El repunte del turismo ruso beneficia a la ciudad de Tarragona

Pernoctan en hoteles de los municipios costeros y vienen a pasar un día de excursión

29 julio 2019 07:20 | Actualizado a 29 julio 2019 07:44
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El turismo ruso vuelve a repuntar y su presencia se hace evidente en las calles de Tarragona. En este caso, no obstante, estamos hablando de un mercado que prefiere alojarse en los municipios del núcleo central de la Costa Daurada y que viene a pasar unas horas de excursión a Tarragona. «A nivel de pernoctaciones no es ni mucho menos un mercado principal, pero sí que los vemos paseando por la ciudad», argumenta el gerente del Patronat Municipal de Turisme de Tarragona, Ángel Arenas.

Durante el año pasado el mercado ruso representó aproximadamente el 2% del 1,4 millones de pernoctaciones que registró la ciudad de Tarragona. Un dato que a finales de esta temporada puede suponer un porcentaje más elevado, ya que «hemos notado un crecimiento de entre el 15 y el 20%, añade Arenas. Este incremento es ligeramente superior a la previsión que se daba a conocer a principios de temporada, por parte del touroperador TUI Russia & CIS. La agencia calcula que transportará entre el 10 y el 15% más de turistas procedentes de este país durante este verano, unos cálculos que generaron optimismo entre el sector.

Los turistas rusos llegan a Tarragona con excursiones desde Salou, Cambrils y La Pineda, para conocer el patrimonio y hacer compras. Esto hace que se muevan principalmente por el entorno de la Rambla Nova, las inmediaciones del Mercat Central y la estación de autobuses.

La visita al Monument dels Castells, el Balcó del Mediterrani, el Amfiteatre y la Capçalera del Circ constituyen parada obligatoria. No obstante, tan o más importante resulta el tiempo que dedican a hacer compras. En este sentido, el Mercat Central se ha convertido en un espacio de peregrinaje para muchos de los turistas que llegan a la ciudad y también lo es para los rusos que vienen de excursión. «El carillón ha ayudado, pero el mercado siempre ha sido una atracción y ahora más», asegura la presidenta de la Associació de Paradistes del Mercat Central, Montse Bertran.

Los turistas entran al interior para sacar fotos del techo modernista, pasean por las paradas y aprovechan para hacer compras. Sectores como las pescaderías y las carnicerías no tienen demanda. En cambio, las charcuterías sí. El fuet y el jamón son los productos estrella y los turistas acostumbran a no salir sin un paquetito de embutido envasado. Ambos llaman mucho la atención a los extranjeros, que solicitan poder probarlo y al final pueden acabar comprando, o no.

«No es verdad que los rusos compren mucho. A lo mejor sí, te vendrá uno y te comprará el jamón más caro, pero habitualmente no saben qué están comprando y se mueven por impulsos», argumenta Bertran. Esto genera cierto malestar entre algunos vendedores. Se entienden con gestos cuando los visitantes piden que les corten con el cuchillo un trocito de jamón, y después de probarlo algunos se marchan. Hay paradas que han tomado medidas.

En su establecimiento, Montse Bertran tiene un cartel escrito en ruso en el que se lo deja muy claro: «Si quieren degustar tienen que pagar un euro, que después se lo voy a descontar si acaban comprando». Esta comerciante llegó a esta situación cansada de los malos modos. «Venían y había algunos casos en los que casi te lo arrancaban de las manos. Hay quien se piensa que es una obligación», concluye.

La Costa Daurada constituye uno de los principales destinos vacacionales, dentro de España, para el mercado ruso y aproximadamente el 60% del total de visitantes se aloja en este territorio. En 2017 llegaron un total de 700.000 turistas procedentes de este país, y se prevé que este 2019 este mercado crezca entre un 10 y un 15%. Supone la recuperación de un mercado que en el año 2012 llegó a superar por primera vez al turismo británico. No obstante, la devaluación del rublo y la crisis política generada en Ucrania provocó en 2015 una caída de los visitantes, que empezó a recuperarse hace dos años y este 2019 está consolidándose.

Personal especializado

La evolución de este mercado se sigue de cerca desde las grandes superficies comerciales, que son algunas de las principales beneficiadas. El Corte Inglés explica que, cuando se planteó su apertura en la ciudad, ya tuvo en cuenta «el potencial turístico del territorio» y, en concreto de este mercado. Para ello, el centro dispone de uno o dos trabajadores nativos, en algún caso incluso tres, por planta.

Hay servicios como los de personal shopper, con tres personas, de los cuales dos hablan ruso. Esto hace que la cifra de empleados que habla el idioma llegue a treinta. «Quieren un trato personalizado y que les acompañen durante toda la experiencia de compra», explica el centro. Y esto significa que la zona de electrónica y la tienda gourmet representan paradas indispensables.

Fuentes del establecimiento ubicado en la Rambla President Companys apuntan que desde que empezó la temporada fuerte de turismo, el pasado mes de junio, se ha detectado una tendencia al alza en el tíquet medio. «No es lo mismo que hace cuatro o cinco años, pero sí que es verdad que está siendo mejor que el verano pasado y el gasto es superior», argumenta el centro comercial. El Corte Inglés no proporciona datos. No obstante, los turistas están detrás de más de la mitad de la facturación del centro tarraconense y los rusos son un mercado muy importante.

En la megafonía del centro se escucha ruso, un guiño hacia unos clientes que se han etiquetado como muy importantes y que reciben el mismo trato que el árabe o el japonés en las tiendas de Barcelona.

La recuperación de este mercado está costando más de llegar al pequeño comercio. No obstante, éste se esfuerza para abrirle las puertas de sus tiendas. «Empecé a abrir los mediodías precisamente para los rusos, pero significan un porcentaje muy bajo», asegura el presidente de la Via T, Salvador Minguella. Los franceses, alemanes e ingleses son los principales mercados para Tarragona cuando hablamos de turismo extranjero. Pese a ello, en establecimientos como en joyerías, que han visto una oportunidad, están empezando a incorporar personal que hable el ruso. Una apuesta que hacen algunos negocios de forma individual. «Aquí hay tiendas en las que ni siquiera pueden atenderte en inglés», sentencia Minguella.

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