Tradición
Regreso a la primera cena del calamar de Salou: cómo surgió la fiesta más antigua
Una exposición rememora cuando los pescadores iniciaron una tradición larguísima. De la foto de la cena que lo inició todo a la primera ‘calamarera de oro’, una muestra repasa los 50 años de esta celebración arraigada que rinde homenaje la tradición marinera
Una imagen de la primera cena de la Festa del Calamar, en 1975, tomada por Ferran Llauradó, que está expuesta en el TAS.
El salouense Esteve Tomàs empezó, casi sin darse cuenta, una larguísima tradición: «Nací en Salou, siempre he tenido mucha relación con la gente del mar, salíamos a pescar en una barquita y un día de mal tiempo nos pusimos a cobijo y surgió la idea de hacer una cena», recuerda. A esa propuesta le acompañaron otras: «Nos dijimos, ‘oye, ¿y por qué no hacemos un concurso de pesca y vemos quién coge más?'». De eso han pasado ya 50 años.
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Aquella cena de amigos, a la que «iban a asistir ocho o 10 personas y al final fueron unas 150», resultó ser el origen de la Festa del Calamar, la más antigua que conserva la capital de la Costa Daurada. Tomàs recuerda lo especial de esa noche: «Cocinamos nosotros mismos los calamares que habíamos pescado. Hicimos un homenaje a los pescadores más antiguos. Estuvimos juntos, lo pasamos bien y empezó a repetirse año tras año. Antes de ese, no había ningún evento similar en Salou para que la gente se reuniese».
Ahora, medio siglo después, ya no se celebra la cena que marcó la historia de Salou. Pero cerca de 70 fotografías antiguas extraídas del fondo municipal, del Centre d’Estudis Salouencs o cedidas por particulares; algunos recortes de prensa que han amarilleado por el paso del tiempo, carteles coloridos anunciando el concurso, trofeos y recuerdos de todo tipo integran la exposición conmemorativa de los 50 años de la Festa del Calamar de Salou. La muestra puede visitarse hasta 19 de diciembre, en el pasillo del Teatre Auditori de Salou (TAS). Y esconde algún que otro tesoro.
La primera ‘calamarera’ que se entregó, en 1985, que fue para Sisco Orts y también forma parte de la colección.
En el TAS se pueden ver, dentro de una vitrina, piezas como la valiosa calamarera de oro: la distinción que se llevan las embarcaciones que repiten éxitos en el concurso –hay que ganarlo tres veces seguidas y cinco alternas–, que «son muy pocas, es algo excepcional». Y la primera que se entregó, con la inscripción a nombre de Sisco Orts, en 1985. Pero también una suerte de calamares de madera que, en las primeras ediciones del Concurs del Calamar de Salou, se llevaban los pescadores que hacían porra, es decir, que, salían toda la semana y no tenían suerte. Un regreso, al final, a aquel día en la barca, cuando hizo mal tiempo.