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    «La comida está buena, pero en verdad vengo por la compañía»

    En la Llar de Jubilats de Sant Salvador se reúnen a comer una quincena de mayores que viven solos. Participan en un programa piloto que ha puesto en marcha el Ayuntamiento contra el aislamiento social

    20 julio 2022 07:00 | Actualizado a 20 julio 2022 07:00
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    Pese al calor asfixiante que castiga a la ciudad, en la Llar de Jubilats i Pensionistes de Sant Salvador (rodeada de pinos enormes) corre el aire y el tiempo parece que transcurre más despacio. Acaban de llegar Mari Zapico y Asunción ‘Chon’ Callejero, que se sientan un rato a hablar de «sus cosas», con María Ángeles Marín, presidenta de la Llar, hasta que sea la hora de comer.

    Y aunque a veces hay temas más alegres, «sus cosas» hoy tienen que ver con la viudedad. Cada una la vive a su manera, ‘Chon’, la más dicharachera, no le perdona a su marido que se marchara antes que ella y Maria Ángeles reconoce que, pasados los años, todavía hay momentos en que tocan al timbre y cree que es él.

    Las tres viven solas y solían comer con la única compañía de la televisión hasta que comenzó el programa ‘Dinar en companyia’ que ha puesto en marcha el Ayuntamiento de Tarragona en esta Llar y en la del centro desde el mes de junio pasado. Aquí vienen cada día al comedor un promedio de 15 comensales. La mayoría son mujeres y el más mayor tiene casi noventa.

    Como en el comedor del cole

    El programa tiene como objetivo ayudar a combatir el aislamiento social de mayores que viven solos y que conservan su autonomía. Chon resume lo que la lleva a participar: «la comida está buena, pero en realidad venimos por la compañía». Ella, por ejemplo, viene en días alternos, porque su hijo también le lleva la comida ya preparada a casa «y no quiero que se me enfade».

    Cuando se acerca la hora de la comida, Mari Santos, Trabajadora de la fundación Formació i Treball, que gestiona el comedor y Maria Ángeles comienzan a poner las mesas. La cosa tiene su arte, porque el objetivo es que nadie se quede solo y que se sienten cerca los que hacen buenas migas para que haya conversación. Hay una especie de pacto no escrito: aquí no se habla de política y no se critica a los demás.

    Y, aunque la comida en sí no es lo más importante sí que se le presta atención. Los menús son equilibrados «y la Mari (Santos) vigila que nos lo acabemos todo, como los niños del comedor» cuentan entre risas. Mari, por su parte, lo confirma: «a veces hay que empujarlos un poquito, pero son muy agradecidos, les gusta todo».

    Con la edad, relatan, a veces se pierde un poco el apetito, pero entre unos y otros se animan y se dicen frases del tipo «un poquito más que está rico». También ayuda el hecho de que son de una generación en la que lo de dejar comida en el plato está mal visto.

    Mari Zapico, la más inapetente, relata que otro de los problemas de estar sola es que les cuesta cocinar para una sola persona ellas que se han pasado la vida guisando para unos cuantos «a poco que hagas te sobra y tienes que comer lo mismo dos días», cuenta.

    Maria Angeles dice que la vida está regresando a la Llar poco a poco, pero la Covid ha hecho mella. Faltan los que murieron en la pandemia, pero también los que ahora apenas salen de casa. Su medida son las mesas en las que se juegan las partidas de cartas: donde solía haber cuatro hoy, con suerte, hay dos.

    El aislamiento crece con la Covid

    La puesta en marcha del programa es una de las respuestas a un problema que han venido detectando desde Serveis Socials y que se ha incrementado con la pandemia: el sentimiento de soledad no deseada entre los mayores.

    De hecho en un estudio realizado recientemente entre el Ayuntamiento y Creu Roja en la Part Baixa de la ciudad se encontró que un 58% de las personas mayores de 80 años sufre aislamiento social.

    No se trata de un tema menor, el estudio destaca que hay asociaciones claras entre las redes de apoyo social y la salud física y mental. A más aislamiento más hospitalizaciones, más mortalidad y depresión. En resumen, al final la compañía también alimenta.

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