La política catalana vivió ayer un suspense parecido al de los partidos de baloncesto cuando todo depende al final de una canasta, o los de fútbol cuando, agotado el tiempo reglamentario y la prórroga, se juega el resultado a los penaltis.
Si la presidenta del Parlament, Anna Erra (de Junts), hubiera permitido la votación de los Presupuestos cuando terminó el debate, antes de comer, la ley hubiera salido adelante, porque una exdiputada de Junts, ahora en el Grupo Mixto, apoyó por sorpresa al gobierno Aragonès y porque por la mañana no estaba en el Parlament el diputado de Vox por Tarragona Sergio Macián, que sí estuvo por la tarde y que inclinó el voto: 68 votos contra el proyecto de Presupuestos y 67 favorables.
Al ver rechazadas sus cuentas, Pere Aragonès ha tirado la toalla y anunciado la convocatoria de elecciones, porque con 33 diputados podría resistir, pero no gobernar. Lo curioso es que el President de la Generalitat, aupado al cargo con los votos de Junts y la CUP, solo haya recibido el apoyo del PSC para seguir en el cargo. Salvador Illa, jefe de la oposición, ha sido la mano extendida que tuvo ayer.
Hard Rock y las líneas rojas
Otra curiosidad es que la piedra en el camino con la que el Govern ha tropezado haya sido Hard Rock, el complejo de ocio y juego del Camp de Tarragona, un complejo que no existe y que probablemente nunca será realidad porque los accionistas no acostumbran a perseverar en medio de condiciones meteorológicas políticas tan desfavorables.
Jessica Albiach, portavoz de los Comuns, trazó una línea roja: Aragonès debía prometer que no se hará, o de lo contrario no tendría su apoyo para los Presupuestos. En esta situación Junts se ha ofrecido a Aragonès pero poniendo también una línea roja: que se suprima o se rebaje mucho el impuesto de sucesiones.
Las líneas rojas siempre dificultan mucho una negociación, pero aun así llama la atención que en varias semanas de innumerables reuniones no se pueda desbloquear un desacuerdo y se llegue a un consenso. Con esta falta de habilidad negociadora y esta tozudez en mantener líneas rojas, en España no se hubiera hecho la Constitución cuando las diferencias eran mayores y los temas eran más importantes aún que el Hard Rock.
El 12 de mayo
Pere Aragonès ha hecho lo que se espera de un dirigente cuando le torean, dar un puñetazo en la mesa y decir basta. Ha criticado la irresponsabilidad de «los de uno y otro lado» (en referencia probable a Comuns y Junts), ya que de la CUP no debía esperar gran cosa, y menos de la derecha. Y ha fijado la fecha en mayo para no alargar la agonía y anticiparse a las europeas de junio en las que Puigdemont puede tener muchos votos, por aquello que dijo Mitterand de los referéndums (aunque estas elecciones no lo sean): «El inconveniente es que los gobiernos preguntan una cosa y los electores responden otra».
Desde ahora estamos pues ya en campaña electoral, olvídense de la Mesa de Diálogo y del Acuerdo de Claridad, porque la gente puede ser que vote por la cesta de la compra o las listas de espera sanitarias.
¿Qué resultados cabe esperar? En mi opinión hay un candidato favorito, Salvador Illa, no solo porque ganó en las elecciones anteriores, sino porque es persona que evita la confrontación y los insultos. Otra cosa es que pueda gobernar, pero un gobierno independentista sobre los pilares de Junts, ERC y la CUP ya se ve que no ha podido terminar la legislatura.
Después de Semana Santa ya estaremos en campaña. ¡Hagan juego, señores!... aunque no tengamos Hard Rock.
