Turismo
Tarragona crece al ritmo del gran salto turístico que ha duplicado los visitantes en Catalunya en 25 años
La Costa Daurada ha incrementado un 120% los turistas en hoteles desde finales de los noventa, en un contexto de expansión general que Barcelona lideró pero ahora da por agotado
Una pareja de turistas, en el paseo Jaume I de Salou.
El crecimiento del turismo en Catalunya durante el primer cuarto del siglo XXI también ha tenido un impacto destacado en Tarragona, donde el número de visitantes alojados en hoteles ha pasado de 1,3 millones a casi 3,2 millones en 25 años, según datos del INE. El aumento se ha concentrado especialmente en los municipios de la Costa Daurada, que han registrado un incremento del 120% en el número de turistas, consolidándose como uno de los grandes polos turísticos del país fuera de la capital.
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Este avance se inscribe en una transformación de mayor alcance que ha llevado a duplicar el volumen de visitantes en Catalunya, de los 13,4 millones registrados a comienzos de siglo a más de 27 millones anuales en 2023 y 2024, cifras récord que superan incluso el techo prepandémico. El crecimiento ha ido muy ligado al auge del turismo internacional, que hoy representa cerca del 65% de los viajeros alojados en hoteles catalanes, frente al 55% de hace 25 años.
El salto turístico también se refleja en la movilidad. El aeropuerto del Prat cerró el último ejercicio con 55 millones de pasajeros, su máximo teórico según Aena, cuando a finales de los noventa no alcanzaba los 20 millones. El Port de Barcelona registró asimismo un récord histórico, con 3,65 millones de cruceristas en casi 800 escalas, una cifra que multiplica por diez la actividad de hace un cuarto de siglo y que ilustra la presión creciente sobre las infraestructuras.
En el resto del territorio, la evolución ha sido desigual pero claramente ascendente. En la demarcación de Girona, el número de turistas en hoteles ha pasado de 2,5 a 4,2 millones, con la Costa Brava como principal foco, mientras que el área de Barcelona ha más que duplicado la ocupación hotelera, de 5,3 a 13,1 millones. En Lleida, el crecimiento ha sido más moderado, de menos de 700.000 visitantes a cerca de 960.000, aunque también al alza.
El peso del visitante extranjero varía notablemente por territorios. En el área de Barcelona, los turistas internacionales representan ya el 74% de los clientes hoteleros, frente al 60% de hace 25 años. En Tarragona, el porcentaje se sitúa en torno al 43%, similar al de finales de los noventa, mientras que en Girona ha descendido ligeramente hasta el 60% y en Lleida alcanza el 20%, ocho puntos más que a comienzos de siglo.
En Girona, el crecimiento ha ido acompañado de un aumento de las pernoctaciones y de una reconfiguración de la planta hotelera, más orientada a la mejora de infraestructuras que al aumento de plazas, así como a la captación de nuevos segmentos como el turismo deportivo y de lujo. La investigadora de la UdG Sílvia Aulet subraya también el avance en desestacionalización, con un papel destacado de los cámpings, que hoy abren una media de 215 días al año y llegan a registrar ocupaciones del 100% incluso en Navidad.
La sostenibilidad se ha convertido en otro de los ejes del sector, especialmente en los cámpings, considerados los alojamientos con menor huella de carbono. El sector trabaja ahora en la incorporación de tecnología para anticipar emergencias climáticas, como sistemas de aviso ante lluvias intensas, en un contexto de mayor sensibilidad ambiental entre operadores y administraciones.
En Barcelona, motor histórico del crecimiento turístico, el discurso ha cambiado. La ciudad pasó de poco más de 4 millones de visitantes en el año 2000 a casi 14 millones en 2019, cifra que no se ha vuelto a alcanzar tras la pandemia. Con 12,7 millones de visitantes en 2024, el comisionado de turismo del Ayuntamiento, José Antonio Donaire, defiende que la capital ha tocado techo y que existe un consenso para no crecer más, una estrategia respaldada por el PEUAT y asumida, según el consistorio, tanto por la ciudadanía como por el sector.
Así, mientras Barcelona apuesta por la contención, Tarragona, Girona y otras zonas del país continúan siendo claves en el crecimiento turístico de Catalunya, un modelo que sigue aportando dinamismo económico pero que plantea retos crecientes en movilidad, sostenibilidad, empleo y gestión del territorio.