'Sé bien que la creación de empleos no se siente todavía en cada casa'

El buzoneo del PP es el único que incluye una carta del líder máximo del partido. El de Ciudadanos no incorpora la foto del candidato de TGN

19 mayo 2017 22:47 | Actualizado a 22 mayo 2017 18:13
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Parecen esas tarjetas de «fontaneros o cerrajeros 24 horas». Llegan a nuestro buzón sin que lo pidamos. Prometen arreglarlo todo al instante. Si haces caso y los utilizas (les llamas por una urgencia o les votas), cuestan un ojo de la cara. Y, en tiempos ‘normales’ –en horario laboral o entre comicio y comicio– no hay manera de contactar con ellos. Es el buzoneo de los partidos.

Las cartas-programa-panfleto no sólo son un despilfarro –¿cuántos votos se deciden porque recibas un sobre en tu casa?– sino también una molestia. Pero es la política.

El que más ínfulas tiene es el del PP. Incluye sendas cartas. Una del presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, y otra del candidato de turno. En el caso de Tarragona, Alejandro Fernández.

Rajoy repite el mismo mensaje que lanza en cada mitin. Un corte televisivo del mitin de Burgos de ayer daba la sensación de que era un déjà vu del que protagonizó el pasado viernes 8 en el Pavelló del Serrallo.

Asegura Rajoy que «España ha cambiado, y este año aspira a ser el país que más crezca en la Unión Europea. No es por casualidad: se debe a las decisiones adecuadas para recuperar nuestro bienestar». Menos mal que admite –¿estaría enfermo al redactar la misiva?– que «sé bien que la recuperación y la creación de empleo, tan visibles en las cifras, no se sienten aún en cada casa».

Alejandro sostiene que «Tarragona necesita energía renovada, un cambio, un revulsivo que la despierte». Ale, el convergente Albert Abelló (cuyo lema es «Despertem Tarragona!») y el republicano Pau Ricomà («Activem Tarragona!») deben ser socios de una farmacéutica que vende estimulantes.

Las cartas que envía Ciudadanos son, como las del PP, sólo en castellano. Pero ‘pasan’ del candidato de Tarragona. Si el pobrecito Rubén Viñuales lo tiene complicado para que le conozcan, con estas misivas menos. Sólo sale la imagen de Albert Rivera. Pero Rubén lo tiene asumido. Nadie le va a votar por su cara bonita sino por ser el chico de Albert. Lo que importa es la marca Ciudadanos, no el candidato Rubén.

Si cuantioso es el gasto en buzoneo, más aún es en merchandising (publicidad) electoral. El PPha echado la casa por la ventana. En sus carpas ambulantes, regala un espectacular desplegable a todo color y en papel couché. Por un lado pone Tarragona. Por otro Alejandro. Hay que ver que suerte tiene este chico que le coincide el número de letras.

A los miembros del numeroso clan Fernández, les debe saber mal que Ale nunca ponga su apellido, que también tiene nueve letras. ¿Habrá que modificar el desplegable de Alejandro con otras palabras de nueve letras como «derrotado», «fracasado» o «gatillazo»(en una cara) y «electoral» (en la otra cara)?

 

El candidato, no la marca

El candidato del PSC, Josep Fèlix Ballesteros, presume de cargo. Tanto en el buzoneo como en el merchandising insiste en que se vote «al alcalde». Las siglas del PSC aparecen, como era inevitable, pero en una esquinita, perdidas, como si estuvieran de paso.

Ballesteros vende Ballesteros y no PSC. Es justo lo contrario que Ciudadanos. La marca está marchita –son malos tiempos para el seny y las terceras vías– y lo que vale es la persona.

Esquerra lo tiene claro y reproduce el mensaje de que las municipales no son sólo unas elecciones locales: «Una nueva Tarragona. Un nuevo país. Las elecciones del 24 de mayo son la primera vuelta sobre la independencia. Ahora sí tendremos las garantías formales que nos negaron el 9-N. Ha llegado el momento de construir nuestra República (...). Tenemos razones, sentimiento, futuro. Tenemos las urnas. Hagámoslo». Y, en el reverso del panfleto, la foto de la candidatura de Pau Ricomà en el barrio del Serrallo.

CiU, al contrario que Esquerra, evita la cuestión soberanista. Destaca el «amb tu fem camí» y alguna alusión de pasada a que el Ayuntamiento convergente estará «al servicio de Catalunya en este momento trascendental», pero se centra, como debe ser, en las propuestas para la ciudad. Emplea un formato breve y ágil

ICV también tiene folletos a todo color, fáciles de leer, lo opuesto de la CUP. Distribuye su revista Infocup, de lectura farragosa pero interesante para darse cuenta de que las ruinas de Tarragona no son sólo de la época de los romanos. También del presente.

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