La historia de Rosa Mallol, la capataz del Sant Sopar

‘La Patxitxa’, así es como la conocen en el barrio, ha sido pionera 
en muchos aspectos. Desarrolló su carrera futbolística en el RCD Espanyol

17 abril 2022 14:20 | Actualizado a 17 abril 2022 14:42
Se lee en minutos
Participa:
Para guardar el artículo tienes que navegar logueado/a. Puedes iniciar sesión en este enlace.
Comparte en:

Rosa Mallol Pons, conocida popularmente como la Patxitxa, es toda una institución en el barrio del Serrallo. Durante toda su vida ha sido una pionera en muchos aspectos. Jugadora de fútbol, presidenta de diferentes entidades culturales y la única mujer que ejerce como capataz en un paso de Setmana Santa. El Sant Sopar, dice Mallol, «es un sentimiento difícil de explicar». Conozcamos un poco mejor a la protagonista de hoy.

Mallol nació el día de Navidad de 1953 en la calle Gravina, en el barrio marinero. A los 18 años empezó a trabajar como carnicera en el mercado y, poco después, se adentró laboralmente en el ámbito del automóvil. Más tarde, se incorporó a la plantilla de la Confraria de Pescadors, conduciendo el toro mecánico y transportando el pescado.

El deporte ha tenido un papel muy importante en su vida, sobre todo, el fútbol. Con 17 años empezó a jugar con el USFEAC, un equipo femenino que entrenaba en el campo del Nàstic de la avenida Catalunya. Su aventura futbolística siguió en el Reus y, posteriormente, en el RCD Espanyol, donde jugó 18 años. «Ahora es habitual, pero en esa época, las mujeres nos veíamos obligadas a desplazarnos de nuestra ciudad para poder jugar a fútbol», explica Mallol, quien recuerda que se desplazaba dos veces por semana a Barcelona.

«El fútbol me abrió los ojos. Si no hubiera tenido esa experiencia, seguramente me habría hecho mayor antes», comenta Mallol, quien añade que el deporte le ayudó a crecer como persona libre. «Me permitió conocer gente de todos sitios y condiciones», apunta. A parte del fútbol, Mallol ha sido precursora en muchos otros temas. A modo de ejemplo, fue presidenta de los Xiquets del Serrallo y portant de la Víbria de Tarragona.

ADN Marejants

Otro de los elementos que se pueden encontrar en el ADN de Mallol es el del Gremi de los Marejants. «En el Serrallo, cuando nacías, ya te hacían de la entidad. Es una cosa que llevamos dentro», dice. Tanto ella como su familia siempre han estado vinculados al Gremi, pero hace 28 años la cosa dio un vuelco importante. Nacía otro paso, el Sant Sopar, y Mallol fue una de las primeras portants. «En un principio, el misterio se hizo para las mujeres. Y éramos bastantes en ese momento», recuerda Mallol, quien al cabo de nueve años, se convirtió en la nueva capataz del paso, sustituyendo a Josep Maria Vidal. Y hasta hoy.

Mallol sigue capitaneando el barco del Sant Sopar y, bajo sus órdenes, tiene a 42 personas, mayoritariamente hombres. «Nunca me he sentido discriminada en este ámbito. Siempre me he sentido apoyada», explica. Su función como capataz es buscar gente para llevar a hombros la imagen, organizarlos y dirigirlos.

La protagonista de hoy no puede evitar emocionarse cuando habla del paso. «Antes de salir en el viacrucis o en la procesión, me pongo a llorar. No sé porque, pero el misterio, para mí, es un sentimiento difícil de explicar», comenta.

Sí que es verdad que este año se han visto más mujeres que nunca debajo de los pasos. La cuenta pendiente es que estas mujeres lleguen a ocupar ahora puestos de mando como es el caso de Mallol en el Sant Sopar. La mayoría de mayorales siguen siendo hombres. La historia de la protagonista de hoy debe servir de ejemplo de cara al futuro.

Comentarios
Multimedia Diari