El Estadio José Zorrilla se levantaba imponente en el camino del Nàstic. Un escenario de aquellos que huelen el miedo escénico del rival. En Valladolid ahondan en ese respeto a un campo que todavía respira Primera división para vapulear al equipo que muestre cualquier signo de temor. No lo encontró en el Nàstic. Los granas entraron al terreno de juego con una valentía en equilibrio con la cordura. Y sin perderla en los 90 minutos.
Jugaron con ese nerviosismo que le va corroyendo a ‘Goliat’ cuando ‘David’ se le escurre una y otra vez. Si llegan a acertar con la precisión los metros finales, la cabeza del gigante Valladolid hubiera reposado como un trofeo a sus pies.
Tras aguantar seguros la primera mitad, en la segunda, con la presencia de un Emaná que partió del banco, impuso su voluntad. Generó ocasiones suficientes para marcar, pero erró en los últimos metros. El punto, no obstante, reafirma al Nàstic como una realidad. Sigue siendo un ‘novato’ –recién ascendido– pero cada vez queda menos rastro de la inocencia que apareció fugazmente en Elche.
Arrranque sobre plano
El planteamiento inicial siguió el guión esperado. El Valladolid asumiendo el rol protagonista, y el Nàstic, esperando con las líneas juntas un error local para atacar con la velocidad de Jean Luc y Giner. A los tarraconenses les costaba salir. La presión adelantada de los vallisoletanos complicaba la salida de balón y taponaba el envío largo a la cabeza de Marcos.
Vicente Moreno salió sin Emaná. Sus dos últimos partidos (Elcha y Mallorca) le empujaron al banquillo. De momento, mientras el físico no le acompañe al cien por cien, al técnico le encaja más como revulsivo que como actor de inicio.
El primer cuarto de hora se consumió sin muchas novedades. Los locales se hartaban de balón pero sin llegar con peligro a los dominios de Reina. El Nàstic no esperó tan atrás como en Elche. Aprendió la lección. Así, que cuando conseguía robar tenía menos terreno por recorrer para llegar a la portería rival.
La incapacidad castellana para generar peligro fue permitiendo que los pupilos de Moreno se sintieran cada vez más cómodos en el campo. La línea de presión fue adelantándose. Con valentía y atrevimiento, pero también con inteligencia. Recogiendo filas cuando era necesario. Solo algún leve desajuste ofrecía al Valladolid un acercamiento, inocuo.
A los 20 minutos, el juego se avivó. El medio del campo dejo paso al fútbol de ataque. Rocha dio el primer susto a la parroquia blanquivioleta. Pisó área, preparó la pierna y optó por la colocación. Kepa leyó bien la posición del cuerpo del centrocampista grana y desvió el tiro. Pero para parada, la de Reina. El meta andaluz sacó una mano felina paradespejar un potente cabezazo de Marcelo Silva (27’).
Inmediatamente después llegó la respuesta del Nàstic. Rayco y Jean Luc aceleraron el juego desde la derecha. El marfileño la puso para la llegada de Tejera que perdió toda la ventaja en un mal control. Aún así, colgó el balón a Rayco, al que le faltaron centímetros.
El técnico grana no quiso arriesgar ni un ápice. Con Xisco Campos amonestado y sufriendo ante Mojica, dio paso a Calavera en el descanso. El de Cabra del Camp que debutaba en Segunda cumplió con oficio y madurez.
Fueron centímetros lo que le faltó a Marcos para tocar el cuero lo suficiente, lo justo, para mandar el centro de Giner hacia adentro. Más fácil lo tuvo Rayco. Jugadón de Jean Luc, que rasea a la llegada del canario, al que se le fue el control. El partido estaba en un punto óptimo para el Nàstic. Sufría poco y cada vez la inquietud en las filas locales iba abriendo espacios.
Jean Luc seguía sorprendiendo. Cuando salió Calavera convirtieron la banda derecha en un puñal de fina hoja.
El Nàstic fue imponiendo el ritmo. El miedo atrapaba al cuadro local. Le envolvía en una niebla de dudas. Los granas iban a por faena. Con Emaná ya en el césped imponían más en el centro del campo. Con superioridad en la zona ancha fue llevando el duelo a sus dominios. Tenían la posesión y las ocasiones. Solo faltaba el último suspiro.
El que corría a la espalda era el Valladolid. Lo probaba Timor, con su potente disparo. Diego Rubio le pegaba con rosca. Ofuscados se quedaron sin argumentos, mientras que el Nàstic aún desperdició alguna acción para llevarse los tres puntos.
Este Nàstic va en serio. Sigue con los pies en el suelo. Peroa cada paso es más seguro.