La lacra de la violencia machista no cesa

La violencia machista es una lacra que no solo no cesa, sino que parece agravarse. En las últimas sesenta horas hemos conocido la muerte de dos mujeres y de dos niñas, asesinatos que representan la cara más horrible e insoportable de un fenómeno intolerable pero con fuerte presencia en nuestra sociedad, a pesar de las leyes de que nos hemos dotado, del refuerzo de los recursos humanos y materiales para combatirlo y de la creciente concienciación ciudadana. Además de los crímenes, ayer hubo más noticias que invitan al pesimismo: un concejal de Calafell fue detenido por un presunto delito de violencia de género y la Audiencia de Barcelona decidió dejar libre al exfutbolista brasileño del Barça Dani Alves, condenado por una violación, si paga una fianza de un millón de euros.

Es pertinente estudiar cada uno de los casos a fin de explorar medidas que permitan optimizar la respuesta más oportuna, teniendo en cuenta que para resolver un problema tan complejo no existen varitas mágicas, lo que en modo alguno significa que haya que resignarse como si fuera inevitable. Porque no lo es. Las instituciones tienen en su mano mejorar los mecanismos destinados a proteger a tiempo a las víctimas de malos tratos. Eso pasa por acciones en el ámbito de la Justicia y policiales. También por una colaboración más estrecha entre las administraciones y por la detección precoz a través de la sanidad y los servicios sociales, lo que requiere una actitud vigilante en esos sectores, protocolos de actuación y una formación adecuada a sus profesionales. Por otra parte, se trata de un asunto que interpela a toda la sociedad, de forma especial a las personas más próximas a las mujeres que sufren la violencia y que tienen indicios del peligro existente, para que den la voz de alarma, en vez de actuar como si se tratara de una cuestión íntima en la que nadie debe entrometerse. En este contexto, el insultante negacionismo de la extrema derecha y los recortes en las políticas de igualdad en algunos territorios constituyen disparates que cuestan vidas.