Vuelve la mona más familiar y sin mascarilla

El buen tiempo animó a cumplir con la tradición de comer al aire libre en parques y zonas verdes

18 abril 2022 18:27 | Actualizado a 19 abril 2022 05:18
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Las buenas temperaturas acompañaron a quienes se animaron a cumplir con la tradición de comer la mona de pascua al aire libre. Ya sin la obligación de llevar mascarilla ni limitaciones en el número de personas que se podían reunir, los parques y zonas verdes volvieron a tener un aspecto similar al de antes de la pandemia.

Tarragona

La de este domingo fue, para muchas familias, la mona de el reencuentro. Es el caso de los Ibáñez-Gallardo, un clan de más de veinte personas que no se reunía al completo desde hace dos años por culpa de la Covid-19, que se cargó hasta sus tradicionales reuniones navideñas multitudinarias. Viven en diferentes municipios del Camp de Tarragona, pero a las ocho de la mañana ya había llegado la avanzadilla a coger sitio en una mesa a la sombra en el Parc del Francolí que se convirtió, como en tiempos pre pandemia, en uno de los sitios favoritos en Tarragona para pasar el día. Como siempre la abuela de la familia fue la que se encargó de organizar la comida que traía cada uno y de que nadie se despistara demasiado con la hora.

Las mesas del parque comenzaron a ocuparse bien temprano, aunque como hacía notar Luis, un vecino que vive al frente, el mobiliario y las papeleras de la zona  de picnic comienzan a necesitar «una rehabilitación urgente». Algún banco ha sido arrancado y las mesas tienen agujeros y quemadas. Además, cuando se pone el riego automático, la base se llena de barro.

La jornada de este domingo marcó también el regreso de grupos que llevan años festejando este día en el parque, como varias familias de Filipinas: los Caguimbal, Aban, Tabao, Miguel y Forte. En su mesa no cabía un túper más con platos típicos, desde el pancit (fideos de arroz) a los coloridos puto (pastelitos de harina de arroz). Igual que otros inmigrantes, cuentan que la tradición de comer la mona al aire libre es de las que han adoptado con más entusiasmo nada más llegar a Catalunya. 

Algo parecido explican los Giraldo- Marín, de Colombia, con una mona casera llena de detalles en la decoración. Unos pasos más allá otro grupo en el que se contaban, además de catalanes, argentinos y chilenos, señalaba que, cuando se tienen hijos nacidos aquí, la mona es de esas tradiciones que nadie quiere perderse. «Da alegría ver por fin a la gente disfrutando», comentaban.

Aunque no todos madrugaron para coger sitio. Los García admitieron que estaban menos preocupados  porque tienen comprada una carpa de buen tamaño para estas ocasiones que plantan en cualquier lugar. El Francolí les pareció esta vez el mejor sitio.

Además de este parque, otro de los lugares que volvió a poblarse de familias (aunque menos que en tiempos previos a la pandemia), fue le Pont del Diable. Allí los Pérez-Santiago cuentan que llevan años montando la mesa justo en el mismo sitio y que han salido más de una vez en la prensa. Paula, la única niña de la mesa, enseña tímida la mona que le ha hecho su abuela junto a la que le regaló su padrino con una figurita de Mirabel, la protagonista de la película Encanto.

Muy cerca los Rodríguez-Almela, a la hora de hacer la foto se daban cuenta entre risas de que, justamente, se habían dejado la mona. No obstante la matriarca, Mari Carmen, quitaba hierro al asunto y decía que «lo importante es juntarnos, por fin».

Reus

En la mesa de los hermanos Manuel y Josefa Cortés, hacia la una del mediodía en la Boca de la Mina de Reus, entre platos de pollo asado y ensalada se echaba ya en falta alguna porción de mona. «Nos gusta la zona y, como hace muy poco que la han arreglado, nos hemos animado a venir», contaba ella. Y es que «a veces paseamos por aquí con la perrita, que también disfruta, todo está muy bonito y nos ha parecido que iba a ser un buen lugar», añadía Manuel, que comentaba que «otros años no solíamos salir, nos quedábamos en casa, pero queríamos probar y el buen tiempo ha acabado de convencernos». 

Este ha sido el primer abril tras la reforma integral del paseo –a la que pronto se añadirán el Jardí Agrari y el Parc de les Olors– y su aspecto ha atraído a muchos de vuelta a este lugar de la ciudad donde tradicionalmente se celebraba la Pascua. 

También por eso, sentados justo al lado de la escultura que rememora la histórica Venedora d’Anissos, Judit García y su hijo Juan apuraban el bocadillo. «Mi hermano trabaja, a mi madre la operaron de la rodilla hace poco y no podemos ir lejos, así que nos hemos acercado aquí a pasar un rato con dos cachitos de mona en un tupper», contaba la mujer, que explicaba que «venimos muchos domingos porque es un sitio muy tranquilo y muy bonito y, desde que lo han puesto al día, está muy bien, pero hay que llegar pronto si uno quiere coger mesa». «Ahora recuperamos fuerzas y hacemos el camino de vuelta», apuntaba, también en compañía de su mascota, y comentaba que «otras veces, íbamos hasta el pantano de Riudecanyes, pero este año hemos cambiado». 

Otro escenario nuevo en el que algunos pensaron para pasar el día fue el Parc de Familias, aunque la mayoría se llevaron una sorpresa al llegar. Las barbacoas de obra que había en el sitio han sido retiradas, queda un contenedor de runa y una fuente a medio instalar, y tampoco está ya el merendero. Por eso, algunas familias improvisaban el picnic sobre mesas de pingpong o trayendo los bártulos de casa. 

Era el caso de Alberto Rocha y los suyos. «Se trata, más que nada, de pasar el día al aire libre, entre la familia y los amigos, con los niños y todos juntos, y hacer algo distinto ahora que ha empezado el calor», explicaba. La de este domingo fue su primera incursión en el parque «después de que nos hablaran muy bien de él», ya que «anteriormente solíamos ir hasta El Morell, donde hay barbacoas y lo pasábamos bien», y «nos ha llamado la atención que aquí no las hay y está todo un poco vacío».

Cambrils

En Cambrils fueron muchos los que aprovecharon las agradables temperaturas para pasar la mañana en alguna playa, tomando el sol o jugando en la arena, e incluso dándose algún chapuzón los más valientes, para a continuación celebrar el lunes de Pascua entre familia y amigos. 

Fue el caso de los Massana Gallardo, una familia que apuraba el último día de las vacaciones de Semana Santa antes de volver a su Lleida natal. Tienen apartamento en Cambrils y la ya clásica costumbre de comer juntos en la zona de la Llosa. En concreto bajo los pinos y olivos que hay junto al yacimiento romano, enfrente mismo del Paseo Marítimo de poniente del municipio.

Es uno de los espacios habitualmente más concurridos, y este domingo no fue una excepción. A pesar de que ya no existía el bullicio de los tres días previos -el sector de la hostelería local superó con creces las previsiones más optimistas- decenas de personas se agruparon, con mesas y sillas, neveras con refrescos y todo lo imprescindible para comer en compañía. Y de postres, cómo no, no podía faltar la mona que los padrinos habían regalado a sus ahijados.

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