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    «Solo abro dos noches a la semana para reducir costes»

    Algunos hosteleros y restauradores toman medidas para compensar las pérdidas por el aumento de sus facturas de la luz y de los suministros y evitar subir los precios de sus cartas

    05 noviembre 2022 05:58 | Actualizado a 05 noviembre 2022 14:00
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    Con la pandemia de la Covid-19 cada vez más alejada en el tiempo, el sector de la hostelería y la restauración había depositado muchas de sus esperanzas de recuperación en este año 2022. El problema es que estos empresarios no contaban con una guerra que, desde el pasado 24 de febrero –fecha en la que Rusia invadió Ucrania-, ha desatado una crisis económica global que, a día de hoy, no se sabe cuánto puede durar.

    Con la inflación desatada y el continuo aumento de los precios de la energía, de los suministros y de muchos alimentos, los hosteleros y restauradores empiezan a sentir la presión en sus negocios, con las consecuencias que esto puede acarrear, como subida de precios en sus cartas y menús, reducción de horarios y de días de servicio y, en el peor de los casos, la bajada definitiva de muchas persianas.

    Manel Barroso, propietario del restaurante Bon Profit, lo tuvo claro hace unos meses. «Cuando empezó a ponerse la cosa peor por el aumento de los precios de la luz, de los costes, etc. decidí abrir solo dos noches a la semana para reducir gastos», explica este veterano restaurador de Reus. El cambio fue bastante radical ya que pasó de abrir todas las noches de la semana –excepto la del miércoles porque es el día de descanso- a hacerlo únicamente las de los fines de semana.

    Pero, ni aun así, Manel Barroso ha conseguido rebajar mucho el recibo de la luz de su restaurante. «Aun abriendo solamente dos noches, todavía pago el doble que antes de la crisis. Si antes pagaba entre 500 y 600 euros de luz, ahora son entre 1.200 y 1.300», se lamenta el propietario del Bon Profit, quien tampoco olvida que «la subida de los costes del aprovisionamiento también nos está ahogando. Los precios se han puesto en unos niveles vergonzosos. Por poner un ejemplo, un bote de confit de pato me costaba 34 euros, cuando ahora pago por él 65».

    Aunque este restaurador tiene claro que «este aumento no puedo repercutirlo directamente en la carta, porque la gente dejaría de venir, al final tendré que subir algo los precios. Mientras, se trata de ir tirando ganando menos».

    El sector admite que está cansado y advierte que muchos negocios tendrán que cerrar

    Francesc Pintado, presidente de la Federació d’Associacions d’Empresaris d’Hostaleria de la Provincia de Tarragona (AEHT), recuerda que «esta subida de precios en los consumos de la energía en nuestros establecimientos es fundamental en forma de clima, cámaras, congeladores, hornos, freidoras, planchas, etc. Estamos hablando de subidas de entre el doble y el triple que no se pueden repercutir en los tickets de venta y por lo tanto nos las comemos en los márgenes directos».

    Por eso, Pintado tiene claro que «seguimos con una criba, una limpieza de la oferta de la restauración. La empresa que iba justa no puede soportar este incremento de costes, especialmente el de la energía. Esto hará que la oferta vaya disminuyendo. Muchos negocios, antes de morir, vemos como acotan más sus horarios de apertura a lo que consideran que es rentable. Es el ingenio de buscar la última de las soluciones».

    Rafael Olivier, vicepresidente de restauración de la AEHT, reconoce que «el coste que tenemos que asumir con el aumento del precio de la energía es tan brutal que nos está costando tirar adelante». Olivier explica su propia experiencia. «He hecho una temporada muy buena en cuanto a ventas, pero a la hora de hacer balance te quedas bastante frustrado de los pagos desmesurados que tienes que hacer», explica este empresario, quien recuerda que «hay negocios que han pasado de pagar entre 800 o 1.000 euros de luz a pagar más de 2.000. Esto pesa en la economía y el balance de la empresa».

    Por todo ello, Olivier confirma que «evidentemente, los hosteleros y restauradores está mirando los costes y abren lo justo, cuando creen que hay más gente. Esto se ha notado en Tarragona. Por ejemplo, el pasado lunes –puente de Tots Sants- muchos restaurantes de Tarragona no abrieron».

    El vicepresidente de la AEHT concluye que «la gente está un poco cansada. Porque trabajas, trabajas, trabajas... y pareces un poco como un esclavo. Trabajas para el sistema: para pagar. Y aún gracias que podemos trabajar».

    Subida de costes

    Edu Álvarez, como presidente del Gremi d’Hostaleria del Baix Penedès, advierte que «ojalá el único problema que tuviésemos hoy en día los restauradores fuese el del incremento del precio de la energía. Es cierto que este aumento es desproporcionado (he pasado de pagar facturas de 1.700 euros a pagar 4.200 este mes de septiembre), pero el gran problema es la subida de costes en general, que nosotros no podemos repercutir totalmente en el cliente, porque dejaría de venir». Álvarez se pone el mismo como ejemplo: «En el último balance de 30 de septiembre, mis gastos en aprovisionamiento habían subido un 25% respecto al año pasado»

    Jorge Piera, presidente de la Associació Empresaris d’Hostaleria Baix Gaià tiene claro que «el incremento del precio de la energía nos afecta. En la cuenta de explotación, cada mes, tranquilamente pagas el doble que antes. Lo único es que en locales con resultados positivos dejas de ganar. En invierno es otra historia, porque tampoco tenemos la facturación del verano, también cerramos más horas y pagaremos menos. Esto hace que los que van bien quedan más reforzados y siguen pero los que van mal puede ser una excusa para cerrar».

    Los hoteles, también afectados

    Como es lógico, el aumento del precio de la energía también está castigando al sector hotelero. Magí Mallorquí, presidente de la asociación hotelera AEHT, explica que «este ha sido un año bastante favorable, con ocupaciones bastante altas y con dos meses fuertes de verano, julio y agosto. Pero hay que tener en cuenta que, haciendo una comparativa, en agosto de 2019 consumimos de energía eléctrica 79.000 kilovatios, por los que pagamos 8.800 euros. Este mes de agosto hemos consumido 71.000 kilovatios y hemos pagado 32.500 euros. Es verdad que, al haber más ocupación, hemos tenido más beneficio, pero lo que hemos hecho es repartirnos este beneficio con las eléctricas».

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