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    La FP también sabe de inclusión

    Este año saldrá la primera promoción de alumnos con discapacidad que cursa un itinerario en el Institut Cal·lípolis de Tarragona

    08 noviembre 2022 12:45 | Actualizado a 08 noviembre 2022 12:50
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    Quedamos para la foto de familia en un extremo de la gran plaza central de la antigua Universidad Laboral. Lo primero que nos explican es que el cartel hecho con piedras con el nombre del Campus Educatiu de Tarragona lo colocaron ellos mismos. Están orgullosos porque su huella comienza verse por distintos rincones del complejo.

    Es el grupo al completo del Itinerari Formatiu Específic (IFE) de Auxiliar en Manteniment d’Instal·lacions Esportives del Institut Cal·lipolis. Se trata de un itinerario adaptado para jóvenes con discapacidad intelectual leve o moderada.

    Este año se graduará la primera promoción y, más allá de la huella física que están dejando en el complejo, también están encontrando un espacio entre sus compañeros de campus y marcando un hito en lo que se refiere a la inclusión.

    Elisa Camps, coordinadora del itinerario en el que actualmente hay 37 alumnos, explica que una de las peculiaridades es su duración: cuatro años. Pueden parecer muchos, señala, pero se trata de un tiempo en el que la maduración es importante, teniendo en cuenta que los alumnos tienen entre 16 y 20 años cuando entran.

    La autonomía arranca en el bus

    Hay dos grandes bloques: el que tiene que ver específicamente con el área a la que se dedicarán, relacionada con la actividad de instalaciones deportivas, y el que tiene que ver con la autonomía personal. Este último comienza incluso antes de llegar, al coger el autobús, una acción que muchos no habían hecho hasta entonces.

    En este bloque trabajan habilidades sociales y hábitos saludables. Aprenden, además a realizar tareas domésticas, desde cocina (comenzando por hacer la compra) hasta cuidado de la ropa.

    Nos explican, por ejemplo, que van a la lavandería a doblar las sábanas de la residencia y les acaban de encargar un inventario de material deportivo, así como la limpieza de unos petos de deporte «Nos hacen pedidos, funcionamos como un servicio», señala Camps quien asegura que el hacerse responsables de estas labores es algo que a los alumnos les causa satisfacción porque ven la utilidad de su trabajo.

    Cada alumno, un mundo

    El otro bloque es el que tiene que ver específicamente con el itinerario que les prepara para trabajar haciendo mantenimiento y preparación de material deportivo, reparación de pequeñas averías, organización de eventos... La intención es que puedan ejercer como auxiliares en gimnasios y otras instalaciones deportivas tanto en centros públicos como privados.

    De hecho los alumnos de cuarto este año están haciendo 385 horas de prácticas en instalaciones municipales de Tarragona y Salou y en el Nàstic. Saida Bazzine es una de ellos, y cuenta que está haciendo prácticas en la piscina de Riu Clar: «me gusta, estoy aprendiendo y tengo buenos compañeros», explica sonriente.

    Tienen colaboración con los alumnos de otros estudios y, por ejemplo, hacen de clientes para los alumnos de farmacia y, sobre todo trabajan mano a mano con los de estudios relacionados con actividades deportivas.

    Fuera del complejo también tienen proyectos con el Club Hoquei Vila-seca, donde además de hacer trabajos de mantenimiento o preparar material, juegan al Floorball una especie de hockey sin patines. Desde este año también tienen un convenio con AYR Tarragona, donde además de trabajar con el material tienen la oportunidad de jugar al baloncesto.

    Nati Navarro, una de las profesoras, explica que los grupos son reducidos, de máximo doce alumnos, porque cada joven tiene un perfil muy distinto. En algunos casos a las dificultades para comprender un mensaje o expresarse se suman trastornos motrices o problemas auditivos. «Las tareas difíciles las dividimos en partes. Intentamos que ellos mismos descubran cómo funcionan las cosas. No solo que se trata que aprendan a ejecutar tareas sino de que razonen, se planteen preguntas», describe.

    Reto superado

    La directora del Institut Cal·lípolis, Mari Pau García, reconoce que poner en marcha este programa piloto ha supuesto todo un reto para el centro «pero lo hemos superado con creces». Y explica que todos están aprendiendo con la experiencia y calibrando los esfuerzos. Apunta, por ejemplo, que hace falta una inversión de tiempo importante de recursos humanos que estaría bien que se reconociera.

    Les gustaría, además, poder participar en la comisión de garantías que se dedica de la admisión de los alumnos para obtener información más detallada de sus perfiles antes de su llegada al centro.

    El resto de alumnos del instituto también ha ganado en aprendizajes «les ha dado la oportunidad de conocer e interactuar con otras personas que se van a encontrar en su trabajo, en su vida», señala la directora, que cuenta que las valoraciones que se hacen después de las actividades compartidas suelen ser muy positivas.

    Aleix Martí y Candace Lantei. alumnos de tercero del IFE, también explican que les gusta el ambiente que hay en el instituto «conocemos a gente que estudia otras cosas y nos saludamos», apuntan. A los dos, al terminar el itinerario, les gustaría seguir estudiando y trabajar «para tener nuestra vida».

    Viéndolos perderse entre otros jóvenes a la hora del patio (alguno se va a jugar al fútbol con gente de otros ciclos formativos) Cristina Torres, técnica en integración social resume: «la integración era esto».

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