Los insectos para una alimentación sostenible en el siglo XXI

01 febrero 2019 11:23 | Actualizado a 01 febrero 2019 11:23
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A mediados del siglo XXI, el planeta tendrá más de 8.500 millones de personas que alimentar. Este reto no es nada sencillo, porque la producción de alimentos no crece al mismo ritmo que crece la población mundial.

Según un informe de la FAO, el 26% de la zona seca de la tierra se dedica a cultivar pasturas para el ganado, y del total de tierras cultivables, un 33 % se utiliza para producir cosechas para la ganadería. Este tipo de actividad representa el 18?emisiones de efecto invernadero, por tanto, incrementar espacios para la agricultura repercutirá directamente en el cambio climático.

La seguridad alimentaria depende de un cambio de modelo

Con el modelo actual de producción de alimentos, los números no concuerdan. Son muchos quienes abogan por un nuevo modelo de producción que permita salir de esta encrucijada sin tener que excluir la alimentación de origen animal. La FAO publicó un estudio en 2013 donde resaltaba la contribución de los insectos, no sólo en la seguridad alimentaria sino también en el medio ambiente y los medios de vida.

Gran parte del problema puede resolverse con la entomofagia, de acuerdo al estudio que ya se ha mencionado. ¿A que se refiere este término? Básicamente al consumo de insectos por parte de seres humanos. Y esto no es nuevo. Ya en muchos países del mundo, principalmente en regiones de África, Asia y América Latina se consumen proteína proveniente de insectos. Se estima que más de 2.000 millones de personas integran a su dieta la ingesta de insectos.

Aunque es un hábito nutritivo aceptado por gran parte de la humanidad, había sido ignorado hasta ahora por los principales responsables de la alimentación humana, entre ellos instituciones de investigación, legisladores y asociados de la industria alimentaria.

No obstante, el programa que impulsa la FAO sobre insectos comestibles no se limita a insectos como escarabajos, orugas, grillos, langostas, saltamontes o abejas, sino también a estudiar los beneficios que ofrecen algunos arácnidos en relación con los piensos y alimentos, aunque no se relacionen con los insectos.

¿Es realmente sustentable este modelo? Evidentemente. El aumento demográfico y el incremento de la clase media impactan significativamente en la demanda alimentaria mundial y, por ende, en las fuentes de proteína animal. De allí la importancia de ampliar las fuentes alternativas de seguridad alimentaria. Algo que se puede abordar, entre otras soluciones, mediante la cría de insectos.

Los insectos son nutritivos, se reproducen y crecen rápidamente, se crían fácilmente, están en todas partes, impactan mínimamente en el ambiente, pueden ser consumidos molidos o enteros y, más importante aún, sirven como materia prima.

Granjas de insectos: una solución viable

Usar insectos en grandes proporciones es técnicamente factible. En distintas partes del planeta existen ya, empresas afianzadas que son referencia en el uso y cría de insectos desarrollados en granjas estandarizadas. Tanto ha sido el éxito de este proyecto, que según hemos podido constatar en esta fuente, las granjas de insectos alcanzarán un notable desarrollo durante la próxima década, lo que incrementara de forma directa la seguridad alimentaria con un modelo sostenible innovador.

Sin embargo, la recolección de insectos se llevaba a cabo siguiendo un método silvestre. Si bien domesticar insectos es loable, la ciencia moderna ha mejorado los excelentes conocimientos tradicionales. Por otra parte, la cultura alimentaria ha sumado esfuerzos para innovar y ampliar las tecnologías de cría a un nivel superior.

Por eso, la cría de insectos en granjas estandarizadas ofrece enormes oportunidades de mejorar la seguridad alimentaria, sin poner en riesgo poblaciones de insectos silvestres.

Las granjas de insectos se suman a los esfuerzos gubernamentales y no gubernamentales en la reproducción, cría y engorde de insectos. Estos recintos producen suficientes insectos que son destinados a diversos propósitos, entre ellos la alimentación humana, mejor conocida como entomofagia, además de harinas o pienso animal. Este proyecto incluso ha revolucionado el sector ganadero por el gran potencial de negocio que representa. Representa una gran oportunidad de emprendimiento que ya ha sido probado con acierto en algunos países.

Además de estas razones, ¿Por qué conviene contribuir con la alimentación sostenible del siglo XXI a través de una granja de insectos? Aquí otras ventajas:

  • Pueden ser aprovechados diferentes espacios o instalaciones útiles para producir alimentos e insumos, que no sólo benefician a la humanidad sino también puede convertirse en un negocio con grandes posibilidades.
  • Contribuyen a reducir gases de efecto invernadero a la vez que produce proteínas de forma ecológica.
  • El proceso de crianza es sencillo, sobre todo, para agricultores o ganaderos con experiencia. El proyecto está bien documentado con distintos manuales de cría.
  • La inversión es mínima y fácil de mantener. Quienes no conocen mucho el sector agrícola o ganadero, reciben apoyo y seguimiento constante para lograr el mayor crecimiento en el menor tiempo posible.

En definitiva, sí es posible enfrentar los desafíos que supone el aumento de la superpoblación, el cambio climático o la disminución de tierras cultivables, que significan un peligro inminente en la seguridad alimentaria si no se toman medidas urgentes y pertinentes para obtener un alimento sustentable que garantice el bienestar de la humanidad.

Sin lugar a dudas, esta solución recae en gran parte en los insectos, una fuente impresionante de nutrientes. Sólo hay que concientizar a la sociedad y dejar de lado la aversión a comer insectos.

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