Un asesino regresa para rendir cuentas en ‘La última muerte en Goodrow Hill’

Tres incógnitas sin resolver: el secuestro de un niño; la desaparición de un joven y la muerte de un hombre. Un grupo de jóvenes, todos sospechosos, y un callejón sin salida. Este es el arranque de La última muerte en Goodrow Hill, del tarraconense de adopción Santiago Vera, publicada por Ediciones B (Penguin Random House). Tres interrogantes que 25 años después volverán a golpear a los implicados.

«La novela tiene un poco de cine slasher. Un asesino va a por los chavales, ya cuando son adultos. Hay un miedo latente, tanto en el pasado como en el presente. Por una parte, todavía hierve lo que sucedió. Por la otra, viven con la incertidumbre de convertirse en la siguiente víctima». Como ya hizo con La vida secreta de Sarah Brooks, Santiago Vera traslada al lector hasta una atmósfera angustiosa y cerrada de un pequeño pueblo inventado de Estados Unidos, donde resurge el horror. «El pasado siempre vuelve y, de hecho, alguien regresa desde allí. Y hay algo detrás de esas muertes crueles, que el lector deberá averiguar», crímenes que van acompañados por fotografías y mensajes.

Un puzzle que tendrá que encajar el mismo policía que no supo hacerlo la primera vez, impotente y agotado. «Oliver Blunt posee todos los indicios, pero no tiene nada tangible. Sabe que el grupo de amigos, en el que está su propia hija, tiene relación con los tres interrogantes de hace 25 años. Están agazapados, pero no puede inculparlos. Además, los sucesos también lo arrastrarán a él», cuenta Santiago. En este terreno, Blunt se encuentra en la dicotomía de salvar a los jóvenes o dejarlos caer. ¿Los protegerá del asesino? «Es un tipo íntegro con una fuerte personalidad. Él va a insistir, a rebuscar donde haga falta». ¿Se merecen morir? «Tendrá que decidir el lector. Quizás algunos sí; quizás otros no. Pero es el riesgo que tiene guardar secretos porque al final, salen a la luz», comenta Vera, prudente, para no revelar más información de la que poseen sus propios protagonistas.

El autor explica que ya desde niño disfrutaba con la estética estadounidense, en series, novelas y películas, que ahora refleja tanto en el fondo como en la forma. «Lo he ido absorbiendo como una esponja. Personalmente, me gustan mucho Stephen King y Joël Dicker, a quienes tengo como referentes. La novela está escrita muy a la americana con sorpresas en un capítulo tras otro, que impiden parar de leer». En cuanto al estilo, en tercera persona, que hace que se observen los acontecimientos «desde la barrera», combinada con una primera, «en que se hace partícipe al lector de lo que ocurre, con sus propios ojos. Lo ayuda a mantenerlo pegado a las páginas».

La última muerte en Goodrow Hill es un thriller de venganza y de perdón. «¿Qué pesa más?», se pregunta Vera. Rencor, odio, indiferencia y arrepentimiento viajan de la mano en una historia de secretos y omertá, el código de honor siciliano. «Se juega con los sentimientos de cada uno de los personajes, lo que a su vez implica al lector. Las decisiones que toman los protagonistas hacen que se pregunte, qué haría él. Ahí está la clave», concluye Santiago.