El Nàstic de Tarragona no se rinde
El equipo grana necesita un 0-2 para forzar la prórroga y un 0-3 para lograr el ascenso directo. La gesta parece improbable, pero no imposible

Antoñin Cortés en la llegada del bus al Nou Estadi.
Pasan las horas y el regusto amargo no se va de la boca de los aficionados del Nàstic. Lo que iba a ser una tarde histórica terminó convertido en una pesadilla. Otra vez el fútbol le entregó las peores cartas a un club grana que cayó por 1-3 en la ida de la final del play-off ante el Sanse, en un Nou Estadi Costa Daurada que fue un infierno silenciado por un rival que se apoyó en su talento para imponer su ley.
Una auténtica pena, porque el conjunto tarraconense llegó a soñar incluso con empatar el partido, pero en la agonía volvió a encajar un gol que hace que el sueño del ascenso penda ahora de un hilo. Está difícil, sí, pero no imposible.
Solo dos goles para volver a creer
Subir a Segunda División se ha complicado. Está lejos, pero a la vez cerca. Si se analiza con frialdad, el Nàstic necesita solo dos goles para forzar la prórroga. Y si alcanza ese escenario, bastaría uno más en los treinta minutos extra para lograr el ansiado ascenso. No será fácil, pero hay esperanza. Porque el fútbol, como la vida, nunca deja de sorprender. Eso sí, este deporte solo premia a quienes creen y lo intentan.
El equipo de Luis César Sampedro no debe —ni va a— tirar la toalla. Quedan 90 minutos. Y eso, en fútbol, es un mundo.
Las cuentas están claras: el Nàstic debe marcar dos goles y no encajar ninguno para que el milagro sea posible. Si lo logra, tendrá asegurada la prórroga. Y si consigue un 0-3 en los 90 minutos, lo que sería un sueño y a la vez un bombazo, será equipo de Segunda División.
Goles, argumentos... y fe
¿Hay argumentos para creer? Si se toma como referencia la ida ante el Sanse y la dinámica del equipo lejos del Nou Estadi, es cierto que el optimismo se reduce. Pero hay a qué agarrarse en la búsqueda del milagro. La razón más evidente: el conjunto grana es un equipo con gol. Lo ha demostrado durante toda la temporada. Es verdad que desde la llegada de Luis César se ha perdido algo de punch ofensivo, pero el talento sigue ahí. Es por ello que el Nàstic fue el equipo más goleador de toda la fase regular.
En ese aspecto, hay dos nombres propios que pueden cambiarlo todo. Sus goles han sido una bendición para el Nàstic: Antoñín Cortés, con 10 dianas, y Pablo Fernández, absolutamente desatado en el play-off, con tres goles en tres partidos y un total de 15 tantos esta temporada.
El Nàstic ya ha firmado goleadas escandalosas: ante la Ponferradina (5-1), Unionistas (4-0) o la Gimnástica Segoviana (5-0). Incluso a otro filial como el Bilbao Athletic, le ganó 1-3 en Lezama, un resultado que forzó la prórroga y que debe servir de guía. Si se logró ante los cachorros, ¿por qué no repetirlo ante los potrillos?
El vestuario no se rinde
El reto es mayúsculo. El Sanse no ha recibido más de dos goles en ningún partido esta temporada y no ha perdido por más de uno. Pero incluso ante esos datos, el milagro no es una quimera. Harán falta fe, corazón y, aunque a veces no se nombre, fútbol. Mucho fútbol. Más del que mostró el equipo de Luis César en el Nou Estadi. Porque en partidos como este, solo el que cree hasta el final tiene el privilegio de escribir historia.
Y ese espíritu de lucha lo representa bien el vestuario grana, que no baja los brazos. «Si tenemos que caer, caeremos, pero hay que ir allí a por todas», sentenció Luis César, firme en su convicción.
El capitán, Joan Oriol, lideró el mensaje de resistencia: «No esperábamos este resultado, pero soy optimista. Como digo siempre, soy el líder de este barco. Lucharemos hasta el final, como dice el lema que llevamos en las camisetas. Lo dejaremos todo y estoy convencido de que allí pondremos las cosas difíciles y que podemos levantar la eliminatoria».
También habló desde el corazón el canterano Marc Montalvo: «Con el 1-2 estábamos dentro de la eliminatoria, pero ese 1-3 al final lo complica todo. Aun así, los que somos de aquí sabemos que este equipo lucha hasta el final, que se dejará la piel. Y que nadie dude de que lo intentaremos, porque nosotros nos vemos capaces de hacerlo».