'Yo sí hablo de mi depresión, esto hay que normalizarlo'

La OMS inicia hoy la campaña 'Hablemos de depresión', una enfermedad que afecta a 350 millones de personas en el mundo. Antonio Serrano es una de ellas

«Todo explotó», resume Antonio. A los 25 años el estrés en el trabajo le superó y se sumió en una profunda crisis depresiva, la primera de varias, lo que llevó incluso a que le dieran la incapacidad. La historia de Antonio es una de miles, con la diferencia de que él ha decidido que la suya no será anónima. Ha elegido contarla a quien quiera escuchar, da igual si es un compañero de trabajo o un grupo de alumnos de instituto en su labor como activista de la asociación Obertament que lucha contra el estigma en salud mental.

Justamente hoy la Organización Mundial de la Salud inicia una campaña titulada ‘Hablemos de depresión’ para concienciar sobre lo que pueden hacer los gobiernos, pero también sobre la discriminación hacia quienes sufren la enfermedad.

Cuenta Antonio que durante aquella crisis y en las sucesivas su reacción fue encerrarse en una burbuja. Su pareja de entonces y la familia de ella también pensaron que lo mejor era que no trabajara, que se quedara en casa. «Me sobreprotegieron, siempre con buena intención, pero en esas circunstancias comienzas a creerte de verdad que no eres capaz de hacer nada más».

Me dieron la espalda

Tampoco faltó quien le dijo aquello de «sube ese ánimo, que no es nada», y su grupo de amigos «no fue capaz de entender que no quisiera salir con ellos, que no tuviera ganas de saludarlos, ni a ellos ni a nadie. Al final me dieron la espalda y hasta hoy. No se dan cuenta de que en esas circunstancias quien habla es la enfermedad». Parte de esas falsas creencias se recogen en el vídeo #NoTengasDepresión que acaba de publicar Obertament y en el que él participa.

Antonio cree que buena parte de la incomprensión que sufren las personas con depresión tiene que ver con el desconocimiento, porque «la palabra depresión está por todas partes, en la televisión, en el cine, en los medios de comunicación, pero se ha banalizado, no se usa para lo que es: una enfermedad muy seria».

Tampoco ayuda el hecho de que quienes la sufren, especialmente si son personas que tienen visibilidad, no hablen de ello en público. «En EEUU es normal que un artista o alguien famoso explique que ha sufrido una depresión o que tiene una esquizofrenia. Esto hay que normalizarlo».

Al final, le han diagnosticado un trastorno bipolar con predominio de la parte depresiva y reconoce que salir no fue fácil. Además a quienes están alrededor, por puro desconocimiento, les cuesta darse cuenta de cuándo tienen que pedir ayuda.

‘Mira lo bien que estoy’

Actualmente Antonio, que pasó buena parte de su juventud en Tarragona, ha vuelto a trabajar: está en una empresa de plásticos en Barcelona. También tiene una pareja y una niña de seis años, le gusta correr... «No podría pedir más».

Y quiere romper con el estereotipo de que las personas con depresión no saben disfrutar de la vida. «Ahora que estoy bien disfruto con todo: me gusta jugar con mi hija, salir, viajar... Soy una persona muy vital y pienso ‘cómo me costo, pero mira lo bien que estoy’. Ahora aprecio más la vida que cuando tenía 25 años».

Respecto a lo que podría hacer la sociedad para atajar la epidemia de depresión que se avecina, Antonio considera que es complicado, pero cree que la educación es clave: «Que a los niños en la escuela les enseñen a reconocer sus emociones, a hablar de ello, me parece muy importante».

Cuando se le pregunta sobre el tratamiento que hacen los medios de comunicación de las personas con enfermedad mental, especialmente en sucesos y tragedias, dice que «me da más pena que cabreo» y lo achaca al desconocimiento: «Seguimos pensando que las personas con enfermedad mental son peligrosas o problemáticas, y no es verdad».

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