La calle Sant Pere del Serrallo recuperó ayer la alegría que siempre la había caracterizado gracias a la Pollada, una iniciativa de El Taller Restaurant que en su primera edición superó todas las expectativas.
Lo cierto es que, durante toda la mañana, la calle estaba a rebosar. No cabía ni un alfiler. Por una parte, los ‘serrallencs’ y las ‘serrallenques’ aprovechaban las últimas horas de su fiesta mayor después de unos días muy intensos y, por otra, los turistas que visitaban el barrio marinero no dejaban escapar la oportunidad de conocer qué es lo que se estaba haciendo en el número 14 de la calle Sant Pere.
El pollo marinado a la brasa, la fideuá, el cebiche y los mejillones con salsa fueron los protagonistas de la jornada.
Todos los presentes querían saborear los platos. Las ganas aumentaron a medida que se acercaba la hora de comer. Es más, en ese momento, la cola para conseguir los tickets ocupaba toda la calle.
«Hemos ido a dar una vuelta y, al escuchar música, hemos decidido acercarnos para ver qué hacían. No sabíamos que se trataba de una fiesta tradicional peruana», comenta la tarraconense Mar Garcia.
Los productos que ofrecieron las siete bodegas del territorio, dos cervecerías artesanas y un vermú enriquecieron la jornada.
La idea de llevar a cabo una Pollada en la ciudad hacía años que le rondaba por la cabeza a Jorge Huima, el copropietario de El Taller Restaurant. Ahora, por fin, se ha materializado y con éxito.
«Estamos muy satisfechos con el resultado. Hemos llenado el barrio de vida y de buen rollo. La gente ha disfrutado. Para nosotros, esto es lo más importante», afirma Òscar Garcia, el otro copropietario del mencionado restaurante.
Aunque ha sido la primera vez que se ha llevado a cabo esta iniciativa en la ciudad, lo cierto es que en el Perú nació en los años setenta. En un momento en el que la crisis económica se apoderaba del país, las polladas se convirtieron en una manera fácil de recaudar fondos.
«Se ofrecía un plato de pollo a la brasa a los amigos o a los familiares. De esta manera, no hacía falta pedir préstamos bancarios», explica Garcia.
Si alguna cosa tienen clara los copropietarios de El Taller Restaurant es que no será la última vez que lleven a cabo una iniciativa como esta.
«No queremos que sea cosa de un día puntual. El objetivo es que se celebre cada año. Es una bonita manera de poner punto final a las fiestas de Sant Pere», añade Garcia. Precisamente en esto coincide Clàudia Garcia, una joven serrallenca, la cual asegura que no se ha perdido ningún acto.
«Han sido unos días muy intensos, pero no podría fallar hoy. Hay que felicitar a El Taller por la faena que ha hecho. Me parece una iniciativa muy importante y una bonita manera de compaginar dos culturas muy diferentes entre ellas. Al final nos han dado la oportunidad de saborear platos tradicionales de El Serrallo con platos típicos de Perú», dice.
El barrio marinero no fue el único que se llenó de buen rollo. El barrio de La Floresta acogió la actuación de las comparsas. Los vecinos y vecinas no dudaron en salir a la calle para disfrutar así del último día de las fiestas del barrio.