Tarragona es un Gran Hermano

Tarragona está a un paso de convertirse en la televisiva casa de Gran Hermano. El Ayuntamiento prevé que, a finales de este año, prácticamente en cada esquina de la ciudad nos encontremos con una cámara de videovigilancia. Dicen que el objetivo es poner fin a la delincuencia y al vandalismo, tan denunciado por las entidades vecinales de la ciudad. Nos grabarán al entrar al supermercado, al acudir al médico, haciendo el vermut en la Plaça de la Font o yendo a coger un tren. Estaremos completamente monitorizados y nuestras imágenes se concentrarán en una pantalla gigante ubicada en una de las salas de la comisaría de la Guàrdia Urbana de Tarragona. Allí, un par de agentes –que encarnarían la figura del Súper en el programa de televisión– tendrán casi toda la ciudad a sus pies, viéndole la cara al delincuente o incívico de turno.

Esta idea de instalar cámaras de videovigilancia en cada rincón empezó por la Part Baixa. Hace muchos años, los vecinos del Barri del Port denunciaban la inseguridad que sufrían. Tras años y años de espera, finalmente en 2017, se instalaron las cámaras de seguridad. Por ese entonces, alegaban que los dispositivos tendrían un efecto disuasivo y que, en caso de cometerse delitos, la policía podría identificar al autor con más facilidad.

Desde entonces y hasta hace apenas un año, casi no se oía hablar de esta medida de vigilancia. Los siguientes en apuntarse al carro fueron los vecinos de las urbanizaciones de Llevant, quienes denunciaban robos en el interior de las viviendas. En este caso, el Ayuntamiento apostó por instalar lectores de matrículas que detectaran el modelo del vehículo y la matrícula de todo aquel que entrará o saliera de la urbanización en cuestión. Estos dispositivos se pusieron en marcha a principios del pasado mes de octubre.

La Part Alta no podía ser menos. La semana pasada salían a licitación las 28 cámaras de seguridad que deben colocarse en diferentes puntos del casco antiguo de la ciudad. La concejala de Seguretat Ciutadana, Cristina Guzmán, aseguraba hace unos días que «el efecto disuasivo de las cámaras nos permitirá por un lado reducir los hechos delictivos y los actos vandálicos a nuestro patrimonio y, por el otro, nos facilitará la investigación para determinar la autoría de los hechos en caso de que sucedan». Y lo más curioso, entre semana, las cámaras estarán activas de nueve de la mañana a cinco de la tarde y, los fines de semana, las 24 horas.

La sorpresa llegó en forma de partida presupuestaria. Las cuentas del alcalde Pau Ricomà prevén para este 2023, 100.000 euros para las cámaras de videovigilancia de los barrios de Ponent. En pocos días conoceremos más detalles sobre este proyecto. Según parece, también han sido los vecinos los que han solicitado esta medida para acabar con la inseguridad en sus calles. Con esta medida, podemos preveer que a finales de este año, la Part Baixa, la Alta, Llevant y Ponent estarán vigiladas por cámaras.

La apuesta del gobierno

Algunos estudios apuntan que la instalación de estos dispositivos no consiguen hacer desaparecer la delincuencia, sino que la desplaza de un punto a otro. Otros análisis explican que las ciudades que optan por este tipo de medidas lo hacen por el déficit de agentes policiales que hay en sus calles. ¿Sería este el caso de Tarragona? Sea como sea, no hay dudas que las cámaras de videovigilancia son la apuesta clara del equipo de Ricomà para combatir la inseguridad. Un gobierno municipal que tiene como principal socio de gobierno a la CUP, formación que siempre se ha mostrado contraria a este tipo de medidas. Veremos si toda esta historia acaba con algún nominado sorpresa.