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Beatrice Salvioni: "Italia silenció a las mujeres de la resistencia"

La escritora italiana continúa en ‘La malacarne’ la historia de Francesca y Maddalena, las protagonistas de su poderoso debut ‘La Malnacida’. Con fascismo y guerra como telón de fondo

Beatrice Salvioni.Cedida Lumen

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Tras la La Malnacida, la italiana Beatrice Salvioni continúa la historia de amistad entre Francesca y Maddalena con el fascismo y la guerra como telón de fondo. La malacarne (Lumen) sitúa la historia en Monza, en abril de 1940. Francesca lleva cuatro años sin noticias de Maddalena. Esta, encerrada en un manicomio, nunca ha respondido a sus cartas. Mientras, la vida de Francesca también se ha visto alterada hasta el punto de que su madre la acusa de ser una malacarne. A Salvioni se la ha comparado con Elsa Morante, Alberto Moravia o incluso con Elena Ferrante.

Sus protagonistas están condenadas a buscarse, a perderse y a volverse a encontrar.

Es una condena, sí. Pero, por otra parte, también es un regalo en el sentido de que si no hubiera un vínculo sólido no perseguirías a alguien, no irías detrás de otra persona con tanta fuerza. Esta es una historia de persecución, pero también de rechazo porque hay momentos de conflicto entre ellas. Es la manera como ellas deciden vivir, como deciden estar entre ellas. Sí, es el buscarse y, finalmente, salvarse.

En un momento de la novela se dice, ‘No es tan mala la guerra como ser mujer’.

Ellas entienden que, de alguna manera, ya han luchado esa guerra y van a seguir luchándola siempre. Hay distintas maneras de combatir las batallas, cada uno lo hace a su manera. Francesca ha luchado de verdad, con la resistencia y Maddalena, aprovechándose del poder del hombre con quien estaba, un poder que ella no ha podido poseer nunca. Y, sobre todo, han combatido el hecho de habitar en un mundo con normas hechas por otros a las que hay que someterse. Eso lo ven desde el principio. No son sus reglas, son las reglas de los hombres.

¿La resistencia italiana es menos conocida o menos valorada que la francesa?

Son conceptos distintos. Hay una parte de la resistencia italiana de la que no se habla, sobre todo de la resistencia de las mujeres. En Italia siempre se ha sentido potente esta herencia de la resistencia. El 25 de abril, el día de la liberación, sigue celebrándose y hay muchas asociaciones que siguen reconociendo y recordando los nombres de las partisanas y los partisanos. Sin embargo, después de la guerra se silenció que ellas habían participado. Luchando contra el régimen intentaron quitarse de encima ese papel que habían tenido, esa trampa, que era estar solas como madres, como mujeres, en casa.

Que haya una mujer en el poder no significa que sea feminista

¿Y al acabar la contienda?

Volvió el intento de recuperar ese ideal y de hecho, se volvió a muchas de las prácticas de aquel entonces. Tras la guerra, en Italia hubo el problema de no lidiar con el pasado. En 1946 tuvo lugar el pacto de pacificación, por el que no se habló de los criminales fascistas. Y de lo que sí se habló, solo se hizo referencia a los hombres. Sí que es cierto que después hubo la Asamblea Constituyente, con algunas mujeres, eso sí. Lo mismo ocurre con lo que se sabe de la resistencia italiana. Lo que se cuenta en las escuelas son, sobre todo, historias de hombres. Como Italo Calvino, por ejemplo, con El sendero de los nidos de araña. Ahí se hablaba de la resistencia, pero no de las mujeres. O si se hacía, era desde la resistencia privada, cuando ellas también estuvieron en pie de guerra.

«Los sanatorios de aquella época estaban hechos para aislar, para eliminar a los que no eran suficientemente dóciles»

¿Se ha revertido?

Hay algunas novelas de resistencia con protagonistas mujeres como Agnese va a morir, de Renata Viganò o Diario partigiano, de Ada Gobetti. Pero son libros a los que yo llegué por mí misma, los descubrí mucho más tarde. Es decir, no se dan en las escuelas. Son como de segunda clase. Y tampoco se contaban buena parte de los crímenes contra las partisanas. Es como si estuviera censurado. Ahora sí que se habla cada vez más.

La mujer, si quería salir del yugo del padre, tenía que casarse. Francesca debe acatar las normas.

Sí, está todo relacionado con la recomendación de Maddalena de aprovecharse de las reglas de los hombres. La malacarne empieza con Francesca escapando de casa con un sombrero lleno de cartas que mandaba a Maddalena, pero que su padre nunca había enviado. Estuvo cuatro años mintiéndole. Cuando se da cuenta, huye con Noé, quiere vivir con él, lo que provoca un escándalo.

También dibuja la situación de los psiquiátricos o de los sanatorios de aquel momento.

No eran hospitales, no eran sanatorios con el objetivo de curar a nadie. Estaban hechos para aislar a las personas incómodas, disidentes, a aquellos que estaban en contra de la norma, para eliminar a los que no eran suficientemente dóciles. Es lo que yo llamo feminicidios legitimados por el Estado. Practicaban terapias de choque, cosas que seguro que no mejoraban la salud de los pacientes.

«Tras la guerra, en Italia hubo el problema de no lidiar con el pasado. No se habló de los criminales fascistas»

Es inevitable no mirar a Giorgia Meloni, ahora en el poder.

Que haya una mujer en el poder no significa que sea feminista. De igual manera, para defender los derechos de las mujeres, no necesariamente hay que ser mujer. Todo dependerá del lado en el que te sitúes, de los proyectos que quieras realizar. Es decir, la clásica frase de que se ha superado el techo de cristal porque hay una mujer en el poder, no es cierta, no es real. Si ese poder se utiliza solo para subrayar las reglas, para remarcar las leyes de una sociedad patriarcal, está claro que no avanzamos todas las mujeres, sino que progresan las leyes de la sociedad patriarcal, que son las mismas. Que se socialice como mujer no es suficiente para atender a las que siempre han estado excluidas.

¿Quién es la malnacida ahora?

Sí, parece que haya habido una inversión en los roles. Francesca es la que interviene más, es la que se rebela más, es la que se implica en la resistencia. En realidad, es ella la que, poco a poco, tiene mayor percepción de la necesidad de actuar en este mundo, porque para Maddalena el mundo siempre ha sido demasiado malo. Su visión del mundo es que si arde todo, se tienen que aprovechar esas llamas para calentarse. Ella lucha al margen porque al final, es solo para intentar salvar a los que tiene cerca.

Se preguntan qué pueden hacer dos jóvenes contra el fascismo y demuestran que juntos, se suma.

Sí, esta es una de las lecciones de la resistencia: en primer lugar, que no podemos hacer las cosas solos y, segundo, que todo empieza con cosas pequeñas. En esta guerra, todas las mujeres aportaron su granito de arena, aunque lo hicieran desde casa. ¿Qué hicieron muchas de ellas? Pues cosieron para los soldados, salvaron muchas vidas y esa también es una manera de hacer resistencia.

¿Continuará?

La Malnacida y La malacarne para mí es una bilogía y así termina. Esto no quiere decir que dentro de diez años me vengan otras ideas. Pero la próxima novela es muy distinta. Son otros personajes, otras historias, porque también es importante soltar para que no se estropeen las cosas. De momento así está bien.