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    El salón de actos, cerrado desde 2017, irreconocible

    Patrimonio. Hace más de quince años que los bustos necesitaban una rehabilitación ya que la última intervención se había llevabo a cabo en 1982. Ahora se les saca el brillo

    23 julio 2022 19:33 | Actualizado a 23 julio 2022 22:08
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    Un gran andamio esconde el cuerpo central y el lateral izquierdo del Palau Municipal, en la Plaça de la Font. Bajo la canícula y a varios metros de altura trabaja sigilosamente el equipo que desde hace varios meses está recuperando los bustos de los nueve personajes ilustres que coronan el edificio y que están desarrollando un auténtico trabajo de cirujanos.

    «Cuando llegamos tenían las alteraciones habituales de los monumentos a la intemperie, como la afectación de líquenes y una piedra muy disgregada, sobre todo en la parte que da al mar», explica la jefa de restauración Anna Pluvinet, de la empresa Recop Restauracions Arqueològiques SL.

    Las piezas, obras del escultor Bernardo Verderol, estaban deterioradas desde hace mucho tiempo. La última restauración que se había hecho databa de 1982 y desde hacía varios años estos estaban escondidos debajo de una malla para evitar que pudieran haber desprendimientos.

    Las figuras se instalaron en el año 1865 cuando el edificio que hoy ocupa el Ayuntamiento era compartido con la Diputació. Su colocación fue fruto de una reforma más amplia que se había hecho en toda la parte frontal del inmueble, que hizo que el palacio adoptara una línea más neoclásica. La reforma de este ambicioso proyecto la pagaron a medias, por lo que, en el lateral izquierdo, se dispusieron cinco figuras, y en la derecha cuatro. Las primeras las seleccionó el Ayuntamiento, las otras la Diputació y todas ellas hacían referencia a ilustres personajes, que destacaban en disciplinas varias, y que por algún motivo u otro estaban vinculados con la ciudad de Tarragona.

    En aquellos momentos se utilizó piedra procedente de la cantera de El Mèdol, que es muy delicada, y estaba empezando a deteriorarse. La restauración que se había hecho en los ochenta «estaba muy bien ejecutada, pero se utilizaron materiales que la piedra ha rechazado», afirma Pluvinet. Y esto ha sumado complejidad a una operación ya de por sí minuciosa.

    Las figuras prácticamente no se ven a simple vista. Desde la Plaça de la Font uno tiene que levantar la cabeza para darse cuenta de su existencia. Pese a ello, cada una de las piezas pesa alrededor de 500 kilos. Tres restauradoras se encargan de recuperar la parte que se ha perdido y frenar el proceso de deterioración, para evitar que vaya a más y que se conviertan en un peligro. Cuando llegaron estas eran completamente negras. Una capa de líquenes cubría la superficie, lo que impedía ver qué estaba degradado y la parte que se mantenía. Tras su eliminación, se hace un análisis de los elementos alterados, principalmente por el uso de materiales inadecuados, que se sustituyen por otros de nuevos que no malogren la piedra.

    En las grietas abiertas se inyecta mortero de calcio, mientras se va ‘reesculpiendo’ cada una de las figuras. Desde la proximidad puede apreciarse el nivel de detalle de unas figuras en las que puede verse perfectamente la forma de las orejas, el cabello e incluso los pliegues de la ropa.

    Los trabajos se iniciaron en mayo y ya se han recuperado los cuatro bustos del lateral izquierdo. Ahora se actúa en los del otro lado, con el objetivo de que estén finalizados para Sant Magí. Unas obras que se enmarcan en un proyecto más ambicioso, que afecta al conjunto de la fachada del edificio y de la cubierta. La actuación es multidisciplinar. Mientras las técnicas de restauración abordan los bustos, unos metros más arriba se descolgaban las campanas de 1826 que coronaban el cuerpo central del edificio. Este trabajo se hace con una polea, cuyo especialista es Abdel, y que controla minuciosamente la operación, teniendo en cuenta que se trata de un objeto muy pesado. Después estas campanas se trasladarán al edificio de la Tabacalera, donde se almacenen los materiales que se están retirando a causa de las obras.

    Durante unos momentos, las campanas reposan delante del escudo de Tarragona. «La piedra casi era arenosa», indican los técnicos. La parte que estaba en un peor estado era la corona, que se está esculpiendo de nuevo para que cuando acabe la obra pueda reponerse.

    Evitar filtraciones

    Un segundo equipo está trabajando en la zona de la cubierta. En este caso tiene que hacerse toda nueva, ya que había una gran cantidad de tejas que estaban rotas, a través de las cuales se filtraba el agua y al ser un ambiente oscuro, con la humedad propició la aparición de termitas. «Es un edificio catalogado e intentaremos recuperar el máximo número de piezas que podamos», afirma el jefe de la obra, Josep Sánchez. Estas datan de entre el siglo XVIII y XIX, se están retirando una a una y se valora si pueden mantenerse, si necesitan una reparación o ya han acabado su vida.

    La cubierta tiene una superficie de unos 450 metros cuadrados, por lo que, se calcula que hay alrededor de 6.700 tejas, que se están retirando una a una, de forma que pueda instalarse un nuevo sistema de soporte y un aislante que impida futuros problemas.

    La arquitecta municipal, Raquel Casals, pone en valor que se está actuando sobre un edificio que «en sí mismo nos explica la historia de Tarragona». Durante estos trabajos de restauración han salido detalles sobre algunos de los elementos escultóricos, cuya presencia ya se conocía, pero que ahora muestran nuevas informaciones hablan sobre el pasado de la ciudad.

    En total son 2.000 metros cuadrados de andamios que facilitan que puedan hacerse todas estas operaciones, en un proceso de restauración «muy manual» y deben permitir que el edificio del Ayuntamiento vuelva a estar en condiciones óptimas. La finalización de las obras está prevista para el mes de febrero del año que viene, tras una inversión que asciende a 417.000 euros (sin IVA).

    El salón de actos, cerrado desde 2017, irreconocible

    El salón de actos es una de las estancias principales del Palau Municipal. Pese a ello, en 2017 tenían que dejarse de hacerse las ruedas de prensa, cuando un informe de urgencia advertía de los problemas estructurales, a causa de una plaga de termitas. Previamente se había realizado un estudio sobre los daños ocasionados por estos insectos en la estructura del edificio. Sin embargo, los tratamientos no funcionaron y tuvo que procederse a tomar una decisión drástica.

    No queda nada del antiguo salón de actos, que años atrás había sido el salón de sesiones de la Diputació de Tarragona. Y esta relevancia se ponía de manifiesto en las ornamentaciones escultóricas que ahora han desaparecido y que de momento se guardan en Tabacalera. El desmontaje de todos estos elementos, ha permitido liberar una sala de 11 metros de altura que en unos meses quedará al descubierto, cuando se proceda a sustituir esta parte de la cubierta. «Todo este proceso nos ha permitido descubrir una cercha muy interesante que nos permite conocer el proceso constructivo», afirma la arquitecta municipal, Raquel Casals. Se trata de un elemento singular, en muy buen estado de conservación, por lo que se está estudiando si puede quedar al descubierto como colofón de esta espacio, «con un estilo basilical». «Tenemos la obligación de conservar lo que había, pero esto no quita que intentemos poner en valor este elemento», añade.

    Desde un médico al rector de Vallfogona, los bustos representan a personajes ilustres de la ciudad.

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