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    De ruta por Tarragona: La guarida del dragón legendario

    Desde las ruinas del castillo de Prenafeta se dominan las tierras de Montblanc. Nos dirigimos a conquistar el Tossal Gros, la montaña conocida como el Morrot de Sant Jordi

    31 enero 2024 19:55 | Actualizado a 01 febrero 2024 07:00
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    Si el lobo marino atormentaba a los marineros de l’Hospitalet de l’Infant, la Cucafera aterrorizaba a los primeros exploradores del Delta de l’Ebre. Si las sirenas cantaban en el río La Sénia, La Serena guardaba la Sierra de Cardó. Tarragona es una tierra legendaria, tanto como la bestia que hoy nos ocupa.

    Si bien los orientales lo elevaron a la categoría de deidad, los dragones parecen militar inequívocamente entre los siervos del mal, al menos a juzgar por los occidentales. De acuerdo con Joan Amades, el folclorista que recogió una versión de la leyenda del siglo XIX, una de estas criaturas digna de veneración atemorizó a los vecinos de la capital de la Conca de Barberà, a quienes obligaba a entregar cada día uno de los suyos si no querían sufrir sus iras.

    La ruta de esta semana visita la que bien pudo ser la guarida del dragón legendario, pues desde las ruinas del castillo de Prenafeta se dominan las tierras de Montblanc. Así las cosas, nos dirigimos al lugar a fin despejar la incógnita y, de paso, conquistar el Tossal Gros, la montaña conocida como el Morrot de Sant Jordi. ¿Saldrá la criatura a nuestro encuentro?

    Dificultad de la ruta

    Determinar la dificultad de una ruta ya es de por sí una dificultad. Por suerte, existen escalas de graduación que establecen la dureza a partir de factores observables. El Método SENDIF, creado por la Taula de Camins de l’Alt Pirineu i Aran, sostiene que la dificultad de un itinerario de senderismo depende, por una parte, del esfuerzo físico que este supone y, por otra parte, de los obstáculos del camino.

    Desde el punto de vista de la dificultad física, esta ruta es de dureza moderada a juzgar por sus 4,19 kilómetros de distancia y 402 metros de desnivel positivo o subida, que pueden completarse en poco más de una hora.

    En lo que respecta a la complejidad técnica, se trata de un recorrido de navegabilidad evidente gracias a los múltiples paneles de señalización. Convendrá, no obstante, apoyarse en los bastones de senderismo para resolver las pendientes pronunciadas, en especial aquellas que nos esperan en el camino de vuelta posterior a la cima que conquistaremos.

    Instrucciones de la ruta

    Emprendemos el itinerario desde el extremo este del pueblo de Prenafeta, en la fuente ubicada donde la carretera da media vuelta, cruza la Rasa de Sant Miquel y nos muestra el Gran Recorrido (GR) 175.

    En este lugar puede aparcarse. Nuestra senda se cruzará en un par de ocasiones con el GR 7, de modo que observaremos con atención los paneles de señalización a fin de mantenernos en el sendero que se dirige a Santes Creus.

    Convendrá apoyarse en los bastones para resolver las pendientes pronunciadas

    Para acceder al castillo de Prenafeta tomaremos el camino que pasa junto a la Font de Sant Salvador, a la que volveremos después de visitar las ruinas de la fortaleza. Después, avanzamos hasta el Coll de Planota del Faló, donde abandonamos el GR con el objetivo de conquistar el Tossal Gros o Morrot de Sant Jordi. Desde él tendremos una vista panorámica del Camp de Tarragona y la Muntanyes de Prades, en cuya base está Montblanc. A continuación, resolvemos la pendiente pronunciada del descenso hasta encontrarnos con el panel de señalización que nos indica la vuelta al castillo. Es un recorrido claro e indicado.

    El dragón, entre el bien y el mal

    En un intento por explicar lo desconocido y controlar la mismísima naturaleza, nuestros predecesores se inspiraron en los animales para crear seres fantásticos. Fue así como nacieron los dragones, cuya forma serpentiforme recuerda a los rayos.

    He aquí la razón por que nuestros antepasados creyeron que estas bestias eran las responsables de las tempestades. De hecho, según Ernest Ingersoll en El libro de los dragones, “desde tiempos antiguos, los chinos de las zonas rurales han atribuido las inundaciones, tempestades y tormentas eléctricas a dragones que luchan en el aire o en los ríos”. A pesar de lo que pudiera parecer, el dragón oriental era considerado una deidad, de hecho, es un símbolo del poder imperial.

    Por el contrario, la mitología griega lo convirtió en una encarnación del mal. Apolo mató a la fabulosa Pitón a flechazos, de la misma manera que Atlas o Hércules acabaron con Ladón, un dragón de cien cabezas que luego Disney recuperaría en la película dedicada al hijo de Zeus y Alcmena.

    El cristianismo hizo lo propio: fue el Arcángel San Miguel quien venció a la bestia en una representación de la superación del mal. De esta manera llegamos al caballero Sant Jordi. Ataviado con armadura, acudió al auxilio de una joven a lomos de su caballo blanco. Al menos esta es la narración que recogió Joan Amades en su libro Costumari Català, la misma que llena de vida las calles de Montblanc durante su ya popular semana medieval.

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