El auge de los mediums: ¿Por qué generan tanto interés?

A pesar de que los médiums son conocidos desde hace muchos años en España, es desde hace relativamente poco cuando sus supuestos poderes para comunicarse con personas ya fallecidas han saltado a la palestra televisiva.

Les hemos visto en programas de televisión e incluso existe una serie estadounidense que lleva por nombre “Medium”, que se comenzó a emitir en 2005 y que su éxito ha perdurado hasta 2011. En la serie de ficción, basada en la vida real de Allison Dubois, médium reconocida cuyo personaje es representado por la actriz Patricia Arquette, tienen lugar una serie de situaciones en las que Allison pone en marcha sus poderes para ponerse en contacto con el más allá, predecir el futuro o incluso leer los pensamientos de las personas que están a su alrededor.

Pero la serie sobre médiums no es lo más llamativo respecto a este tema. Existen numerosos programas de televisión españoles, como El Hormiguero, o periódicos y revistas de renombre, que publican noticias relacionadas con médiums y famosos.

Al igual que sucede con el tarot y la astrología, existen muchas personas reticentes a creer en esta especie de poderes extrasensoriales que son capaces de llevar a la persona que se autodenomina “médium” a contactar con personas del más allá. Pero otros muchas creen al 100% en los poderes de comunicación de estas personas “especiales” que son capaces de resolver dudas que quedaron pendientes respecto a una persona fallecida, sentimientos y otra serie de cuestiones de índole sentimental.

Lo cierto es que, tal como ocurre en todas las áreas de la clarividencia, no se puede dar una afirmación rotunda acerca de la labor social que realizan las personas que se dedican a esto. De hecho, tanto si se buscan mediums de Barcelona como videntes en Barcelona es posible encontrar una larga lista de personas que anuncian sus servicios de contacto con el más allá a cambio de precios muy variados.

Evidentemente, muchos serán profesionales que realmente puedan ayudar de algún modo a los clientes que lleguen a contactarles, pero otros, como en toda área de negocio, simplemente buscarán el beneficio económico de la profesión. Por eso es muy importante contactar con médiums profesionales de reconocido prestigio.

Quizás la ayuda a los seres queridos afectados por la muerte de un familiar no se produzca por el supuesto contacto con el fallecido, en el más allá; pero sí se les da algún tipo de contenido que les deja las conciencias más tranquilas, si supondrá una ayuda psicológica para superar la muerte de alguien muy importante para ellos.

Es exactamente lo mismo que sucede con la videncia o el tarot. ¿Se plantea la sociedad cómo pueden ayudar a personas afectadas por males de amor, malas experiencias amorosas y otras circunstancias los tarotistas y profesionales de la clarividencia? Quizás son capaces de mostrar al afectado las diferentes opciones para conseguir la felicidad o el mejor camino para continuar. Respecto a todo lo que tenga que ver con súper poderes de adivinación o de experiencias sensoriales especiales, no podemos hacer ningún tipo de afirmación positiva, pero tampoco somos nadie para criticarlo o para tachar a todos de estafadores.

Sea como sea, la posibilidad de que alguien pueda conseguir una comunicación entre una persona fallecida y una persona que todavía está viva es sencillamente espeluznante y es el mayor deseo que un ser querido que acaba de perder a alguien puede tener. De ahí que muchos piensen que se trata de una forma de aprovechamiento económico que busca resarcirse a partir del reciente sufrimiento y el bajón emocional de alguien que acaba de perder a su familiar.

En definitiva, los médiums siguen generando mucho interés en la sociedad actual, tanto en jóvenes como adultos, de todas las edades y niveles educativos. Solo las personas que acuden a ellos para intentar comunicarse con sus allegados fallecidos son capaces de confirmar si realmente les han revelado alguna información relevante que pueda hacerles pensar que existe tal comunicación o no. El resto, simplemente, podemos opinar sobre algo que no nos ha tocado de cerca, al menos todavía.