¿Qué hacemos con la terraza del Palau de Congressos de Tarragona?

Vecinos y comerciantes piden mejoras urgentes en el espacio, como por ejemplo la instalación de bancos y de zonas verdes, para convertirla en un mirador y acabar así con los botellones

05 abril 2019 11:15 | Actualizado a 08 abril 2019 12:14
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Baldosas rotas, excrementos de perros, colillas de porros y, al levantar la mirada, unas vistas inigualables del Mediterráneo. Así es la terraza del Palau de Congressos, ubicada en la calle Pons d’Icart. Los vecinos aseguran que, por la mañana, la plaza se ha convertido en un pipi can.

Por la tarde, tribus urbanas –a menudo con altavoces y la música a tope–, toman la terraza, hacen botellón y fuman sustancias estupefacientes. Los vecinos y comerciantes están hartos de esta situación y piden mejoras para el equipamiento. Por su parte, el Ayuntamiento de Tarragona asegura que hace años se redactó un proyecto de mejora, pero no se llegó a aprobar. «Además, ahora, deberíamos modificarlo», explican fuentes municipales.

El espacio cuenta con una rampa que lleva solamente a un transformador de luz. Al final de la pendiente se ve el rastro de lo que podría ser una hoguera improvisada. Alrededor hay latas de refrescos y papeles. Joaquín, vecino de la zona, se mira con incredulidad la rampa y dice: «Que me expliquen a mí el porqué de esta cuesta. No sirve para nada y es un pozo de basura».

Se trata de una plaza diáfana. Se puede encontrar alguna papelera,  la entrada del párking de La Pedrera y una estructura semipermanente, que protegerá la terraza del restaurante El Terrat de aquí a dos semanas. La plaza está limitada por un vallado de color blanco, aunque en la actualidad está totalmente oxidado. En el suelo hay grafitis y escritos de todo tipos, entre los que destacan las direcciones de correos electrónicos o los seudónimos utilizados en las redes sociales.

Por las mañanas, los vecinos sacan a pasear a sus perros por la plaza y la utilizan de pipi can. A partir de las cinco de la tarde se reúnen grupos de jóvenes «para fumar, beber, escuchar música y bailar», asegura Lucía Puentes, una vecina, quien añade que «a veces, te intimidan y da miedo incluso bajar al párking». 

Ester, Mar y Andrea son técnicas de AFANOC –Associació de Familiars i Amics de Nens Oncològics de Catalunya–, que tiene su sede en Tarragona en la calle Pons d’Icart. «Por la noche se juntan jóvenes y hacen botellón. En ocasiones, llevan un altavoz», explican. Por otro lado, Laura Tenias, que trabaja por la zona y aparca el coche en el párking de La Pedrera, asegura que «esta plaza es sucia y está desaprovechada.

Las baldosas están dañadas y más de una persona se ha lesionado». Tenías cree que la terraza tiene un potencial muy grande, ya que podría ser el mejor mirador de la ciudad. «Para ello, deberían cuidarlo mejor», comenta. 

Los propietarios del restaurante El Terrat tienen claro cuál es la prioridad. «Deberían poner más iluminación. Por la noche, el espacio queda completamente a oscuras», asegura Mohamed de El Terrat. «Las baldosas no están preparadas para que los perros orinen. El resultado es el mal olor», asegura Mohamed, quien añade que «lo ideal sería que dieran cierto prestigio al espacio».

Más alarmante es el testimonio de una trabajadora de un negocio de la calle Pons d’Icart. «Hemos llegado a ver como algunos individuos saltan desde arriba de la caseta del párking. Beben y dejan las botellas por el suelo, sin recogerlas. Son unos impresentables y debemos convivir con ellos».  

«Es una zona verde»

Por su parte, las asociaciones de vecinos reivindican que la terraza del Palau de Congressos se convierta en un espacio de ocio, con zonas verdes y bancos. Núria Sabat, presidenta de la Associació de Veïns Tarragona Centre, asegura que «hace muchos años que reclamamos mejoras.

De hecho, cabe destacar que el tejado del Palau de Congressos está codificado como zona verde. Y de verde, ya ven que nada de nada». Sabat pide que se levanten las barandillas, se pongan bancos, un suelo fijo, jardineras y una zona infantil. En esta misma línea, opina Carmen Puig, de la Associació de Veïns del Barri del Port, quien asegura que «con un poco de interés, la plaza se convertiría en un mirador».

No hay control de acceso

Para acceder al párking de La Pedrera solamente hace falta tocar el interfono. Sin más, abren la puerta. Las paredes de la escalera del aparcamiento están llenas de grafitis, basura y el olor a orines es insoportable. Sin hablar de los destrozos que se han hecho en los ascensores. La entrada al Hotel d’Entitats, que se accede por las mismas escaleras, se encuentra en un estado muy similar. Por el momento, el consistorio no tiene previsto hacer nada al respeto.

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