Mañana se cumplen tres años del primer fallecimiento por coronavirus en la provincia. El 16 de marzo de 2020 moría en el Pius Hospital de Valls una mujer de 88 años vecina de Montblanc. Fue, al menos, la primera víctima constatada en un hospital tarraconense.
El virus, ya plenamente bajo control y equiparado a otras enfermedades respiratorias, ha dejado un reguero de 1.828 muertes en la provincia, más o menos los decesos que provoca el cáncer en un año. Las cifras oficiales del Departament de Salut señalan que ha habido unas 338.000 infecciones en el Camp y el Ebre, alrededor del 42% del total de la población.
El SARS-CoV-2 lleva más de un año sin causar estragos ni problemas en los hospitales, pero el balance de la pandemia es estremecedor: más de 300 contagios al día en la provincia y una media diaria de 1,6 fallecimientos. Casi 10.000 ingresos, 1.443 de ellos en la UCI, perfilan la magnitud de una epidemia que, en realidad, ha sido mucho mayor de lo que dicen los registros oficiales.
Un informe de la URV recién publicado, ‘Modeling Biases in SARS-CoV-2 infections Prediction using Genome Copies Concentration in Wastewater’, indica que ha habido al menos el triple de casos de Covid de los notificados, y en algunos momentos de la pandemia hasta diez veces más. El trabajo ha analizado la concentración de copias del SARS-CoV-2 en aguas residuales para establecer que «el número real de infecciones durante el periodo de octubre de 2021 a febrero de 2022 fue aproximadamente tres veces superior a los casos notificados».
La investigación apunta que «entre noviembre y diciembre de 2021, esta relación alcanzó valores de hasta diez». Hay que recordar que en esa época la pandemia pasó por diferentes periodos de mayor o menor virulencia, incluida la irrupción de ómicron, que disparó exponencialmente los casos.
Àlex Arenas, catedrático de Ingeniería Informática y Matemáticas de la URV, es uno de los autores del informe: «Hemos trabajado con un grupo de virólogos que recogen una muestra semanal de aguas residuales. Analizamos cuántas copias genéticas del SARS-CoV-2 se encuentran. Hemos evaluado la forma de saber cuál es la cantidad máxima de genoma que esperamos hallar y con estos valores hemos hecho un modelo».
Modelo de casos no reportados
De esta forma, «el modelo –sigue Arenas– nos permite hacer una estimación de cuántos casos estaban no reportados». Hubo una infradetección calculada por el estudio: «La prevalencia real de la infección se encuentra en torno al 53% frente al 19% detectado en el mismo periodo en Catalunya».
«La diferencia sugiere que hubo un subregistro grande y variable en el tiempo en la detección de infecciones, especialmente al inicio de la epidemia», añade la investigación. Este trabajo adquiere especial relevancia en tanto que método para seguir vigilando al virus, en un momento en el que solo se contabilizan los casos de los mayores de 60 años: «La epidemiología basada en aguas residuales, a través del análisis de la concentración del virus en las plantas, se presenta como una herramienta potencial complementaria para pruebas clínicas, y está ganando cada vez más atención entre los modeladores matemáticos».
Los datos de aguas residuales
Así, sostiene el informe que «los datos de aguas residuales pueden potencialmente dar cuenta de los casos no denunciados y también representar una estimación anticipada en el tiempo respecto a las pruebas diagnósticas».
«Estos hallazgos sugieren que los datos de aguas residuales pueden capturar ampliamente la tendencia actual de la epidemia», indican los resultados del trabajo. «La idea es que con este modelo puede coger más muestras y mirar en tiempo real la evolución de la pandemia», añade Arenas.
Así pues, el estudio, publicado a principios de este mes, está elaborado también por investigadores del grupo de Virus Entèrics de la Universitat de Barcelona. La estimación es una fotografía más certera de la que ofrecen los datos oficiales cuando han pasado tres años y siete oleadas desde el inicio de la emergencia sanitaria, un periodo marcado en mayor o menor medida por el sesgo y por el peso, en ocasiones notorio, de los asintomáticos. «Se trata de un estudio hecho sobre Catalunya pero es válido para dar una fotografía más precisa de cualquier región», dice Arenas. La proporción es extrapolable a otros momentos de la pandemia en los que, en líneas generales, se ha notificado apenas un tercio de los contagios reales.
El dato exacto de infectados es incuantificable. Ese elevadísimo nivel de contagios, reinfecciones incluidas, es un factor para el control del patógeno. «Ahora el impacto es muy bajo porque la población ha ganado mucha inmunidad», apunta Arenas.
También ha sido clave la vacunación. Ocho de cada diez tarraconenses se protegieron con la pauta completa. Cerca de la mitad de la población se han inoculado refuerzos. Todos ello ha contribuido a frenar en Tarragona una pandemia que ha contagiado más a mujeres (un 54,5%, según los datos de Salut) pero que ha golpeado de forma seria más a los hombres. Ellos han protagonizado casi el 56% de los ingresos y han supuesto el 53% de las defunciones.
La situación hospitalaria es estable desde hace meses. En la provincia hay 32 personas ingresadas, 28 en el Camp de Tarragona y cuatro en el Ebre. El 87% tienen más de 60 años.
En las UCI solo hay un ingresado, que está en el Camp de Tarragona, cuando en los peores momentos se rondó el centenar. El Departament de Salut habla de «estabilidad en niveles bajos».
El Departament de Salut ha pasado a considerar a la Covid como una infección respiratoria aguda (IRA) más en su monitorización. De hecho, durante este otoño e invierno otros males como la gripe o el VRS, en los niños, han vuelto con fuerza. Habían estado bajo mínimos mientras el SARS-CoV-2 monopolizaba los contagios y han comprometido la atención sanitaria en algunos momentos.