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Francisco Bescós: «Siempre te puede tocar la lotería de ser una víctima»

‘La Ronda’ es un thriller con un alto ritmo y muchas caras, publicado por Reservoir Books

26 julio 2023 15:54 | Actualizado a 26 julio 2023 16:24
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Un hombre de negocios ahorcado, un indigente muerto, una joven desaparecida, un atropello a priori involuntario, carreras ilegales de coches... Cada cadáver tiene su propia ejecución, el modus operandi se camufla. Es La Ronda, la nueva novela de Francisco Bescós, publicada por Reservoir Books. Una obra que transcurre en Madrid, con un ritmo trepidante y muchas caras y que, a pesar de contar una trama muy cruenta, «se alivia con bastante carga del sentido del humor», como apunta su autor.

Es una novela sin tregua. ¿Tampoco la tuvo al escribirla?
Venía de escribir un libro un poco duro, autobiográfico, sobre la experiencia de ser padre de una niña con parálisis cerebral y cuando lo terminé y lo publiqué, quería volver a la novela negra bajo la premisa de pasármelo bien escribiéndola y que la gente también se lo pasara bien leyéndola. Hacer una novela de evasión de calidad. Por lo que parece, lo he conseguido. Yo, desde luego, me lo pasé fenomenal escribiéndola.

Se puede coger la novela para hacer una ruta por Madrid.
Sí, aunque un poco peculiar porque no tiene nada ni de turística ni de histórica ni mucho menos de encantadora. Pero escribiendo este libro he descubierto rincones con un gran potencial narrativo, muy interesantes.

¿Los detectives siempre tienen que ser frikis?
Un detective tiene que tener, sobre todo, un interés narrativo. Los conflictos dramáticos, en novela negra, cuantos más mejor. Es decir, tiene que haber uno externo, que viene dado por los crímenes que hay que resolver, pero luego también es interesante que los detectives lo tengan interno debido a su propia personalidad. Por eso abundan los que se enfrentan a conflictos que parten de ellos mismos, a rarezas como Indira de Santiago Díaz o en este caso los míos que son personalidades bastante extremas.

Como la que resuelve el caso, que es muy introvertida.
La subinspectora Laura Rodrigo ha gustado mucho. Yo la había pensado como un personaje secundario, pero se fue apoderando de las páginas del libro y a los lectores les está gustando mucho ya que funciona muy bien como alivio cómico en la crueldad de las tramas. No obstante, más que introvertida, la concebí como un personaje incómodo. Es decir, la gente le da de lado porque habla con un apasionamiento absolutamente embriagado de cosas que para el resto de la gente son incómodas. No encuentra su sitio, que es un poco lo que me gusta a mí, los personajes que no encuentran un hueco donde relacionarse con los demás en igualdad de condiciones.

$!Francisco Bescós: «Siempre te puede tocar la lotería de ser una víctima»

Eso pasa con los detectives.
Me gusta entender que esos detectives no se relacionan con los demás de una manera sana porque los demás forman parte de una especie de recua insoportable que no es en absoluto atractiva. A lo mejor es también lo que nos pasa a los escritores, que nos encontramos un poco insatisfechos allí donde vayamos.

Seito no lleva bien tener un hijo con parálisis cerebral.
Como no tengo mucha libertad debido a mi familia, tengo algunos hijos que cuidar, una niña con parálisis cerebral, mucho trabajo... A la hora de escribir novela negra tiro de los conflictos y de las cosas que me inspiran que tengo a mano. Entonces, lo que pensaba hacer con Seito era expurgar un poco el mal en el que yo podría caer. Lo quise convertir en el personaje en el que yo podría convertirme o en el que tengo riesgo de convertirme, aunque creo que todavía no me he convertido. Entonces, es un aviso a navegantes para mí mismo. Aun así, también lo doté de cierto carisma, de cierto ingenio. Al final, aunque es un personaje pensado para caer mal, acaba cayendo bien.

¿Por qué las maras?
Por pura suerte. Sabía que quería hacer una transición de una novela que pareciese procedimental, casi hiperrealista, a otra que es casi un relato de espías como El Caso Bourne o James Bond. La gran premisa de la novela implicaba la inserción de muchos personajes con un backstory muy interesante y muchos escenarios que tenía que construir. Entonces, en ese momento yo estaba leyendo sobre maras, de una manera casual y me dije que me venía muy bien para trabajar el backstory de uno de los personajes. De la misma manera que también estaba leyendo sobre el conflicto norirlandés e igualmente lo utilicé.

Me gusta que los personajes no encuentran un hueco donde relacionarse con los demás en igualdad de condiciones

Cualquiera puede ser víctima.
Aunque es una novela de evasión sin complejos, sí que es cierto que detrás hay un reflejo muy alegórico de nuestra vulnerabilidad como ciudadanos. No importa dónde estemos, qué estrato social seamos, que siempre que vivamos en un mundo donde haya injusticias del calibre del que hay en el nuestro, te puede tocar la lotería de ser una víctima.

¿Se es más víctima en una gran ciudad?
Juego al contraste. Una ciudad como Madrid se percibe como muy tranquila. Uno sale a las calles, puede pasear y lo digo porque lo he hecho, por todos los escenarios que aparecen en la novela, con una absoluta sensación de tranquilidad y seguridad, incluso en los que peor fama tienen como el barrio de Entrevías. Y una de las cosas que tiene la novela es cómo se puede insertar la violencia desde el exterior incluso en ciudades en las que estamos acostumbrados a vivir en ellas con tranquilidad.

¿Alguna vez ha tenido la sensación de que le están mirando por la espalda?
Cada vez más. Uno es víctima de lo que cuenta. Como dice Ibon Martín, uno de los objetivos de la novela es que no se vuelvan a pisar las calles de tu ciudad con la misma sensación, igual que cuando salió Tiburón, de Spielberg, que nadie se metía en la orilla de la misma forma. Responde a la paranoia que hay detrás de la ficción. Pero si eso sucediera, es decir, si la gente que lee el libro se lo pasa tan bien que lo interioriza tanto para que luego en la calle se sienta algo psicótico con lo que puede vivir, lo tomaré como un triunfo.

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