Guardianes con ADN OK Porters

La academia que ha creado Roger Molina, del Vendrell, apuesta por el portero como un recurso más del juego, no como un ser aislado. Malián, del Liceo, responde a ese status. Mañana se miden en el mítico Palacio de Riazor (19.00 horas)

19 mayo 2017 17:58 | Actualizado a 21 mayo 2017 15:19
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Roger Molina se ha convertido en un ferviente defensor del oficio de la portería. Lucha para instaurar nuevos hábitos con sesiones específicas para que el arquero no sólo se considere un monigote con la obligación de únicamente atajar. Quiere ir más allá. Crear en el portero un recurso más del juego, integrarlo a la dinámica del partido, hacerle partícipe. Y más en un deporte como el hockey, donde su importancia resulta capital. Cualquier escuadra que aspire a los títulos más lujosos precisa de un guardaredes de máximo nivel.

Por eso ha consolidado el proyecto OK Porters, una especie de academia que crece a través de la formación con los jóvenes valores. Molina adora pulir a las promesas. El meta del Moritz Vendrell se ha disfrazado de docente. Consume su tiempo dándole vueltas a las sesiones, que detalla al milímetro con métodos innovadores.

Molina es un tipo admirado por sus colegas de posición. En el hockey todavía no se ha instaurado el entrenador de porteros en las primeras plantillas, siempre han estado dejados de la mano de dios. Él sueña en un futuro que se valore esa idea, a pesar de que los recursos de tesorería de los clubs no contemplen ese refuerzo en los cuerpos técnicos.

En todo caso, el reusense, afincado de nuevo en el Club d’Esports, se medirá esta tarde a Xavi Malián, un perfil de arquero muy de OK Porters. El del Liceo luce en las guardas el logo que reivindica la propuesta de Molina. Defiende la idea de OK Porters. Los dos mantienen una buena relación. Incluso, el del Moritz Vendrell le considera «uno de los mejores en la actualidad. Tal y como juega el Liceo de valiente, es capaz de interpretar las situaciones como nadie».

Vendrell y Liceo exigen máxima atención a sus guardianes. Les otorgan responsabilidad infinita porque sus filosofías huyen de la especulación. El Liceo ha instaurado un hockey de manual Carlos Gil, en el que Malián precisa de concentración milimétrica para solucionar los problemas que genera la extrema generosidad atacante. Molina ama cuando le piden acudir a los unos contra uno. Detesta las defensas con el culo en el arco.

Los protagonistas de la batalla en el viejo y mítico Palacio de Riazor necesitan conquistar puntaje después del debut derrotista en el campeonato doméstico. El escenario invita a uno de esos duelos para gourmets, entre dos aspirantes a enseñar su rostro en las alturas de la OK Liga.

Para ello acuden al Palacio obligados, con urgencia relativa. Malián guió al Liceo a la primera conquista del curso, con esa Supercopa sorprendente en Reus, todavía con la nueva propuesta del profesor Gil tierna. Garcia viaja, más o menos, inmerso en una tesitura parecida. Lucha para coser al nuevo Vendrell cuanto antes. El tiempo, en los grandes miuras, no existe.

 

 

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