro de los negocios afectados, éste situado en la Rambla y también dedicado al sector textil, está negociando –según la misma fuente– encarecer su alquiler pero continuar de cara al público.

El corazón urbano de cualquier ciudad ahora mismo está compuesto básicamente por grandes marcas, franquicias o la nueva moda del momento: tiendas de productos ecológicos y alternativos. Los establecimientos tradicionales no han encajado en ninguno de estos modelos que dominan el panorama comercial y su crisis se ha visto agravada por el fin de los alquileres de renta antigua. Y es que es innegable que para algunos comerciantes los alquileres de renta antigua eran un chollo para los negocios. Los costes del local eran irrisorios y en las zonas acomodadas, seguramente el de al lado pagaba tres veces más. Muchos negocios han cerrado ya o tendrán que cerrar en las próximas semanas. Solo hay que echar una ojeada a las zonas comerciales de las ciudades y el ritmo de aperturas y cierres de negocios para ver que casi no quedan tiendas de aspecto antiguo. Es evidente que no soportan los mismos costes que el resto, muchas tienen pocos clientes, pocos ingresos y el tener que pagar una renta antigua les permitía respirar un poco más.

Muchos de estos negocios el 1 de enero cerrarán; otros han puesto empeño y han conseguido arreglarlo y algunos han tenido que mudarse a locales comerciales peor ubicados. Pero si todos estos hubieran estado en el mercado actual hubieran cerrado hace tiempo. Para su suerte, han podido disfrutar de un extra que muchos otros negocios no han tenido.

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