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    «Hay momentos en que te abate la soledad»

    El sentimiento de aislamiento afecta a ocho de cada diez personas atendidas por Creu Roja. Un estudio encuentra que la soledad no sabe de edad y que se ceba con los más vulnerables

    26 octubre 2022 20:54 | Actualizado a 27 octubre 2022 07:00
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    Carlos Giovanny lleva la cuenta exacta: hace un mes y 26 días que llegó a Tarragona. Este colombiano de 36 años ha llegado con la intención de buscarse un futuro. Es paramédico y desde que llegó no ha parado de tocar puertas; entre ellas la de Creu Roja, donde se apuntó como voluntario. Ya ha colaborado en el programa de intercambio de jeringuillas y ayudado en los cursos de primeros auxilios para personas inmigrantes. Es una actividad que, dice: «me da mucha alegría». También está estudiando catalán.

    Carlos está comenzando a tejer sus redes sociales después de dejar amigos, trabajo y familia en su país. Señala que se mantiene en contacto con los suyos por teléfono o WhatsApp, pero «hay momentos en que te sientes abatido por la soledad», reconoce. Está muy agradecido con el trato que le dan en la entidad, pero siente que la manera de relacionarse aquí es distinta «el trato es mucho más formal que en Latinoamérica», dice.

    A priori un perfil como el de Carlos no es el primero que se viene a la mente cuando se habla de soledad no deseada. No obstante, los datos del Primer Informe del Observatorio sobre este fenómeno realizado por Creu Roja ha demostrado que, más allá de los mayores que viven solos, hay muchos otros colectivos especialmente vulnerables. El de las personas migrantes es uno de ellos.

    Pandemia entre los jóvenes

    Anna Sabaté, coordinadora provincial de Creu Roja en Tarragona, explica que desde la entidad ya habían detectado que la soledad es una vulnerabilidad en sí misma y que ya estaba creciendo antes de la pandemia de Covid-19, pero después de la misma encontraron que era indispensable abordarla. Así hicieron una completa encuesta entre 1.511 usuarios de Catalunya ( 397 en Tarragona). El principal resultado fue que un 77% experimenta algún tipo de soledad, y de ellas el 16,6% admiten sentir soledad grave o muy grave.

    El estudio sirvió para desmontar algunas ideas, como la de que se trata de un problema exclusivo de mayores, tal como explica el presidente provincial de la entidad, Ramón Grau. Los indicadores más altos de soledad, de hecho, los encontraron en el grupo de edad más joven del estudio (18 a 29 años).

    Sabaté apunta que no hay que perder de vista que la pandemia hizo que cambiáramos la manera de relacionarnos. El 73% de los jóvenes dijo que después de la covid se ha reducido el círculo de personas con quienes se reúne presencialmente y la frecuencia con que lo hace.

    Apunta además que la encuesta se basa en percepciones y expectativas y los jóvenes son los que tienen más relaciones basadas exclusivamente en las redes sociales donde «todo el mundo tiene amigos y parece que está siempre de fiesta».

    No obstante, desde la entidad apuntan que la nuevas tecnologías pueden ayudar a paliar las situaciones de soledad y ampliar las posibilidades de interactuar con otros.

    ... Y la señora Teresa usa la tablet

    Un ejemplo de lo que puede suponer acceder a la tecnología es el de la señora Teresa Martorell, de Roquetes. Tiene 77 años y es viuda desde hace 22. Vive sola y por problemas de salud sale poco de casa. Tiene tres hijas que están pendientes de ella, pero tienen sus hijos y sus obligaciones.

    En sus circunstancias la participación de Creu Roja ha supuesto un alivio importante a su sentimiento de soledad. La llaman con frecuencia y de tanto en tanto la van a visitar. Eso sí, lo que supuso toda un revolución para ella fue cuando «vino una chica y me enseñó a usar la tableta y el móvil. Así por las noches hablo con mis hijas», relata, Asegura que «estoy muy, muy agradecida».

    Otro de los hallazgos del estudio es que «la soledad es inversamente proporcional al nivel de ingresos», es decir, que a más pobreza más soledad. También se sienten más solas las personas migrantes, las que están en paro o las que tienen algún tipo de discapacidad. También las quienes viven en un entorno urbano se sienten más aisladas que quienes están en un entorno rural.

    Vivir solo y estar solo

    De todas maneras aclaran que no es lo mismo vivir solo que sentirse solo. De hecho entre las personas que viven solas el porcentaje de soledad no deseada es muy similar al de quienes viven con otros.

    Vivir solo, incluso, es algo a lo que aspiran más de la mitad de los encuestados (en especial mujeres) que consideran que vivir solo es bueno o tiene más ventajas que inconvenientes. Tres de cada 10 personas menores de 65 años quiere vivir sola cuando llegue a la vejez. «El estigma del abandono que acompaña a las personas que viven solas está desapareciendo», relata Sabaté.

    «Tenemos mucho trabajo, no solo Cruz Roja, sino también las administraciones y la sociedad», reconoce la coordinadora provincial, quien apunta que, a la luz de estos datos, las iniciativas para abordar la soledad no deseada no podrán centrarse exclusivamente en un solo colectivo. El presidente de la entidad insiste en la misma idea y recuerda que la soledad es un factor de vulnerabilidad en sí misma y la OMS reconoce que es un factor de riesgo «tanto para la salud física como mental».

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