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Ana Trigo: "Picasso pasó una noche en el calabozo por el robo de 'La Gioconda'"

La tasadora de antigüedades repasa en ‘Ladrones de arte. Robos célebres de grandes obras’, algunos de los más espectaculares que se han producido a lo largo de la historia

Ana Trigo.©ARTEINFO/cedida

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Desde los saqueos de tumbas en el Antiguo Egipto hasta la desaparición del Sidereus nuncius de la Biblioteca Nacional de España, la tasadora de arte, antigüedades y libros antiguos Ana Trigo repasa algunos de los robos más espectaculares de la historia en Ladrones de arte. Robos célebres de grandes obras (Ariel). Explica, como si de una novela se tratara, el enigma Picasso y su implicación o no en el robo de La Gioconda; el del Retrato del duque de Wellington de Goya o los desmanes durante la Revolución Francesa. Obras que pasaron a un mercado negro «en el que se mueven cifras millonarias», resalta Trigo.

No ha podido incluir el último gran robo, el del Louvre.

Justamente estaba el libro en imprenta cuando tuvo lugar el robo. No aparece en el libro, pero sí el otro gran robo del Louvre, nada menos que La Gioconda, su gran obra estrella. Aunque en aquel momento La Gioconda no era el icono que es hoy en día, sino que se hizo famosa precisamente a partir de este robo.

Con Picasso de por medio.

Hasta el punto de que pasó una noche en el calabozo. Lo pasó muy mal y le costó su amistad con Apollinaire. Es un tema del que más adelante siempre se negó a hablar. Lo tuvo como una espinita clavada. Otro asunto relacionado con el Louvre es que una semana antes del robo de La Gioconda, en 1911, un periodista pasó una noche entera en el museo, durmió dentro de un sarcófago. Hizo una crónica denunciando la falta de medidas de seguridad y una semana después desapareció la obra de Leonardo da Vinci.

¿Visitó en alguna ocasión esta última colección robada?

La conozco muy bien porque precisamente en mi libro anterior, Joyas Malditas, dos de las 12 joyas de las que hablo estaban ahí, en la Galería de Apolo. Son el Diamante Regente y el Diamante Sancy, colocadas en la vitrina de al lado de la robada. Curiosamente no se las llevaron, cuando son mucho más valiosas.

¿Están los museos en el punto de mira?

Sí. Totalmente. Y el Louvre, por ejemplo, tiene un presupuesto millonario. Además, últimamente ha habido inundaciones y se han dañado documentos. Estuve documentándome en la sala del último robo y no es de las más concurridas, no pasa mucha gente por allí. Tampoco había demasiada seguridad, lo que me llamó mucho la atención. No te imaginas que estuviera tan desprotegida, pero sí lo estaba porque al parecer hasta que no saltaron las alarmas al romper las vitrinas no acudieron los guardias de seguridad.

¿Qué puede pasar con esas joyas?

Hay dos posibilidades. La primera es desmontarlas en piezas más pequeñas. Eso sería lo peor porque pierden valor, aunque son más fáciles de colocar en el mercado y, por otra parte, a la joya se le arrebata todo el valor histórico. Otra posibilidad es que se haya tratado de un robo por encargo de un coleccionista que las quisiera expresamente. Hay mafias que se encargan de hacerlos posibles. Siempre tienen un comprador dispuesto a pagar sumas astronómicas en el mercado negro.

Habla de mafias, pero también explica el caso de Adam Worth.

La imagen romantizada de los ladrones de guante blanco, atractivos, con un código ético, que hablan idiomas y se desenvuelven entre las élites viene de este personaje real, de Adam Worth, que la prensa apodó el Napoleón del crimen. Era muy atractivo, con mucho carisma y nunca hizo daño a nadie. Es de mis personajes favoritos y los cinematográficos se inspiran en él. Tenemos en mente a Pierce Brosnan en El caso Thomas Crown o Cary Grant en Atrapa a un ladrón.

¿Cómo detecta una experta como usted que una pieza es ilícita?

Esta pregunta es el motivo por el que hay muchas piezas ilícitas en el mercado blanco, por decirlo de alguna manera. Es decir, en una galería puedes estar comprando sin saberlo una pieza de origen ilícito. Siempre tenemos que pedir información sobre la procedencia y, en general, yo por lo menos soy muy exigente con eso. Sin embargo, al final te tienes que fiar de lo que te dice el cliente. Normalmente, te explica que toda la vida la ha tenido la familia, que la compró un antepasado... Muy raras veces tienen documentos que puedan aportar esa información. Pero es cierto que en ocasiones lo que te cuentan no te cuadra, por el tipo de pieza, por cómo te lo están planteando. Cuando llevas ya un montón de años en el mercado ahí entra en juego el sexto sentido y los ves venir.

Usted ha vivido alguna situación similar.

En el libro cuento el caso que me ocurrió con un cliente cuando trabajaba para una casa de subastas alemana. Me llegó un Pissarro sin catalogar, una obra magnífica. Tirándole un poco de la lengua vi que no estaba muy convencido de lo que me decía y mi conclusión fue que la obra procedía de la época de la guerra o anterior y que su origen era ilícito. Finalmente, no llegamos a ningún trato. Creo que él percibió que yo intuía algo y, por supuesto, no podríamos haberla vendido.

En guerra, ya todo vale.

Sí. Los saqueos de arte existen desde el comienzo de la civilización. De hecho, ya aparecen en la Ilíada y en la Odisea. En 2003, con el ataque a Irak, ya se sabía que iba a ocurrir. Por eso el International Council of Museums y la propia UNESCO avisaron que había que proteger los museos. Estamos hablando lógicamente de museos y yacimientos importantísimos donde se encuentra la cuna del arte, de los inicios de la humanidad. Pero no se hizo nada. Todo lo contrario. Mafias especializadas estaban esperando que ocurriera, tenían información privilegiada sobre cómo acceder a los museos donde estaban las piezas más importantes y arrasaron con todo. Las piezas después se venden en este mercado negro donde se mueven cifras millonarias y la mayoría de ellas no se han vuelto a recuperar, desgraciadamente.

O durante la Revolución Francesa, como explica.

Yo lo llamo el gran robo del milenio y, curiosamente, es muy desconocido. Yo misma no lo sabía y me enteré documentándome para mi libro anterior. No me lo podía creer porque estamos hablando de un botín, el de las joyas de la Corona francesa, que hoy serían miles de millones de euros. Durante la Revolución Francesa pasaron tantas cosas, fue un acontecimiento único en la historia hasta entonces, que el robo pasó desapercibido. Entraron en el Guardamuebles, la institución donde se conservaban, el primer día. Yo creo que fue precisamente cuando se llevaron todas las piezas importantes y ya lo dejaron muy fácil porque quedó el hueco abierto. Los que llegaron después se aprovecharon de lo que habían hecho los primeros ladrones. Durante cuatro días estuvieron saqueando a sus anchas hasta que los pillaron porque incluso organizaron una fiesta con música y baile. Es de chiste.

De todos los robos que explica, para usted, ¿cuál es el más espectacular? ¿El Tesoro del Delfín?

Sí, probablemente porque asaltar el Museo del Prado no es nada fácil y ellos lo estuvieron haciendo durante varios meses. Pasaron por lo menos cuatro meses hasta que los conservadores del museo se dieron cuenta de lo que estaba ocurriendo y ya fue tardísimo. Las piezas robadas podían estar muy lejos de España y, de hecho, no se recuperó casi ninguna. El daño es tremendo. Hoy podemos ir al Museo del Prado y ver todas estas piezas dañadas. Se ve perfectamente dónde se hizo presión para arrancar las guarniciones, las decoraciones que llevaban, de piedras preciosas, oro y demás.