La presencia de una familia atrapada en el piso superior al incendiado y que el fuego estuviera extendido por tres habitaciones y se propagara incluso por las ventanas. Son los dos principales inconvenientes con que se encontraron los bomberos cuando llegaron al incendio, recordaba ayer el jefe de guardia el lunes, Oriol Pellisa. El principal objetivo era rescatar a una pareja y a su hija que se encontraban atrapados en el cuarto cuarta, justo encima del siniestrado. «Desde hacía minutos, por teléfono les estaban indicando los pasos que tenían que seguir para ponerse a salvo de la gran cantidad de humo que entraba en la vivienda, dónde se tenían que refugiar, cómo poner las toallas mojadas debajo de las puertas, etc. Pero vimos que no podían continuar confinados. El humo invadía el piso. Además, había el peligro de que las llamas entraran a través de las ventanas». Por ello, se optó por bajarlos a través de las escaleras. Mientras, se instaló una manguera para poder llegar hasta el piso que se quemaba, al tiempo que desde el exterior se remojaba la ventana para que el fuego no alcanzara la cuarta planta.
Finalmente, la pareja y su hija fueron llevados hasta la vía pública, donde fueron atendidos por personal sanitario y trasladados al Hospital Joan XXIII, donde quedaron ingresados durante unas horas para determinar el grado de afectación del humo en sus respectivos organismos.
Un caso muy diferente es el de una familia –madre e hijo– que vive en el cuarto, pero cuyo piso da a la parte trasera del bloque. Había humo, pero lo aconsejable era el confinamiento. Pellisa recuerda que el hijo –que es diabético– bajó por la autoescalera hasta la calle, donde, después de ser atendido, fue evacuado al Hospital Joan XXIII. La mujer, en cambio, debido a los problemas de movilidad, se aconsejó que se quedara en casa y, para que estuviera más tranquila, permaneció con ella un bombero. Cuando la situación se normalizó, también fue evacuada al mismo hospital que su hijo.
Por lo que respecta al incendio, el jefe de guardia de los Bombers recuerda que al haber fuego en tres habitaciones «nos dificultaba entrar en el interior. Además, había el peligro de que se propagase a los pisos superiores por la fachada». Una vez pudieron acceder en la vivienda, en pocos minutos se controló la situación.
Cuando los bomberos iban a entrar en la vivienda comenzó a haber diferentes explosiones. Después se supo que eran petardos que tenía un adolescente.