La Cruz Roja ha atendido este año a 120 sintecho en Tarragona

Cada domingo por la tarde hace una ronda en la ciudad para repartir alimentos y bebidas

23 agosto 2021 17:10 | Actualizado a 24 agosto 2021 10:28
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Alex, Mari Carmen, Ana, Pedro José, Juan Luis, Gorka, Marcos... Son los nombres de algunos de los sintecho que cada domingo atiende un grupo de voluntarios de Creu Roja de Tarragona. Cada uno de ellos tiene una historia, un porqué que les ha llevado a vivir en la calle. Para los y las tarraconenses son (casi) invisibles. No para Omar, Emilie y Laura, los tres voluntarios que anteayer domingo les llevaron un pequeño pack de comida: un bocadillo de tortilla, un zumo, una pieza de fruta, un dulce y una taza de caldo. ¿Por qué bocadillo de tortilla? «Por si nos encontramos con un musulmán, para que también pueda comérselo al no ser de embutido», responde Omar.

Desde 2013, todos y cada uno de los domingos del año, voluntarios de Creu Roja hacen una ronda en Tarragona en busca de los sintecho. Conocen al dedillo la zona en que se ubican y los propio sintecho les esperan: la plataforma del Miracle, los tinglados del Moll de Costa, el entorno de la piscina del Serrallo, la Rambla Nova… «Son gente fija, ‘clásica’ de Tarragona. Les conocemos bien y ellos ya nos ubican», relata Omar. El psicólogo de Cruz Roja encabeza siempre la comitiva de la ONG. Sus acompañantes se van turnando: Elsa, Luis, Blanca, Víctor, Isabel, Marlón, Noemí…

La Rambla Nova es el punto donde más se concentran los sintecho para recoger el pack de comida. «Ahí intentamos ser más rápidos. No queremos dar un espectáculo. Hay gente que se les queda mirando», cuenta Omar.

Menos mochileros

Las medidas contra la pandemia han rebajado el número de los sintecho. Antes había muchos mochileros que dormían en la calle y pedían limosna para poder seguir viaje, pero el cierre de fronteras impidió que viajasen.

El 95% de los sintecho son hombres. Entre el 5% de mujeres, la inmensa mayoría vive en la calle junto a su pareja. Apenas hay mujeres solas. «Muchos duermen en la playa y al llegar el frío se buscan la vida y se instalan en el rellano de alguna tienda», explica Omar.

El cierre de los cajeros ha provocado, sin embargo, que aumente el fenómeno okupa entre los sin techo. En invierno muchos se refugiaban en los cajeros. Era habitual verlos dormir sobre una lámina de cartón en el interior del habitáculo. Al haber cada vez menos cajeros, buscan edificios vacíos para protegerse del frío.

Es un efecto colateral de la obsesiva búsqueda de rentabilidad bancaria a sumar a la indignación de los clientes por la cada vez peor atención presencial y a la desesperación de los mayores ante la banca digital. «A veces uno descubre un sitio, se corre la voz y se juntan dos o tres. No tienen agua y pinchan la luz. Esto ocurre sobre todo en la Part Alta. No viven en la calle pero tampoco disponen de una vivienda digna donde residir», relata Omar.

La mayoría de sintecho son españoles, pero también los hay extranjeros. Es el caso de Alex, un ciudadano alemán de 61 años que reside en el Moll de Costa, cerca de la Plaça del Carros.

En una mezcla de inglés y castellano, Alex explica que hace siete años su mujer le echó de casa. No tenía más familia: ni padres ni hermanos ni hijos. Entró en una espiral caótica. Perdió el trabajo y se echó a la calle. Primero vagó por Alemania. Luego por Francia, Girona y Barcelona. Hasta recalar en Tarragona hace seis años.

Su ‘domicilio’ era la plataforma del Miracle hasta que fue agredido por unos jóvenes y se trasladó al Moll de Costa. «Duermo en la naturaleza», cuenta orgulloso en alusión a los árboles cercanos a la Escales Reials, antes de asegurar que «no me siento solo. Mi familia son las palomas. Las palomas me hacen feliz, la gente no siempre. Los animales son amigos tuyos para toda la vida».

Ducha y lavado de ropa

Creu Roja también cuenta con un centro de día en el que, tres días a la semana (lunes, miércoles y jueves de 15 a 17 horas) los sintecho pueden acudir a ducharse y lavar la ropa. En lo que va de año la ONG ha atendido a unos 120. Al mismo tiempo, los voluntarios de Creu Roja les escuchan y ayudan a hacer algún trámite, como solicitar ayudas. También les entregan mochilas, sacos de dormir o esterillas. Y en invierno mantas y guantes. «Queremos dignificar a la persona», sentencia Omar.

Acierta. Los sintecho parecen transparentes (¿quién no ha pasado por su lado, ha girado la cabeza y les ha ignorado con un fugaz pensamiento de «¡qué suerte tengo de no estar como ellos!»?), pero son personas. Como usted. Obvio, pero hay que recordarlo.

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