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    «Fuera de servicio, disculpen las molestias»

    Crónica. Parkings municipales Los usuarios se quejan de las máquinas para pagar y el mal funcionamiento para acceder

    31 agosto 2022 09:39 | Actualizado a 31 agosto 2022 11:57
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    La controversia con los aparcamientos en Tarragona parece que va más allá de la polémica con la zona azul. La alternativa, como en muchas otras ciudades, son los parkings municipales. Tarragona cuenta con siete aparcamientos cerrados repartidos por la ciudad: Saavedra, Torroja, Av. Catalunya, Imperial Tárraco, Rambla President Lluís Companys, Francesc Bastos y Joan XXIII. En todos existe la posibilidad de abonarse e incluso de reservar una plaza privada para evitar la situación de no encontrar sitio. A priori, un servicio variado con parkings en diversas ubicaciones. La realidad, sin embargo, es otra.

    Desde hace tiempo, muchas de las máquinas para realizar el pago no ofrecen las prestaciones adecuadas. Y para verlo, no hace falta más que visitar algunos de ellos. Primera parada: parking de la Rambla Lluís Companys. Los pocos aparatos están ‘decorados’ con carteles en los que se puede leer la misma frase: «fuera de servicio, disculpen las molestias». Uno de los usuarios que justo aparcó su coche para ir al juzgado explicó que, pese a las quejas, la situación no cambia. «Estoy abonado desde hace tiempo por comodidad y eso me permite no tener que pasar siempre por la máquina para pagar después de cada servicio». Además, el conductor contó que «alguna vez ha informado al personal que trabaja dentro para que intenten arreglar el problema, porque al final la gente se acabará cansando».

    Segunda parada: parking del Joan XXIII. Pese a estar en otro aparcamiento, el escenario es el mismo que el de la Rambla Companys. La mayoría de las máquinas no funcionan.

    «Más de una vez las máquinas se han estropeado y tiene que venir el trabajador del parking a abrirme para poder salir» Usuaria habitual del parking del Joan XXIII

    Una mujer que estacionó su vehículo catalogó el funcionamiento de «obsoleto». En este caso, no solo se refirió al momento de pagar. «Está muy anticuado, sobre todo la máquina para entrar y salir. Debería estar mejor automatizado. En el parking del Parc Central, por ejemplo, el lector identifica la matrícula y el acceso es más rápido. Pero en este tienes que darle al botón, esperar a que salga el tíquet y que se abra la barrera». No obstante, en la práctica aparecen otros impedimentos. «Más de una vez las barreras se han estropeado y ha tenido que venir el trabajador a abrirme. Además, de vez en cuando el aparato no acepta la tarjeta y la acaba expulsando», explicó la mujer.

    «¿Dónde vamos?». Alguien no dudó en escribirlo debajo de «fuera de servicio, disculpen las molestias». Finalmente, la caseta de trabajadores acaba siendo el lugar para pagar. Al parecer, las máquinas no son capaces de cumplir su función.

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