El POUM participativo arranca con una clase magistral

El futuro POUM de Tarragona ha salido de los despachos y la pelota está ahora en manos de la ciudadanía, que tiene el gran reto de dibujar la ciudad del futuro, en un tiempo récord de dos años, para dar cumplimiento a la vigencia de las normas urbanísticas transitorias, que es de dos años. Los cronómetros están en marcha y doce días después de que el pleno aprobara el primer borrador de este documento, ayer arrancaba oficialmente el proceso participativo.

El pistoletazo de salida fue en el Palau de Congressos, en un acto que reunió a más de 200 personas, entre los que había arquitectos, constructores, representantes de las asociaciones de vecinos y de los ámbitos cultural y turístico, que ayer tomaron nota del debate sobre el que se profundizará en adelante, con las sesiones territoriales y sectoriales. El formato de esta primera sesión podría calificarse de clase magistral, en la que todos los asistentes pudieron tomar apuntes de los principales retos que se plantean, antes de coger el lápiz y un papel para dibujar esta Tarragona que todos tenemos en el imaginario y que tiene que hacer la vida más agradable a su gente.

«El objetivo es que cada persona sea un agente activo y dé su opinión, que no sea una ciudad para entendidos sino para las personas que la pisan», apuntaba el alcalde, Pau Ricomà. Durante su intervención, el máximo responsable municipal alentó a los ciudadanos a dejar atrás la Tarragona «que se queja», para empezar a trabajar en la ciudad que «se enfrenta a los problemas». Y acababa su intervención dirigiendo un mensaje claro a la ciudadanía: «El futuro de Tarragona está en vuestras manos».

Previamente, el concejal de Territori, Xavier Puig, había explicado las líneas maestras de un POUM que «parte del urbanismo de convivencia, la cohesión y la sostenibilidad». Y sobre estos tres aspectos se habló largo y tendido durante la mesa redonda en la que cinco especialistas en diferentes ámbitos pudieron exponer su punto de vista sobre diferentes aspectos del urbanismo.

El arquitecto y catedrático en Urbanisme de la UB, Josep Parcerisa, se centró en la ciudad «a dos velocidades», que empezó a desarrollarse a partir de los cincuenta con el desarrollo de Ponent ¿Y ahora qué toca hacer? Se preguntaba. «Se trata de concentrar los esfuerzos sobre el Francolí», de forma que este se convierta en «un nuevo horizonte de la ciudad de las décadas del siglo XXI».

Blanca Valdivia aportó la mirada feminista, la de la «ciudad cuidadora», que «pone la vida cotidiana de las personas en el centro», con baños públicos, bancos y refugios climáticos. «Las ciudades están pensadas para priorizar la actividad económica, pero no proporcionan el soporte físico adecuado para sostener la vida», lamentó.

El arquitecto Arnau Tiñena centró su intervención en la transformación interna de la propia ciudad y el modelo de ciudad compacta. Y sobre este último aspecto su punto de vista es el de «un nuevo centro verde» con el Francolí como eje vertebrador.

Carme Miró, responsable del Pla Barcino, centró la mirada en el patrimonio y defendió la importancia de este elemento como «elemento de cohesión social y económica». Finalmente, el geógrafo Rafael López-Munné se extendió sobre el contexto de emergencia climática y la necesidad de transformar la movilidad y reformular la relación con la periferia. «Tenemos la suerte de poder hacer un POUM en estos momentos de grandes retos», aseguró. Aceras amables, anchas y con vegetación, mucha vegetación, forman parte de este nuevo modelo de urbanismo que, según López-Munné, debe ser los protagonistas en esta ciudad del futuro, «con muchos menos coches», y en la que «tendremos que movernos de otras formas». «Hasta que no podamos ir a pie de forma agradable a los barrios seguirán siendo otra ciudad», decía.

En el Día Mundial del Urbanismo, Tarragona vivió una jornada en la que durante más de dos horas y media el urbanismo fue el protagonista, y lo más importante es que pudo comprobarse que cuando este afecta a la vida de las personas, interesa.