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    «La mayoría de los extranjeros de Tarragona no podemos votar, y cuando podemos nadie nos representa»

    Los ciudadanos con nacionalidad de otros países suponen el 23% de los empadronados en Tarragona, pero la mayoría no podrá participar en las próximas elecciones municipales

    28 enero 2023 20:19 | Actualizado a 29 enero 2023 07:00
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    «La mayoría de los extranjeros no podemos votar, y cuando podemos no lo hacemos porque no hay quien nos represente; sientes que todos los políticos son iguales... A mí solo me represento yo cuando me levanto cada día a las cuatro de la mañana para ir a trabajar».

    Son palabras de un empresario tarraconense de origen marroquí que prefiere no dar su nombre. Lleva 22 años en España y obtuvo la nacionalidad después de un proceso largo y complicado. Aunque podría votar en las próximas elecciones municipales del 28 de mayo, reconoce que no lo hará.

    Le preguntamos qué tendría que cambiar para que se anime a votar. Habla de racismo y dice que la multiculturalidad es un hecho en la calle pero no en las instituciones públicas, «muy pocos inmigrantes verás allí» acota. Esa ausencia, apunta, es más notoria en la política.

    Los extranjeros que cumplen los requisitos antes de votar deben inscribirse en el censo

    Apreciaciones aparte, el empresario tiene, de partida, razón en un hecho: la mayoría de los extranjeros que viven en la ciudad de Tarragona no podrán votar debido a su procedencia.

    Y es que hay que aclarar que en la ciudad, igual que en el conjunto de España, solo podrán votar las personas con nacionalidad extranjera de algún país de la Unión Europea o de alguno de los trece países con los que España tiene acuerdos de reciprocidad (sus ciudadanos pueden votar aquí y los españoles pueden votar allí). La mayoría de países con estos convenios son latinoamericanos (Bolivia, Chile, Colombia, Ecuador, Paraguay, Perú y Trinidad y Tobago), frente a tres europeos (Reino Unido, Noruega e Islandia) y tres del resto de continentes (Corea, Cabo Verde y Nueva Zelanda).

    En el municipio de Tarragona, según los datos del padrón, el 23% de los ciudadanos tiene nacionalidad extranjera. No obstante, de todos estos ciudadanos extranjeros el 64% son de países con los que no hay convenio ni son de la UE. Esto deja fuera, por ejemplo, a los ciudadanos marroquíes, el grupo más numeroso (uno de cada tres extranjeros que vive en la ciudad tiene esa nacionalidad).

    Trámites mediante

    Tanto a los procedentes de países de la UE como a los del grupo de los trece para votar se les pide estar empadronados en Tarragona y estos últimos, además, deben tener un permiso de residencia de al menos cinco años.

    Pero el hecho de cumplir los requisitos no implica que, automáticamente, se pueda votar; los interesados deben inscribirse en el censo electoral. El plazo para los de la UE vence mañana, pero el de los del grupo de los 13 ya expiró el 15 de este mes.

    La Oficina del censo Electoral anunció en diciembre que enviaría comunicaciones a los nacionales de los 13 países en cuestión (6.836 en la provincia de Tarragona). En las cartas había una clave para poder hacer el trámite por internet.

    En base a los datos del padrón, la Conselleria de Nova Ciutadanía del Ayuntamiento de Tarragona calcula que en la ciudad hay 1.710 extranjeros del grupo de los 13 que cumplen con los requisitos para poder votar.

    Lo que no se sabe todavía es cuántos se inscribieron realmente en el censo (el INE lo anunciará en abril) pero la experiencia de otros años dice que la mayoría no se apunta. En 2019 solo constaban en el censo 939 electores extranjeros en el municipio y hay que tener en cuenta que en esta cifra aparecen todos; los de los 13 países y los de la UE.

    Sentirse representado

    El siguiente paso es que, además de inscribirse, voten. Consultamos con algunos inmigrantes sobre lo que les motiva, o no, para participar en las municipales.

    Aicha El Gourgi, presidenta de la Alianza Internacional sin fronteras por los derechos y las libertades, cree que «es una lástima que estemos así, que Marruecos y España no lleguen a un acuerdo para que podamos votar... Es triste cuando ves a jóvenes que cumplen 18 años que están en el que consideran su país y no pueden decidir sobre quién le representa en su ciudad».

    En el caso de los marroquíes que ya tienen la nacionalidad española el reto es conseguir movilizarlos para que voten. «Desde la asociación hacemos mucho énfasis en que vayan a votar, en que es muy importante», señala.

    Y es que no hay que perder de vista que, según los cálculos de Nova Ciutadania, en la ciudad hay empadronadas 7.970 personas de diferentes procedencias nacionalizadas españolas mayores de 18 años, lo que les habilitaría para votar.

    Pero conseguir esa movilización no es cosa sencilla. El Gourgui cree que buena parte de la culpa es de que las personas migrantes no se sienten representadas entre quienes se presentan a las elecciones. Considera que en distintos partidos ya hay personas de origen extranjero afiliadas y con formación y valía, pero cuando se les pone en las listas nunca es en puestos de salida, «sino para quedar bien; para la foto».

    Solo pueden votar los extranjeros de algunos de los 13 países con convenio y los de la UE

    Todas las personas de origen extranjero con las que hablamos tienen la misma percepción de no tener quien les represente, aunque los motivos del desinterés por votar tienen sus peculiaridades. Marta Benjumea, del Movimiento Social Tarragona por Colombia, está convencida de que la desafección de los colombianos que viven en Tarragona tiene que ver con que «venimos de un país muy castigado por los políticos».

    Y hay que tener en cuenta, además, cierto hartazgo porque aunque el voto es voluntario, al que vota le acreditan con una tarjeta que nos enseña: «Con este certificado nos atiende el médico, nos inscribimos en la universidad pública...», explica.

    Su asociación también está haciendo esfuerzos por animar a los que pueden votar (su país es uno de los 13 con convenio) de que lo hagan. «Si votamos no dejamos que otros decidan por nosotros las políticas de la ciudad».

    Paraguay es otro de los países con convenio. El presidente de la Asociación de Paraguayos de Tarragona retrata una situación parecida: «Es un desinterés por la política que traemos de nuestro país, siempre con la sospecha de elecciones compradas, amañadas, fraudulentas... Pero también falta empatía de los gobiernos de aquí para que la gente se involucre». Él personalmente ha ayudado estos días a 10 personas de su país a inscribirse en el censo.

    Cree que la política municipal es muy poco participativa y cuando llaman a los inmigrantes es para «poner la nota de color» pero se ocupa poco de los problemas reales de las personas inmigrantes, como las dificultades con el padrón. Considera, no obstante, que la ciudad ha dado un salto muy importante este mandato con la creación de una Conselleria de Nova Ciutadania.

    Naret Terán, portavoz la Red Antirracista de Tarragona, cree que mientras las personas migradas no tengan una presencia real en política, como electoras y como elegibles, seguirán invisibilizadas. «Parece que para gozar de derechos tienes que ser algo más que una persona; para poder decidir sobre la ciudad en la que construyes y donde quieres ser feliz y ser una ciudadana más».

    Cree que no se facilita el voto inmigrante «porque no interesa que se tenga el poder para decidir e incidir». Mientras, dice, los inmigrantes sí que son utilizados como arma arrojadiza tanto desde la izquierda como desde la derecha.

    Echa de menos, además, que se realicen más esfuerzos para hacer llegar la información. En su caso es de nacionalidad colombiana y lleva ocho años en España. Pese a cumplir con los requisitos para votar nunca recibió la carta del INE.

    Bajo la alfombra

    Paula Varas es la primera concejal de Nova Ciutadania de Tarragona (la conselleria se creó este mandato). De origen chileno, lleva 20 años en España y defiende que en este tiempo se ha evidenciado que la conselleria era necesaria y que deberá permanecer independientemente de quien gobierne.

    En su opinión, que la mayor parte de la población inmigrante de la ciudad no pueda votar implica que «a toda esa gente que se queda excluida le estamos diciendo que no importa, que no es relevante. Es como decir: los pongo debajo de la alfombra... Y si tienes tanta gente debajo de la alfombra las políticas dejan de ser inclusivas».

    En TGN hay casi 8.000 personas nacionalizadas españolas con derecho a votar

    Explica que para la elaboración del Pla de Nova Ciutadania se realizaron más de 300 entrevistas y en lo que se refiere a la participación política «descubrimos a personas que tienen derecho a votar desde hace más de 20 años y nunca han ejercido su derecho porque no se sienten parte, porque no ven a nadie como ellos en las listas de los partidos».

    Coincide también en que hace falta incidir en la información: «Encontramos a gente que tendría derecho a votar desde hace años y nunca les ha llegado la carta. Esto dificulta las cosas porque ya no puedes hacer el trámite por internet sino presencialmente en el OMAC, y pedir hora...».

    Considera que se han dado pasos importantes, como la creación de la Taula Intercultural. «Algunos de los participantes lo primero que decían era que era la primera vez que entraban en el Ayuntamiento», recuerda. Pero es consciente de que tocará profundizar, «el discurso tiene que ir acompañado de acciones y de presupuesto».

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