Familias de Ucrania, Siria y Libia esperan asilo político en Tarragona

Una mujer siria afincada en Torredembarra ha logrado asilo recientemente. Tarragona ha recibido 20 solicitudes de asilo desde 2008, de lugares como Mali, Venezuela, Pakistán o Togo

Entre 2008 y 2014 la provincia ha recibido 20 solicitudes de protección internacional, esto es, asilo político de personas que huían de sus países. La cifra de refugiados anuales se ha mantenido más o menos estable: de los seis de 2008 a los cinco de 2013, en un goteo constante de ciudadanos que se prevé que pueda dispararse este año ante la grave crisis de los refugiados que vive Europa.

En 2014, sólo una persona pidió asilo en la provincia, según el anuario del Ministerio del Interior. Así, personas de Togo, Venezuela, Mali, Perú o Pakistán residen en la demarcación a través de este cobijo institucional que ahora reclaman tantos refugiados que huyen de la guerra de Siria.

«Para un asilo político tienes que aportar el máximo de documentación. Un asilo tiene que ser por persecución política, por una guerra», expone Isabel Iturrieta, responsable de inmigración en Cáritas. Tres familias ucranianas han recalado en diversos puntos de la provincia huyendo de la guerra que se libra contras las tropas prorrusas en el oeste del país. A su vez, una familia extensa de Siria está afincada desde el año pasado en Torredembarra, escapando del conflicto bélico que azota a su país. Uno de sus miembros de esta familia ha conseguido recientemente el asilo político. Al menos hay tres familias de Siria más que residen en la demarcación y que están pendientes de la resolución para obtener el asilo político. En la misma situación hay, por lo menos, seis personas procedentes de Libia. «En los últimos meses se ha disparado el número de solicitudes de forma brutal», explica un intérprete que sigue el día a día de casos así en Tarragona.

«No es fácil conseguir el asilo. Se dan pocos», reconoce Isabel Iturrieta. Diferentes pruebas y un relato convincente deben evidenciar que la persona padece riesgos en el país de origen o, simplemente, que debe procurarse su asilo por razones humanitarias. No siempre hay suerte. Marvis Osunde, un nigeriano afincado en Tarragona, ha visto cómo era rechazada su petición. «No sé qué hacer. Sin ese asilo no puedo trabajar y tengo que dar de comer a mi familia», dice Marvis, perseguido políticamente en Nigeria, donde su padre, según narra, era opositor al gobierno.

Según datos del INEde 2015, en la provincia hay cinco apátridas, personas no adscritas a ningún estado, desplazadas de territorios disputados o en conflicto.

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