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    Tarragona es la provincia catalana donde más crecieron los divorcios en el año 2021

    Hasta 1.640 matrimonios rompieron su compromiso en la demarcación. Existe una tendencia al alza tras un confinamiento en el que muchas parejas se replantearon su existencia

    18 julio 2022 19:21 | Actualizado a 19 julio 2022 07:00
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    En 2021 aumentó el número de divorcios respecto al 2020. En España crecieron un 12,5%, mientras que en la demarcación de Tarragona un 14,2%. Con esta cifra, se ha convertido en la provincia de Catalunya donde más han repuntado las disoluciones matrimoniales. En Girona incrementaron un 13,4%, llegando a las 1.422, y en Barcelona un 12,5%, con un total de 11.344. En cambio en Lleida hubo menos que en el año de la pandemia, pues con 745 cayeron un 3,5%. Aunque con cifras más residuales, cabe destacar también que en Tarragona se produjeron en 2021 un total de 72 separaciones y una nulidad matrimonial.

    En líneas generales existe una tendencia al alza de los divorcios desde el confinamiento provocado por la Covid, durante el cual muchas parejas tuvieron que convivir las 24 horas del día, los siete días a la semana, es decir, con tiempo suficiente para replantearse su existencia.

    Así lo explica Rebeca Cordero, profesora titular de Sociología Aplicada e investigadora principal del Grupo de Conocimiento e Investigación en Problemáticas Sociales de la Universidad Europea de Madrid. Aunque en Tarragona las cifras aumentaron ligeramente en 2020 respecto al 2019 –al final depende de muchos factores–, en el conjunto del Estado cayeron un 15,7% en el año de la pandemia. Según Cordero, este descenso tan marcado se debió a que muchas personas que estaban pensando en divorciarse o que ya habían iniciado los trámites, tuvieron que aplazar la ruptura por el confinamiento y la paralización de toda actividad. Un aplazamiento que ha llegado ya a su fin, y aquellos divorcios paralizados se llevaron a cabo el año siguiente. Por ello en 2021 se recuperó la tendencia ascendente.

    Otro factor que señala Cordero como motivo de este crecimiento de las rupturas de matrimonios es el propio confinamiento. «Durante ese periodo muchas parejas se replantearon su existencia, lo que les aportaba su relación», señala la socióloga, que destaca que «hasta ese momento había matrimonios que por cuestiones de trabajo solo convivían los fines de semana y en vacaciones y de golpe pasaron a estar juntos todo el tiempo».

    Cordero comenta que a esta situación hay que sumarle el tipo de sociedad en la que vivimos, en la que «destacan valores como el hipernarcicismo, el lastre que pueden suponer las relaciones y los compromisos y cuestiones como la sensación de que me estoy perdiendo cosas». En este sentido, señala que «muchas parejas que se separan reconocen que la relación no era mala, pero creían que podían encontrar algo mejor».

    Sobre esto, la investigadora de la Universidad Europea de Madrid explica también que llevaron a cabo un estudio llamado «Enrollados» en el que analizaron las relaciones afectivosexuales en las aplicaciones de contactos como Tinder, Grindr, Badoo, etc. «Vimos que había individuos conectados con varias personas a la vez porque aunque ya conozca alguien con quien estoy bien no quiero perderme algo que puede ser mejor», dice Cordero, que recuerda que «Zygmunt Baumann ya trasladó el concepto de obsolescencia programada en un concepto sociológico sobre las formas de relación, el imperio de la caducidad trasladado a la pareja y al matrimonio».

    Vivimos en una sociedad con nuevas formas de relación no tan basadas en el compromiso

    Paralelamente, la socióloga destaca que «están aumentando también las custodias compartidas. Asegura que esto ocurre por dos motivos: «Por un lado, por la implicación que pueden tener los padres en la educación de sus hijos, y por otro, por cuestiones económicas, pues de esta forma el reparto es más equitativo». Asimismo, señala pueden influir también razones como la disposición libre del tiempo o la responsabilidad compartida. «Al final son visiones multifactoriales, con formas muy diferentes de ver las relaciones, quizás más alejadas de la visión heteropatriarcal tradicional, con un empoderamiento de la mujer que se desprende del rol de cuidadora», sostiene Cordero.

    Depende de la situación

    Con todo, la investigadora concluye que el hecho que haya más o menos divorcios depende en líneas generales de la situación política, social y económica de cada momento. «En momentos de crisis los individuos tienden a tener comportamientos más conservadores, mientras que en escenarios de estabilidad y bonanza son más arriesgados», dice Cordero, que justifica que «claro, no voy a tomar una decisión que va a generar una brecha en un momento de inestabilidad». Así, apunta que el número de divorcios tardó unos años en repuntar después de la crisis económica de 2008.

    En este sentido, la profesora de la universidad madrileña señala que todas las crisis han generado transformaciones y han provocado que la sociedad cambie. «Nos ha cambiado la Covid, y durante el confinamiento tuvimos tiempo para enfrentarnos a nosotros mismos, a nuestra realidad, pues el día a día de antes de la pandemia no nos había permitido reflexionar».

    En la misma línea, Lara Castro-Grañén, psicóloga-sexóloga y directora de Placer ConSentido, asegura que durante la pandemia «se ha puesto de manifiesto lo que ya existía: las dificultades de muchas parejas para ser equipo y gestionar los conflictos y las emociones desde el nosotros», a la vez que destaca que «no podemos olvidar que también ha habido muchas que han aprovechado para realizar un proceso psicoterapéutico de pareja, y se han visto reforzadas y han experimentado un gran crecimiento en su relación».

    Según Castro-Grañén, la sexualidad fue también un área que se vio muy afectada por el confinamiento. «Del mismo modo, hay parejas a las que esto les comportó más conflictos que acabaron con la relación, mientras que a otras parejas las llevó a plantearse invertir en su crecimiento sexual y ahora sienten que aprovecharon oportunidad», concluye la experta.

    Posible frenazo en 2023

    De cara al futuro, Cordero augura que se mantenga esta tendencia ascendente. «Los divorcios probablemente seguirán al alza durante este 2022, pues se trata de procesos largos y los que se produjeron en 2021 son los que se iniciaron en plena pandemia», comenta.

    Así, y volviendo a lo que explicaba sobre las situaciones de crisis, la investigadora augura la posibilidad de que se vuelvan a contraer las rupturas si la inflación sigue desmesurada y la crisis de los combustibles persiste, pero ya de cara a 2023.

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