El mayor atentado de la historia de España

El 11 de marzo de 2004 Madrid despertó con estruendo y caos, pero se acostó en un abrumador silencio, y el mayor atentado jamás visto en España dio paso a la mayor respuesta de solidaridad.

No eran ni las ocho de la mañana cuando se produjo la primera explosión, y antes de que los servicios de emergencias llegasen a Atocha ya había voluntarios sacando heridos de los trenes.

Bomberos, sanitarios y policías no tenían aún suficientes camillas pero en minutos se encontraron decenas, centenares, de mantas y sábanas que llovían desde los bloques vecinos a las vías para poder transportar a heridos y arropar a los menos graves. Sin suficientes ambulancias en los primeros instantes, autobuses urbanos y decenas de taxis llevaron a los heridos a hospitales y luego dedicaron la jornada a trasladar –sin cobrar– a familiares, a sanitarios y a psicólogos que, pese a no trabajar ese día, hicieron la que probablemente haya sido su jornada laboral más larga. Mañana se cumplen veinte años de aquel fatídico día, de una herida que aún no ha terminado de cicatrizar.

Murieron 193 personas y 1.857 resultaron heridas. Casi mil psicólogos participaron de forma desinteresada durante unas dos semanas para atender en todos los frentes.

El atentado se produjo a las puertas de unas elecciones generales. En un primer momento, el Gobierno de Aznar se lo atribuyó a ETA. También la opinión pública. Los intereses políticos parecieron primar por encima de la realidad. Pero, en medio de la confusión, todas las pesquisas condujeron finalmente al grupo terrorista islámico Al Qaeda. Miles de personas se echaron a la calle en todas las ciudades del país, incluida Tarragona, en señal de solidaridad y para exigir que se esclareciera lo que había pasado.

«La primera sensación fue de impotencia, desolación, inseguridad. Pensé que a cualquiera nos podía tocar vivir una situación así», recuerda la abogada tarraconense Encarna Orduna. Dos décadas han pasado ya desde aquella pesadilla.