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El Nàstic de Tarragona doblega al Arenteiro y se medirá al Murcia en las semifinales del play-off

Álex Jimenez y Pablo Fernández firmaron los tantos de la victoria del Nàstic

23 mayo 2025 17:53 | Actualizado a 24 mayo 2025 20:53
Se lee en 3 minutos
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Un Nàstic todavía en fase de cocción con Luis César en el banquillo despidió la liga regular con una victoria en el Nou Estadi ante el Arenteiro para terminar quinto. No fue un partido brillante, ni mucho menos, pero se ganó y se mejoró la imagen respecto a Segovia. Los granas dicen adiós al curso regular con 41 puntos y son el mejor local del grupo I. Ahí está uno de los argumentos más sólidos de cara a una promoción de ascenso en la que ya espera el Murcia en semifinales.

Los primeros días de Luis César en su regreso a Tarragona han reflejado a un técnico que, cada vez que habla, tira de sinceridad. No le importa decir lo que siente. Por ello, ya en la previa ante el Arenteiro advertía que el once que iba a sacar frente a los gallegos iba a proteger a la mayoría de los apercibidos. Cumplió con su palabra el gallego, porque solo alineó a Marc Fernández de inicio. El resto del once poco tenía que ver con el que comprar eció en Segovia. Aquella era una manera de proteger a algunos de sus mejores soldados, pero también una invitación a la rebelión para otras piezas de la plantilla. Si querían reclamar protagonismo en la promoción, el partido ante el Arenteiro era su escaparate perfecto. En el campo es donde se habla. Fuera, todo es volátil.

El partido rápidamente mostró esa nueva identidad que el Nàstic de Tarragona pretende desarrollar con el tiempo en contra. Un equipo más agresivo, con más cautela con la pelota y que busca que en el partido pasen menos cosas. Un conjunto en el que Roberto Torres pretendió coger el timón desde las primeras acciones. El navarro jugaba en su sitio ideal: de enganche, con libertad para crear y con menor exigencia defensiva.

Al Nàstic se le intuía esa nueva canción que quería interpretar, pero las notas no eran del todo afinadas. Al conjunto de Luis César no se le veía fluido. Intentaba ser protagonista y salir desde atrás con calma, pero faltaban mecanismos y, sobre todo, más atrevimiento. Con el paso de los minutos, todavía se hizo más evidente esa poca capacidad para acelerar las jugadas. Los acercamientos tarraconenses se basaban más en las transiciones que en el control. No hay que olvidar que hasta hace dos semanas era un equipo que gozaba corriendo y que, sobre todo en casa, era capaz de arrollar a sus rivales mediante esa virtud.

Pese a la poca fluidez, el Nàstic sí generó muchas acciones de peligro. Su ataque es tan potente que ni siquiera necesita sentirse del todo cómodo para amenazar al rival. Las dos primeras ocasiones llegaron a balón parado. En la primera, Juncà enganchó una volea tras un despeje que obligó a Diego García a enviar a córner. En la acción consecutiva, Roberto Torres probó el córner olímpico, pero esta vez fue un defensa del Arenteiro quien la sacó bajo palos. Cuando ya se vislumbraba el descanso, el conjunto grana amenazó dos veces más. Esta vez fue la larga distancia el trayecto escogido para el gol. Un disparo de Narro y otro de Roberto Torres generaron pánico en el Arenteiro. El primero lo detuvo Diego García, mientras que el segundo pasó rozando la escuadra.

El gol terminaría llegando en el minuto 39 y fue producto de una jugada en la que el Nàstic mostró personalidad y, sobre todo, atrevimiento. Óscar Sanz y Gorostidi conectaron en la salida para que el centrocampista vasco se desplegase y generase una de esas transiciones que tanto gustan a los granas. Roberto Torres recibió en banda y metió uno de esos centros con rosca venenosa que, si tocan en alguna cabeza, huelen a gol. Álex Jiménez, ese delantero que aprovecha casi todos los minutos que tiene, se anticipó a todos y conectó un cabezazo ante el que Diego García nada pudo hacer. El 1-0 era un resultado justo porque, aunque al Nàstic le había faltado un poco de feeling con la pelota, las ocasiones habían sido granas.

En la segunda mitad, el Nàstic compareció con una marcha menos. El ritmo de circulación bajó respecto a los minutos finales del primer tiempo y el Arenteiro comenzó a creer que podía pescar un gol, vista la situación. Al conjunto grana se le notaba que no sabía si ir con todo o temporizar para que no ocurriera mucho más. La segunda opción era poco recomendable, porque el 1-0 dejaba todo en el alambre. No obstante, importaba más por las sensaciones que por la clasificación, ya que la Real Sociedad ‘B’ ganaba al Celta Fortuna y no parecía que eso fuera a cambiar, condenando a los granas a la quinta plaza.

Con la intención de darle otro aire, Luis César introdujo dos cambios que no pasaron desapercibidos. Pablo Fernández, el pichichi, y Enric Pujol, el juvenil que debutaba, entraron con 20 minutos por delante. Con uno se buscaba sentenciar el encuentro con un gol; con el otro, se intentaba ofrecer mayor contundencia defensiva. Dicen que en los entrenamientos está destacando; era el momento de verlo en la hora de la verdad.

Justo con esos dos cambios llegó la ocasión más clara de la segunda mitad. Marc Fernández tuvo la sentencia. El de Corbera se encontró con un tenso medido de Migue Leal y, cuando Diego García ya se había vencido, remató fuera. Una pena, porque su partido merecía el gol. A pierna cambiada se le nota más incisivo y conectado al juego.

La sentencia llegó ya con el partido agonizando. Jaume Jardí, que había entrado en la segunda mitad, le metió un pase a la espalda de la defensa a Pablo Fernández. El asturiano, que ha batido su récord goleador con creces, marcó su duodécimo tanto de la temporada. No perdonó una de esas que antes sí perdonaba. Por eso es un delantero con la categoría de plata esperándole, ya sea con el Nàstic o con otro equipo.

El Nàstic ya piensa en las semifinales. El Murcia espera, porque marcó en el descuento y apartó al Ibiza de la ecuación. Es hora de creer.

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