Los migrantes que tienen un ‘mentor’ mejoran sus expectativas en la escuela

Un estudio realizado entre varias universidades, incluida la URV, constata los beneficios de contar con esta figura

13 abril 2021 19:10 | Actualizado a 14 abril 2021 05:28
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Un estudio liderado por la Universitat de Girona y en el cual han participado la Universitat Rovira i Virgili, la Universitat de Barcelona, la Universidad del País Vasco, la Universidad Pública de Navarra y la Universidad de Massachusetts (EEUU) ha demostrado que las personas inmigrantes que cuentan con un mentor o mentora mejoran su salud mental y emocional, a la par que obtienen otros muchos beneficios.

El estudio, titulado ‘Applying Mentoring’, analizó las experiencias de tres tipos de programas: el proyecto Rossinyol o Ruiseñor, dirigido a adolescentes de 10 a 14 años; los programas para jóvenes migrantes no acompañados, y los destinados a solicitantes de asilo. Entre los analizados están incluidos los que la entidad Quilòmetre Zero realiza en Tarragona.

No desfallecer en la escuela

En el caso de los programas destinados a los adolescentes, se encontró que tener un mentor (otro joven estudiante universitario o de un grado de FP superior que le dedica unas horas semanales) consigue que tengan mejores expectativas en la escuela.

Contar con un mentor hace, por ejemplo, que se mantengan constantes en temas como hacer los deberes. Además su aprendizaje de la lengua es dos veces mejor que el de las personas que no reciben la mentoría. Sus maestras y maestros refieren que participan hasta tres veces más activamente en las clases y que reducen su presencia en las aulas de acogida a la mitad del tiempo.

El estudio encuentra, eso sí, que quienes más se benefician de estos programas son los jóvenes que llegaron como menores extranjeros no acompañados. Este colectivo mejora significativamente en salud mental, autoestima, resiliencia y esperanza en un futuro mejor. La juventud mentorada también mejora el triple en referencia a sus aspiraciones educativas. En estos programas los mentores voluntarios son personas adultas.

En el caso de las personas solicitantes de asilo el estudio probó que la mentoría social favorece su bienestar social y emocional en momentos de transición en sus vidas.

Una fórmula en alza

El investigador principal del estudio, Òscar Prieto-Flores, reivindica que el auge de estos programas es «la otra cara de la moneda» de las tensiones y la violencia que sufren los inmigrantes.

De hecho, el estudio muestra como la fórmula de la mentoría social ha ido creciendo en los últimos años, especialmente después de la crisis de los refugiados. Entre 2015 y 2019 (antes de la pandemia) se crearon el 60% de los programas de mentoría social que existen actualmente en España.

En el caso de la ciudad de Tarragona y municipios cercanos la abanderada ha sido Quilòmtre Zero, que desde 2014 organiza el Projecte Rossinyol y que tiene además otros programas de mentoría para adolescentes y para jóvenes migrantes no acompañados.

Pero una de las mejores formas de entender cómo funciona la mentoría es escuchando las experiencias de los protagonistas, que también tomaron la palabra durante la presentación del estudio. Domènec Creus, uno de los mentores, explicaba que acordó con su joven mentorado un encuentro semanal de dos o tres horas, en las que daban paseos por la ciudad descubriendo edificios históricos, pero también haciendo trámites. Le tocó ‘desempolvar’ su gramática para ayudarle con los deberes y disfrutó yendo a verle a un partido de fútbol.

Por su parte, el joven de origen egipcio Mahmoud Assy también contó cómo su relación con su mentora, Fina Duran, y su familia, pese a que les pilló la pandemia por medio, «me ha ayudado mucho a entender la cultura catalana... En nuestros encuentros su familia me ha ayudado a sentirme como parte de la sociedad y no como un invitado».

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