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    La crisis energética dispara el tráfico de carbón en el Port de Tarragona

    Las cargas y descargas del mineral, controvertido por sus emisiones, se cuatriplican este año en Tarragona por la demanda para electricidad de países de la UE que dependen de Rusia

    25 agosto 2022 20:17 | Actualizado a 26 agosto 2022 07:00
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    El tráfico de carbón en el Port de Tarragona se ha disparado casi un 78% en el primer semestre de este año en relación con el anterior. Es otra de las consecuencias de la invasión rusa de Ucrania y la crisis energética desatada. Aún es más palpable si se analizan los últimos meses. En el trimestre de abril a junio las toneladas de este recurso, en el ojo del huracán por su potencial contaminante, se han cuatriplicado: de 324.000 toneladas a 1,4 millones.

    O, lo que es lo mismo, solo lo que llegó este junio supera al balance de marzo a junio, cuatro meses, del año pasado. El acumulado del semestre bate el récord de los últimos cinco años y da un giro drástico a una tendencia previa que era de clara bajada.

    En 2021 llegó a Tarragona un 4% del carbón que venía en 2014. El curso pasado, sin la guerra de Ucrania pero con la energía encareciéndose, ya se notó un ligero incremento, aunque nada que ver con la actual dinámica. Así lo analiza Roger Medina, economista e investigador del Institut Ostrom: «Ahora mismo no es compatible asegurar el suministro energético y a la vez cumplir con los objetivos de descarbonización en algunos países. Es un debate controvertido. El carbón es una tecnología muy emisora, pero muchos países estarán aumentando su uso de manera temporal. La Comisión Europea ya ha hecho varias comunicaciones, permitiendo temporalmente un aumento de la generación de carbón aunque eso suponga no cumplir objetivos».

    Para generar más luz

    Medina sostiene que «en España en lo que va de año ya hemos generado más electricidad con carbón que en todo 2020 o 2021, y solo en ocho meses, también porque la generación hidráulica está muy mermada por la situación de los embalses y porque en momentos puntuales las renovables no han podido producir en niveles elevados». El resultado es que la electricidad por esas vías ha crecido del 2 al 3 o 4%. «Podemos cerrar el año con un aumento en un 30% y eso será un aumento claro de las emisiones», apunta Medina.

    La llegada de este recurso había disminuido drásticamente en los últimos años

    Ahora bien, lo que sucede en Tarragona tiene más que ver con lo que pasa en el resto de Europa que aquí. «Italia ha tenido que poner en marcha sus térmicas, que las tenía prácticamente apagadas, y necesita el apoyo de un puerto como Tarragona, que puede hacer acopio de ese carbón y se lo vamos entregando. Logísticamente estamos mejor preparados que los puertos de allí», explica Pablo García, director general de Euroports, la firma que opera en el Port.

    Tarragona actúa como un ‘hub’, recibiendo el material de lugares tan dispares como Sudáfrica o Colombia, entre muchos otros, para enviarlo en buques a tierras transalpinas. «La infraestructura forma parte de las respuestas que la Unión Europea está utilizando para afrontar la actual crisis energética», explican desde Euroports.

    La compañía es, pues, un eslabón logístico clave en esa situación de urgencia que vive, en concreto, Italia, pero que también padecen otras naciones como Alemania. «Estamos desempeñando un papel de apoyo para garantizar el suministro energético a países europeos que necesitan soluciones de emergencia en este complejo momento coyuntural. La polivalencia y eficiencia de la terminal de minerales ha sido determinante en este sentido», reivindican.

    «Italia ha puesto en marcha sus térmicas y necesita el apoyo de un puerto como el de Tarragona», explica Pablo García, director general de Euroports

    El carbón se descarga en Tarragona para ser luego embarcado también vía marítima con destino a centrales térmicas en Italia.

    ¿Qué está ocurriendo? «Están pidiendo que, de manera temporal, se destine el gas para reservas, de cara al invierno, y no se utilice para generar electricidad. Y ahí entra el combustible alternativo que es el carbón», cuenta Medina.

    Debate abierto

    «Italia tiene una producción intensa en ciclo combinado y, si quiere reducir el consumo de gas para almacenarlo, la alternativa a corto plazo es el carbón, porque no podemos construir centrales nucleares en meses», añade Medina.

    El debate sobre la conveniencia o no de apostar por este mineral está servido. «Esto deberá tener un límite acotado en el tiempo. Estamos poniendo ya muchos paréntesis en los objetivos de descarbonización marcados, por ejemplo, en 2050. El transporte en barco es más eficiente pero hay que tener en cuenta que si generamos un megavatio hora con carbón provocamos 0,95 toneladas de CO2. Si lo hacemos con gas, es 0,37, una tercera parte» , cuenta Medina.

    La discusión, según este investigador, no se ha zanjado, tampoco en España: «La central de As Pontes, en Galicia, estaba en desmantelamiento. Desde junio no opera pero el Gobierno ha pedido un informe preguntando por si podría volver a generar si fuera necesario. Es la planta que más emisiones genera en España. Volver a construir plantas térmicas de carbón no se plantea pero sí a corto plazo posponer algunos de esos cierres, como está pasando en Alemania con las nucleares».

    Expertos y ecologistas alertan de que la crisis climática puede agravarse a raíz de la guerra de Ucrania

    «A nivel estatal están todas las térmicas cerradas. Tarragona es un punto de intercambio con otros países. Pero estamos ante una crisis de los recursos energéticos que hemos usado en los últimos 100 años», explica Sergi Saladié, investigador del Grup de Recerca GRATET de Anàlisi Territorial i Estudis Turístics y profesor de Geografia en la URV.

    Saladié reconoce que «la guerra de Ucrania ha acelerado el problema y nos lo ha puesto antes los ojos, pero es algo que ya venía de lejos». Para él, este incremento del uso de carbón debería ser «algo absolutamente transitorio y excepcional, que además soluciona un problema pequeño».

    «Tenemos que preparar a la sociedad para un futuro de escasez de recursos. Es un cambio de modelo y mientras no se entienda seguiremos quemando lo que haga falta. La transición la haremos, queramos o no, porque carbón queda el que queda en condiciones para ser utilizado. Una de las claves es el decrecimiento, no podemos seguir consumiendo así», indica Saladié.

    Eloi Nolla, coordinador de energía en Catalunya de Ecologistes en Acció, denuncia que «no se podrán cumplir los compromisos de bajada de emisiones ni europeos ni mundiales y la crisis climática irá creciendo, si no hacemos algo para bajar las emisiones de los combustibles fósiles».

    Para Nolla, la guerra y sus desencadenantes energéticos «muestra la fragilidad del sistema en que vivimos» y apuesta por «un cambio que debe ser estructural en toda la sociedad, de modelo apostando por las renovables» más allá de lo que pueda suceder ahora: «Carbón sigue habiendo mucho y es una tentación, así que quemarlo es el recurso fácil. Y países como Alemania o Italia no tendrán más remedio a corto plazo».

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