Los datos más relevantes del Coliseo Romano: un recorrido por la historia

06 noviembre 2019 09:51 | Actualizado a 06 noviembre 2019 09:58
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La historia de la humanidad ha dejado auténticas obras de arte a lo largo de los años. Por suerte, hay algunas de las que podemos seguir disfrutando hoy en día, contemplando así la magnitud de las capacidades que tenemos como sociedad. Una de las piezas arquitectónicas de mayor relevancia en el mundo, es sin duda alguna el Coliseo Romano. Una construcción que nos transporta a la misma era de los gladiadores y que podemos visitar siempre que queramos. Eso sí, hay muchas cosas que desconocemos y de las que nos podemos informar para disfrutar más todavía del recorrido.

La arquitectura del Coliseo Romano

Recorrer las preciosas calles de Roma, admirar las esculturas de sus plazas y fuentes o degustar de su gastronomía tan famosa en todo el mundo, perdería algo de magia si no supiéramos que estamos en la misma ciudad en la que en la Antigua Roma los gladiadores peleaban a muerte. El Coliseo Romano es una construcción arquitectónica que data del 72 al 80 d.C. y sigue siendo tan imponente como lo era entonces. Algo que no se habría logrado sin todo el esfuerzo que se puso tanto en el diseño como en la construcción.

Para levantar este monumento se utilizaron más de 700.000 toneladas de piedra, una auténtica revolución arquitectónica considerando los medios que se tenían en aquella época. De la misma manera, para sujetar en su cara exterior toda esa cantidad de roca, se emplearon hasta 300 toneladas de hierro que, en forma de abrazaderas, sujetan la instalación. El propio material empleado ya es merecedor de todo nuestro asombro y admiración, probando así la magnitud de la obra en sí. Suponiendo a su vez un cambio de paradigma, ya que hasta el momento se empleaba madera en la construcción de los anfiteatros.

La disposición de la instalación es, tal y como se puede apreciar, circular. No es fruto de la casualidad, este diseño estuvo perfectamente medido para que los asistentes pudieran apreciar de mejor manera los espectáculos que se producían en la arena. Dichas gradas en forma de anillos distan de 3 metros con la arena de su zona más baja; mientras que en la más alta llega a alcanzar los 40 metros de altura. A su vez, el propio ángulo circular de las gradas va creciendo conforme lo hace la altura, una forma más de marcar la distinción de clases entre los asistentes.

En cuanto a la fachada, está compuesta por una sucesión de arcos semicirculares separados por una media columna. Sin embargo, lo que es realmente interesante de este diseño, más allá de la propuesta estética que presentan dichos arcos, son las decoraciones en la zona superior de las columnas de separación. Según la planta del piso encontramos un estilo diferente, siendo estos el dórico en la planta baja, destaca por la simpleza y lo refinado del diseño; el jónico en el primer piso, con decoración de pergaminos; y, en la segunda planta, el corintio, correspondiente con el estilo barroco.

Por último, pero no menos llamativo, cabe destacar la instalación de la arena. Si bien es cierto que, tal y como se ha mencionado previamente, existían 3 metros de separación entre el suelo y la primera grada, en ocasiones esto no era suficiente. Habían ciertos animales salvajes que, dado el nerviosismo al que estaban expuestos, podían llegar a dar saltos superiores a dicha barrera. Como resultado, se instaló una red de seguridad que se interponía entre los asistentes y las bestias más peligrosas que podían entrar en el Coliseo Romano.

Así pues, la arquitectura es uno de los pilares de mayor interés cuando hablamos de este sello de identidad del antiguo Imperio Romano. Son muchos los aspectos que podemos apreciar y, con total seguridad, necesitaremos más de un día para realizar un recorrido de calidad y contemplar en profundidad esta maravilla del arte.

El subsuelo del Coliseo Romano

Uno de los datos más curiosos y que, inexplicablemente, todavía mucha gente desconoce, es que bajo la imponente construcción romana, existe todo un laberinto en su interior. Conocido como Hipogeo, este espacio compone las bodegas bajo los pies de los asistentes. Un lugar de pasadizos, nichos y habitaciones en los que, antiguamente, se encontraban los animales que iban a salir a escena.

Sin embargo, esta parte del coliseo ha tenido que restaurarse en diversas ocasiones. Una de las más importantes fue en el año 217 d.C., tras un devastador incendio que arrasó con gran parte de la instalación. Debido a ello, resulta imposible establecer exactamente las funciones específicas de cada una de las habitaciones que componen este espacio.

Pero, a pesar de no poder clarificar los hechos de forma precisa, hemos de ser conscientes de la existencia de estos pasillos interiores que tanto significado nos traen. Imaginar la cantidad de personas y animales que recorrieron sus paredes antes de salir a la arena a jugarse la vida, no es algo que podamos dejar de lado.  

El Coliseo Romano en la actualidad

Además de ser uno de los mayores focos de atención dentro del sector turístico, el Coliseo Romano ha recibido el reconocimiento del conjunto de la sociedad por diversas razones, partiendo muchas de ellas de la arquitectura. Tanto es así que en el año 1980 la Unesco lo declaró como Patrimonio de la Humanidad y en 2008, pasó a formar parte de una de las nuevas siete maravillas del mundo moderno. Una prueba más que evidente de la relevancia con la que cuenta esta pieza de nuestra historia.

Por otro lado, en la actualidad se le da un uso, en ocasiones, político. Emplear los recursos de un país para velar por el bienestar social es una práctica habitual y que honra a los dirigentes. A pesar de haber sido un lugar en el que miles de personas perdieron la vida, ahora se emplea como protesta contra situaciones como la pena de muerte, todavía vigente en ciertos países.

Estos, entre muchos otros, son algunos de los datos más relevantes por los que el Coliseo Romano sigue siendo una de las construcciones más importantes en todo el mundo. Si prestamos atención a los detalles, podremos disfrutar de nuestra próxima visita en mayor profundidad. 

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