La catálisis de la literatura

Núria Ruiz, investigadora y docente de la Universitat Rovira i Virgili (URV), aborda cuestiones químicas a partir de obras literarias, principalmente de autores orientales

22 junio 2019 16:19 | Actualizado a 22 junio 2019 16:32
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El ser humano es integral, un conjunto, una suma de pequeñas moléculas. Sus intereses por unas disciplinas determinadas no excluyen inquietudes por otros aspectos, sean estos complementarios o diametralmente opuestos. Esta es la premisa de la que parte Núria Ruiz, para quien ciencias y humanidades van de la mano y unas no se pueden entender sin las otras

Núria Ruiz (@NuriaRM1) es química, investigadora y docente en la Universitat Rovira i Virgili (URV). Pero también es comunicadora audiovisual y una apasionada de Oriente, lo que la llevó a estudiar un máster sobre China y Japón.

«No quería que estas tres ramas quedaran desvinculadas y pese a que aparentemente son muy diferentes, tienen relación y me permiten explorar la química desde otras vertientes», cuenta.

¿Desde cuáles? «Desde la literatura y no necesariamente científica», responde. 

«Los científicos deben saber cómo funciona la sociedad y la única manera de hacerlo es conociendo sus necesidades»

Ávida lectora, esta profesional aprovecha el placer que le procura un buen libro para acercarse a la ciencia desde otro punto de vista, presentarla a sus alumnos en pequeñas pinceladas y, por ende, a la sociedad.

En este sentido, destaca la obra de Mo Yan, Premio Nobel de Literatura en 2012, «muy centrada en aspectos nutricionales durante la época de la gran hambruna china. En sus novelas relata qué problemas había tenido la población a nivel de nutrición, la falta de alimentos adecuados y cómo sobrevivían. Y vi que podía utilizar algunos de estos fragmentos para explicar, por ejemplo, aspectos nutricionales de la química, de determinados nutrientes que son necesarios para vivir».


Otro ejemplo es Cero K, del autor estadounidense Don DeLillo. «Habla de la criogenización de las personas para, en el momento de descongelarlas en un futuro, curar determinadas enfermedades. La ‘K’ hace referencia a grados Kelvin y ya solo el título me da mucho juego para recomendarla en clase porque es la temperatura más baja a la que se puede llegar, que son cero grados Kelvin. Pero todo esto me lo encuentro cuando leo, no voy a buscar los libros expresamente», manifiesta.

Interdisciplinariedad y divulgación es su máxima. «Me gusta que los estudiantes puedan tener una visión amplia, que no solo estudien química sino que vean que esa química afecta a las personas y que lo que hacen debe llegar a toda la sociedad, de la que somos parte. Por tanto, debemos saber cómo funciona y la única manera de hacerlo es conociendo sus necesidades, algo que no se capta solo con estudios técnicos o científicos. Va más allá».

«Se puede comparar el agua con una persona. Ambas se adaptan al contexto y son reticentes a ser modificadas».

Individuo vs agua
Ese más allá es el paso que Núria ha dado en su trayectoria profesional, desde las iniciales reacciones químicas de catálisis en laboratorio hasta su línea de investigación actual. En este sentido, en 2017 participó en Zaragoza en el congreso Japón y el agua, donde impartió la ponencia El agua como medio para expresar las transformaciones de identidad. Un análisis interdisciplinar de ‘El Baño’, de Yoko Tawada.

«Esta escritora japonesa trata aspectos que hacen referencia a las transformaciones de identidad que una persona sufre cuando cambia de país y lo hace a través del agua con la que expresa diferentes sensaciones, por ejemplo, cómo tiene que cambiar para adaptarse a Alemania. Sin embargo, allí la ven como una japonesa, la tienen idealizada por el exotismo y esperan de ella una serie de cosas. Al mismo tiempo, no obstante, a los ojos de los japoneses está occidentalizada». 

A partir de este texto, Núria decidió que hablaría del agua como producto químico, de su composición así como de sus aspectos de adaptación. «Es un líquido que puedes poner en diferentes recipientes, que a su vez pueden adoptar diferentes formas. Del mismo modo, se puede apuntar su resistencia a ser modificada, como las propiedades de una persona. Qué es lo que se espera de nosotros, cómo nos vamos adaptando a diferentes contextos y también cómo nos resistimos a una serie de cuestiones», puntualiza Núria.

La ponencia, con la que sorprendió a los presentes, se incluye en el volumen Japón y el agua (Colección Federico Torralba de Estudios de Asia Oriental). «Estoy muy orgullosa de compartir espacio con autores como los que recoge este libro, muy interesantes y expertos en el campo de Japón».

Pero la cuestión es ¿el maridaje entre ciencia y literatura repercute en la sociedad? Este es el interrogante que se plantea Núria y que pretende responder. Para ello ha puesto en marcha un proyecto social en colaboración con la Biblioteca Pública de Torreforta.

«Estudio cuantificar, junto a la Biblioteca de Torreforta, si el maridaje de ambas disciplinas tiene un  impacto social»

« Quiero comprobar qué impacto tiene el binomio tanto sobre la ciencia como sobre la literatura. Trabajaremos en equipo con los asistentes los conceptos científicos acompañados de lecturas con imágenes o fragmentos de películas con el propósito de cuantificar si este tipo de actividades tienen repercusiones en el interés por la ciencia», manifiesta. Núria partirá de fragmentos de autores originarios de China y Japón que desgranará en función de las edades y los perfiles. 

Sociedad, Oriente, visibilizar a la mujer científica... Núria Ruiz es también la profesional que más ha dado a conocer la figura de Tu Youyou en el territorio, premio Nobel de Medicina en 2015 por sus investigaciones sobre la malaria. «Mezcló la medicina tradicional china con la actual y lo llevó a cabo en una época muy difícil. Era el momento de la revolución cultural y de la guerra del Vietnam y había mucha necesidad de curar una enfermedad que causaba muchísimas muertes».

Precisamente en la Biblioteca de Torreforta Núria impartió una de sus últimas charlas sobre Youyou. «Me interesa mucho su perfil, como mujer, como profesional y como madre que tuvo que separarse de su familia para investigar», destaca.

Núria Ruiz aboga por una ciencia más humana y una sociedad más científica. «No es solo laboratorio. Está en el entorno y las fronteras deben desaparecer. A esto se une el hecho de que trabajamos con dinero público y tenemos que poder explicar qué hacemos con él», sentencia.

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