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La vigilancia epidemiológica de las aguas ha venido para quedarse. Y, de hecho, ya se trabaja en la aplicación de sistemas tanto para hallar nuevas variantes del SARS-CoV-2 como para detectar patógenos susceptibles de desencadenar eventuales epidemias. Tarragona y Reus son de las ciudades prioritarias seleccionadas por el Ministerio de Sanidad para tomar parte en el proyecto Hebar, una red centinela de vigilancia «con fines preventivos o de alerta temprana» ante amenazas víricas.
Aguas residuales urbanas, redes de alcantarillado, colectores o las llamadas estaciones EDAR formarán parte de este entramado sobre el que se articulará todo el seguimiento. De entrada, un plan bienal en torno a la Covid-19 ya indica que el rastreo de este virus se va a prolongar al menos hasta 2024, que va a ser «un control del material genético» como «complemento a la vigilancia clínica».
Habrá también espacio para «la detección de variantes no conocidas mediante secuenciación». En cualquier caso, destaca que aunque la infraestructura de recogida de datos para el seguimiento de las aguas residuales se centra en la vigilancia del Covid-19 en el contexto de la actual pandemia, «el establecimiento del sistema y los procedimientos de vigilancia recomendados también tendrá un valor añadido más allá de la vigilancia del SARS-CoV-2». «Servirá de alerta temprana para posibles brotes futuros de otros agentes patógenos preocupantes o para amenazas procedentes de otros contaminantes que susciten preocupación», añade.
La herramienta también se trabaja en Catalunya desde el punto de vista epidemiológico. «Nosotros, desde el consejo asesor, estamos trabajando con los virólogos que analizan la presencia del SARS-CoV-2 en las aguas, estamos modelizando cómo establecer la prevalencia, se está trabajando seriamente en esta línea», explica Àlex Arenas, catedrático de Ingeniería Informática y Matemáticas de la Rovira i Virgili.
En estos momentos de absoluta calma respecto al coronavirus, las aguas residuales adquieren valor preventivo. «Está pasando a ser una herramienta importante, si no la que más, dado que el número de test que se hacen es muy inferior al de otros momentos de la pandemia, así que nos aportan datos interesantes. Es allí donde podemos detectar la presencia de nuevas variantes», cuenta Àlex, que señala inconvenientes y ventajas: «Las aguas residuales no corresponden a una municipalidad sino que absorben de diferentes poblaciones, que además son cambiantes. En las primeras fases y las intermedias eran un complemento, pero ahora que no tenemos todo el resto de controles, este elemento pasa a ser fundamental, con una red que esté vigilante y por la que se apueste».
El proyecto de Sanidad es una respuesta a las recomendaciones de la Comisión Europea, que en 2021 emplazó a los Estados miembros a establecer «una vigilancia sistemática del SARS-CoV-2 y sus variantes» en este tipo de espacios. La tecnología ya existía pero no con esta aplicación que ha provocado la pandemia y que se va a prolongar durante años. «El control del agua desde el punto de vista epidemiológico es muy antiguo y las muestras se toman desde hace muchos años. Se había puesto en marcha sobre todo para controlar el consumo de drogas, pero con la llegada del SARS-CoV-2 esta detección es la parte central y se puede utilizar para detectar otros patógenos, cualquier tipo de virus», comenta Àlex Arenas.
Aumentar la vigilancia
«Es importante hacer todos los controles posibles, quizás hasta ahora no éramos del todo conscientes, pero es necesario que la administración lo sea y destine los recursos precisos y necesarios para este tipo de vigilancia», cuenta Josep Guarro, catedrático de microbiología en la URV e investigador del grupo Micologi.
Josep Lluís Domingo, catedrático de Toxicología y Salud Medioambiental en la Facultat de Medicina de la URV, opina en esa línea: «Puede ser una herramienta útil, un buen referente, aunque para ello tienes que hacer unas mediciones con alta frecuencia. En el caso de localizar nuevos patógenos, también tienes que hacer búsquedas en las que siempre sepas qué estás buscando».
Para Arenas, este tipo de sistemas «son de los más interesantes que hay y con una relevancia cada vez mayor». Estos procedimientos de vigilancia emitirán resultados periódicos y ponen en marcha toda una serie de analíticas en laboratorios. «Resulta necesario contar con un sistema de información epidemiológica basado en el control de las aguas residuales», apunta Sanidad. En Catalunya, la red llamada ‘sarsaigua.icra.cat’analizaba y ponía a disposición pública los datos sobre la circulación del virus en diferentes puntos, lo que sirve para predecir de antemano cuándo la situación epidemiológica se puede complicar.
En Tarragona, el laboratorio de Ematsa también lleva a cabo un análisis pormenorizado del SARS-CoV-2 a través de las aguas residuales «antes que las personas sean diagnosticadas con PCR individual, ganando tiempo y ayudando a tomar las mejores decisiones».
La identificación de los nuevos linajes va a ser un nuevo desafío en el futuro, en un momento en el que dos subvariantes de la cepa ómicron, la BA.4 y la BA.5, han ganado terreno en varios países europeos durante las últimas semanas. «Hay que tener prudencia, aquí en Catalunya estamos empezando a detectarlas», reconocía Antoni Trilla, epidemiólogo y jefe de medicina preventiva del Hospital Clínic de Barcelona.
